Guía Encerrados Afuera para pasarla bomba en el Festival de Mar del Plata 2014™

Otro año en el que las recomendaciones son sólo un atisbo de la inmensa cantidad de títulos propuestos. Desde que comienza la búsqueda y selección anual, con una involuntaria y parsimoniosa lógica, el festival va sumando películas de a poco hasta llegar a los imposibles de cubrir, inabarcables, sorprendentes 400. Así, la grilla se convierte más en una intrincada maquinaria de precisión que en una invitación al relajado disfrute: quien quiera ver muchos títulos tendrá la trabajosa tarea de afinar la puntería, maximizar esfuerzos y no vacilar en ningún momento. Mucho, muchísimo para ver, con muy pocos clavos, por eso lo mejor es dejar de lado la cháchara y pasar a lo importante:

IMPERDIBLES
Before I Disappear, de Shawn Christensen: Un par de años atrás, Shawn Christensen ganaba el Oscar al mejor cortometraje con Curfew. Su siguiente paso fue ampliarlo a un largometraje, el «Antes de que yo desaparezca» aquí incluido. Para la crítica en general, el corto es perfecto y el largo no tan logrado, casi arruinando el original. Pero quizás tenga que ver con qué vió uno antes, porque esta película es una catarata de ideas visuales y narrativas. Un muchacho que está a punto de suicidarse recibe un llamado de su hermana pidiéndole que se haga cargo de su sobrina por una noche. Sí, lo que la premisa propone se da -él es un tipo cínico, desapegado y termina tomándole cariño a la adorable niña-, pero la película es muchísimo más que eso. La música, los diálogos, los detalles que agrandan a esos personajes aún en sus bajezas: superabundancia de bondades. Pero, sobre todo, es una película inteligente y arriesgada, en la que el talento de Chistensen como cineasta –promesa y realidad- es muy palpable. Sí, es un poco despareja, con algunos momentos (los menos) no tan logrados como otros, pero es esa pequeña imperfección la que la eleva aún más. Para algunos, la mejor escena es la del baile en el bowling. Para mí, LA escena de este FESTIVAL (de una edición en la que me gustan muchas películas) está aquí, y es la musicalizada con el tema Five Years de David Bowie. No se preocupen, se darán cuenta cuál es. Aplausos al Christensen que no es Carlos Hugo.

It Follows, de David Robert Mitchell: Unos años atrás, el festival incluyó The Myth of the American Sleepover, la primera película de Mitchell, en la que ya se veía la habilidad de su director para manejarse “en la noche” (sus climas, esa pringosa sensación de que todo es posible, de que la noche es el momento indicado). Quizás por eso no extraña que su siguiente paso sea una película de terror y una sobresaliente, ni más ni menos. El terror debe ser uno de los géneros más comerciales (¿después del porno?), lo que lo transforma en uno de los más vilipendiados, teniendo en cuenta las repeticiones de fórmulas, las remakes innecesarias y la torpeza generalizada a la hora de asustar. Del terror al error hay una letra, nomás. La cuestión, sin ponernos a bajar línea, es que la mayoría de los productos (nótese el término) apuntan al sobresalto y no mucho más, desatendiendo cuestiones básicas como que, si vamos a preocuparnos por la vida de sus protagonistas, primero tenemos que estar interesados en ellos. Por suerte, cada tanto hay alguien que comprende eso y lo lleva más allá. Mitchell es una de las excepciones, por suerte: lo que logra en It Follows es realmente sorprendente, porque no sólo construye personajes a los que les pasan cosas, sino que crea un universo absolutamente propio, con una lógica interna irrefutable. Aquí, el Mal toma impredecibles formas humanas y la única forma de deshacerse de él –de deshacerse de la muerte- es pasándole “la maldición” a otro de la misma forma en que se la pasaron a uno, o sea, teniendo sexo. Así, It Follows capitaliza los elementos tradicionales del género para potenciarlos con una puesta en escena admirable, asustando (no sobresaltando) con planos muy abiertos, contradiciendo cuanto manual barato haya dando vueltas de cómo hacer terror. Con una estructura que remite a efectivos mojones del pasado (hay algo de Pesadilla en lo profundo de la noche, la primera, de Wes Craven), Mitchell logra una pequeña joya del género que sorprenderá a más de uno. Aplausos a Mitchell, entonces. Otra carrera a seguir de cerca.

