¿Alguien dijo película hecha para proyectarse en festivales? Yo sí.
«Historias que sólo existen para ser recordadas» será recordada (jojo) como esa peliculita chiquita (el tono no es peyorativo, sólo es una mera descripción de lo anecdótico de su contenido) que viene para que los crítcos la alaben y los espectadores digan “No entendí nada, porque me quedé dormido a los quince minutos y me desperté de golpe con una canción de Franz Ferdinand”.

La dirección de la cinta que nos compete en este caso estuvo a cargo de la brasileña Julia Murat, que ya había hecho cortos, y debuta ahora con los largos. Parecería ser que el tópico “extranjero que llega a un lugar cerrado para cambiar el orden establecido” fue el elegido:
        Pueblo fantasma lleno de gerontes – checkeado.
        Cada cual tiene  su actividad en la cadena de la cotidianeidad rutinaria – checkeado.
        Aparición de una chica joven (porque siempre “el otro” tiene que contrastar con los habitantes de la zona) – checkeado.
        Hecho shockeante que ayuda a cambiar las mentes de los lugareños – checkeado
Sin embargo, acá la impronta (!) latinoamericana es demasiado evidente, como para que el espectador que alguna vez vio un producto cinematográfico del país vecino pueda asociarlo fácilmente (por ejemplo, ¿por qué caracoles siempre tiene que haber una exhibición tan obvia de la religiosidad? Bueno, vale, hablemos de guiños a O pagador de promessas o Barravento, por qué no).

Mención especial: a los dos movimientos de cámara que hubo en los 98 minutos de metraje. Otra vez, estos pícaros directores que la juegan de fotógrafos y se autoreferencian a través de algún personaje. Ese tópico también tentó a Julia, que quiso hacer una película con muchas capas de significados (a las que vamos a llamar “cebollas”, tal vez sí despectivamente en este caso) y, en cambio, logró una de esas que suelen inflarse, ser gustadas y recomendadas, aunque nunca nadie te sepa explicar por qué.

Ludmila Iara K.

Historias que sólo existen al ser recordadas se estrena el jueves 23 de agosto en el Espacio INCAA KM 0 – Gaumont (Rivadavia 1635).

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