Istambul

El asunto es así. Al alemán lo conocí el año pasado en Perú. Andábamos por una ruta muy alta y alejada, él en moto y yo en bicicleta. Nos cruzamos una primera vez y la segunda paramos a charlar. Ahí mismo arreglamos para encontrarnos diez días después, alquilar un burro para portear el equipo y recorrer la cordillera Huayhuash. Había visto unas fotos increíbles del lugar y también leído que los pobladores de la zona eran bastante hoscos y a veces un poco bandoleros. Unos años atrás pasaban con una escopeta; ahora simplemente con un talonario y te cobran peaje cada vez que caminás por tierras de una comunidad. En la zona sucedió también un drama de escaladores famoso por el libro y la película Touching the Void, tocando el vacío. Un buen nombre para una banda post Bauhaus. Hace unos días, mientras tomábamos una cerveza me contó que en realidad el está ahora mismo volviendo a casa después de unos 7 años. O cinco. No sé bien. El llegó en otro velero a principio del año pasado al Caribe, lo vendió y con parte del dinero se fue a Chile y compró una moto y empezó a recorrer los Andes que fue cuando yo lo encontré. Lo que no sabía era que al Caribe había llegado desde Sudáfrica y proveniente de oriente. Yo pensaba que eso había sido mucho tiempo atrás. Después de la cordillera Huayhuash nos volvimos a encontrar en Tarapoto, en el borde de la selva y de ahí subimos a un barco de carga rumbo a Iquitos en el Amazonas. Bajar de la nieve a la selva es toda una experiencia. De andar a varios grados bajo cero con la helada cayéndome en vivo y en directo al calor contínuo. En el medio los valles. Nos volvimos a encontrar en una ruta de Ecuador al pie de un volcán. El subiendo yo bajando.

Casi un año después estamos en otro velero, más pequeño que aquel que llegó al Caribe, rumbo a Terranova. Mi plan inicial era ir a Turquía. Y aquí estoy yendo hacia Groenlandia, un pequeño detour porque todos los caminos llevan a Estambul. Ayer llegó otro amigo del alemán para sumarse a la aventura. Estamos anclados en una marina abandonada después de un incendio, hippies high class. Es una ciudad minera llamada Sidney. En el muelle vive una familia de patos. Bajamos del barco y caminamos directo al pub. El amigo del alemán lo vio por ultima vez en Namibia. Tienen mucho que contarse. Yo miro. En San Peter me fui a correr. Crucé el pueblo, llegué a la costa y seguí un sendero. Después seguí a lo largo del canal que une el mar con un gran lago interior que navegamos por dos días. En el lago anclamos a mitad de camino en un lugar idílico al que solo se llega por agua. Una punta arenosa y varias gaviotas y gaviotines revoloteando. El sol que se va, la luna que llega. Fideos con salsa. Volvimos a salir al océano. A lo lejos la silueta del Cape Breton. Cruzamos bajo dos puentes muy grandes y la gente miraba. En Sydney abrí los ojos la mañana siguiente y la primera luz iluminaba la popa. Alcancé a sonreír y seguí durmiendo.
En el pub los alemanes no paraban de hablar a toda velocidad, en alemán, de navegación y yo tratando de entender algo como turco en la neblina. No tan lejos de Estambul después de todo.

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