Tu dors Nicole, de Stéphane Lafleur: Nicole no puede dormir. El verano ya está acá, en brillante blanco y negro, contagiándole una languidez que empeora el asunto. Nicole está cansada de todo y, en especial, de todos. Tiene un trabajo aburrido al que va a renunciar porque necesita algo de acción, algo que sacuda un hoy adormecido, saliendo del sopor estudiantil. Su vida sentimental no existe (el chico que le gusta –un pelmazo- está en otra, el chico que gusta de ella tiene diez años y la voz de Stuart Staples o Bill Callahan) y aprovechando la ausencia de sus padres, su hermano le copa la casa con los miembros de su banda de rock. Nicole podría ser parte de una película más de crecimiento y autosuperación. Podría ser un cliché que sirva para aleccionar al espectador. Pero no, todo lo contrario: Tu dors Nicole es una de esas agradables sorpresas que lo siguen a uno tras alejarse de la sala, una película de sensaciones familiares, pero tamizadas por la lente de Lafleur, que se nota que es músico, parte de una banda. En un mundo mejor, esta película sería más popular y mejor tratada por la crítica. En este, es una pequeña, hermosa y muy divertida bocanada de aire. Su humor, ácido, sutil, siempre presente, la potencia deliciosamente. En fin, dan ganas de quedarse a vivir aquí. Misión cumplida, Lafleur. Ahora no nos queda otra que seguirte de cerca…

Electric Boogaloo: The Wild, Untold Story of Cannon Films, de Mark Hartley: La empresa dirigida -con mano dura y bolsillo exigüo de a ratos y ampuloso en los menos- por Menahem Golan y Yoram Globus se transformó en una insuperable metáfora de los ’80. Rápido, barato y fuera de control. Con ese logo hermoso, que marcaría una forma de ver y entender el cine (positiva, negativa, ¿a quién le importa?), comenzaban decenas de películas que hicieron furor, de Desaparecido en acción a El ultimo Americano virgen, de Bolero a El vengador anónimo II, de Breakin’ 2: Electric Boogaloo a He-Man y Los Amos del Universo, de Superman IV a La masacre de Texas 2. ¿Cómo no amar a Cannon? Este documental se hace la misma pregunta y se la contesta con creces. Rabiosamente divertido, plagado de explosivos fragmentos de películas (muchos literales) y entrevistados obvios e inesperados, es tan imperdible como las películas que lo acompañan en este pequeño (y muy, pero muy sentido) minitributo de la sección Generación VHS a la productora que muchos aman odiar. A la par, se proyectarán en 35mm tres títulos que sirven para reafirmar “el cannon” (perdón): Invasión U.S.A. (de Joseph Zito), con un Chuck Norris sacado, disparando a mansalva hasta con una bazooka; Halcón (Menahem Golam), con el Stallone que se ganó el corazón de los pibes, le dio laburo a Arévalo y pingües ganancias a Sofovich y Salsa picante (William Sachs), una película idiota, baratísima, plagada de un humor cuyo nivel de berretismo es aún mayor que su chabacanería, mal actuada y con situaciones ridículas, o sea, ¡una genialidad!

Lost Soul: The Doomed Journey of Richard Stanley’s Island of Dr. Moreau, de David Gregory: Otro pequeño gran documental cinéfilo. Resulta que tras cobrar trascendencia como un importante jugador en el terreno de la ciencia ficción gracias a Hardware (también proyectada este año) y El demonio del polvo, a Richard Stanley le ofrecieron la posibilidad de elegir el proyecto que quisiera encarar. Sin dudarlo, optó por adaptar La isla del Dr. Moreau, el clásico de H.G. Wells. Esa decisión sería –prácticamente- el fin de su carrera y el comienzo de uno de los rodajes más catastróficamente problemáticos desde el de Apocalypse Now que, para colmo, daría como resultado un largometraje verdaderamente abominable. Stanley no tarda en demostrar que es un personaje singular, pero lo que le sucedió trasciende aún esa certeza. Este documental es una gran recapitulación, con anécdotas que van de lo pintoresco a lo descabellado, dejando a muchos muy –merecidamente- mal parados, pero en especial develando lo ridículo de muchos proyectos hollywoodenses. La maquinaria puede fallar mucho, pero en este caso colapsó. Amantes de Brando, abstenerse, si quieren seguir siéndolo (¡qué tipo jodido!). Para cerrar el círculo, no está de más recomendar Hardware, una inesperada sorpresa que incluiría mucho en la ciencia ficción y los relatos futurísticos de allí en adelante. En un mundo postapocalítico Dylan McDermott encuentra una extraña pieza metálica y se la regala a su novia, artista y fierrera, quien no tardará en enterarse que se trata de la cabeza de un robot asesino. Diversión sin fin. Ahora los aplausos son para Richard Stanley…

The Overnighters, de Jesse Moss: Con la economía quebrada, no quedan muchos lugares en los que conseguir trabajo, por eso el fracking en Dakota del Norte atrae a mucho hombre curtido, sin miedo al trabajo duro. Sin embargo, no hay forma de que tanta mano de obra golondrina consiga vivienda, en especial tratándose de gente con todo un historial policial en sus espaldas. Un pastor se apiada de ellos y lucha por darles espacio en su iglesia, algo que a sus feligreses no les hace mucha gracia. La forma en que Moss hilvana la narración de este potente documental, ampliando poco a poco el escenario, develando secretos y delineando perfiles, es admirable. Inteligente, sensible, revelador, pero sobre todo muy bien construido, con un respeto absoluto a sus personajes de estudio que no hace más que potenciar su sutileza autoral, es muy probable que este sea un fuerte contendiente para los Oscar.

What We Do in the Shadows, de Taika Waititi y Jemaine Clement: ¡Qué tremenda alegría comprobar que las expectativas que uno tenía puestas en esta película no sólo se cumplen, sino que son ampliamente superadas! Waititi y Clement, amigos de toda la vida, ya habían trabajado juntos en la fuertemente recomendable serie de HBO Flight of the Conchords (Jemaine es uno de sus protagonistas, Taika director de algunos episodios), y en esa pequeña maravilla llamada Eagle vs. Shark, largometraje dirigido por TW y protagonizado por JC (sí, también muy recomendable). Sabiendo por dónde podía venir la cosa, WWDitS era un número puesto, pero de ahí a convertirse en, probablemente, LA comedia del año hay una diferencia (por desgracia, ni las nuevas aventuras de Ron Burgundy, ni las de la voz del oso Ted en el Oeste fueron “lo todo” que deberían haber sido –y pido disculpas a fanáticos e incondicionales). Estamos ante un documental profusamente documentado sobre cuatro vampiros, tratando de ahondar en sus estilos de vida. Vampirizados en distintos momentos de la historia y de maneras casi opuestas, los cuatro decidieron mudarse juntos a una casa en el corazón de Wellington, en la que se pelearán por trivialidades como a quién le toca limpiar o quién se queda con el cuello de alguna pobre virgen que han atraído a duras penas a su guarida. Llevando la excusa del documental hasta extremos hilarantes, la película no tarda en convertirse en una ingeniosa licuadora pop, atacando todos los lugares comunes que forman la idea (el concepto, por qué no) del vampiro (¡y el lobizón!). Ultraingeniosa, definitiva. Como debe ser, WWDitS será una de las insuperables medianoches del festival, lugar seguro para muerdecuellos y hombres lobo con exceso de testosterona.

Spring, de Justin Benson, Aaron Moorhead: Evan tiene que irse, huir, desaparecer. Lo que deja atrás es muy doloroso, confuso y hasta tiene potenciales aristas legales. Huir, entonces, será la premisa, Italia el primer objetivo que se le cruza. En un pueblito costero deberá escaparse del cliché tan temido: el norteamericano ebrio y baboso, que busca sexo fácil permanente, satisfacción (no del todo) garantizada. Hasta que aparece un motivo –cherchez la femme!- con sinuosa forma femenina. Ella es hermosa, inteligente, seductora. Y un monstruo. O algo así, tampoco nos apresuremos. Spring bien podría ser el sueño húmedo de todo amante del cine de género, una película que asusta, pero que va a otro lado. La cuidada construcción tonal de Benson y Moorhead es brillante, realzada por las impresionantes locaciones costeras. Pero lo mejor, lo más importante, es cómo ese tono cambia a medida que la percepción del peligro y su intrínseca condición se relativizan por los intereses en juego. Lo que potencia It Follows –la fuerza rabiosamente propia con la que replica una estructura remanida, transformándola en algo nuevo, capitalizándolo- es lo opuesto que potencia a Spring, cuya libertad absoluta la lleva a utilizar su propia premisa sólo como punto de partida de otra cosa, totalmente opuesta, permitiendo que el terror le dé lugar a algo más. La referencia del catálogo es acertada: Spring podría ser una extraña versión de Antes del amanecer con cuanto opiáceo uno quiera agregar a la ecuación. Más allá de eso, Spring es una experiencia que hay que vivir.

The Mend, de John Magary: Para empezar, The Mend es todo lo que Guido Segal delinea magistralmente en el catálogo del Festival: una obra de ingeniería de asombrosa delicadeza y, a la vez, una bomba silenciosa de aparente simplicidad, pero de honda resonancia. The Mend es la historia de dos hermanos separados al nacer, pero no como suele suceder: quienes separaron a estos hermanos fueron ellos mismos, sus vidas intereses y objetivos. El más díscolo, sin un lugar propio en el que parar, invadirá al instalado, al que tiene una estructura, al que vive una “vida normal”. Por supuesto, esa invasión revertirá todo para ambos. Pero hay mucho más en esta brillante película. Dirigida por un crítico de Filmmaker y Film Comment, la punta del iceberg es la relación de esos hermanos dispares, que no lo son tanto. Lo que hay abajo, detrás y a los costados de esa punta, es la certeza de que rasqueteando la fachada de lo que uno acepta como normalidad está muy latente la anarquía, el odio al status quo, la necesidad de trascender al aquí y ahora que exige comportamientos que pueden ser opuestos a uno. Gobernándolo todo, el humor muestra su desencajada mueca, corrompiendo, sacándole lustre a situaciones singularmente descarnadas. The Mend es uno de los grandes secretos de este festival. Está en ustedes no permitir que siga siéndolo. Satisfacción -aquí sí- garantizada.

HeavenAdoresYou_ElliottSmithHeaven Adores You, de Nickolas Rossi: Elliott Smith fue uno de los grandes compositores contemporáneos. Pero, más importante que eso, fue alguien que estaba aquí y ahora, en un aquí y ahora en el que se necesitaba a alguien. Smith, con su introspección, sus melancólicas melodías y su inconmensurable talento, marcó una diferencia, definió un momento, gritó un fuerte presente que, después –en su terrible final-, se transformaría en fuerte –intenso, acuciante, urgente- pasado. Elliott Smith fue y seguirá siendo lo que, para muchos de sus seguidores, distingue, reviste de interés, completa: si te gusta Elliott Smith, sabés, entendés. Esa tonta e inevitable pertenencia que uno siente cuando su fanatismo supera la lógica. Unos años atrás, el festival programó un tributo a Smith cuya premura dejada de lado cuestiones formales. Ahora, finalmente, le llegó el turno a una biografía oficial, con testimonios de amigos y vecinos, con material de archivo de la mayor calidad posible, con anécdotas, secretos, guiños. Para quienes denostan los documentales musicales, no será más que una película más que usa la ¿inevitable? fórmula de talking heads + archivo. Para quienes conozcan a Elliott Smith será un lugar seguro en el cual disfrutar de su música, tildar toda la información, penar y homenajear al ídolo perdido y, sobre todo, conocer vagamente, acercarse de manera virtual al hombre detrás del mito. Un mito secreto. Un mito tan vivo como cuando cantaba “Everything Means Nothing to Me“, y lo sentía. Gracias, Javier Diz, por esa referencia.

A Hard Day, de Kim Seong-hun: Camino al velorio de su madre, un policía tiene un accidente con un saldo fatal. Deberá deshacerse de ese cadáver y lo mejor que se le ocurre es meterlo dentro del ataúd de su pobre viejita. La que se arma de ahí en más es una trama ultra adrenalínica que sólo se le puede ocurrir a un cineasta coreano. ¡Por suerte!

Over Your Dead Body, de Takashi Miike: Vuelve Miike co una historia de fantasmas y el plan más honesto y sencillo de todos: asustar. Sin las ideas retorcidas que suele desplegar, esta es una película más tradicional, lo que no la convierte en menos Miike. ¡Obligatoria!

Open Windows, de Nacho Vigalondo: Va a ser un verdadero placer contar con la visita de Vigalondo, un cineasta con un universo propio y un hermoso enrosque en la cabeza, como bien demuestran esta película y Confetti of the Mind, su colección de cortos (7:35 de la mañana es glorioso, pueden verlo aquí abajo). Open Windows es un viaje cuasi esquizofrénico a los peligros de las nuevas tecnologías, así como también un pasaje de ida a la adrenalina. Muchas ideas visuales de primera línea. Y Sasha, por supuesto…

Tokyo Tribe, de Sion Sono: Vuelve SS a hacer de las suyas, esta vez con una guerra entre pandillas de Tokyo, pero en formato musical. Sí, así de simple. O no. Mucha música, bastante violencia y una trama que se va expandiendo como una olla a presión a punto de estallar y manchar a todos los espectadores con un poco de salsa de tomate. O sangre.

Birdman, de Alejandro G. Iñárritu: Sólo puedo decir que no se pierdan esta película. En lo personal la disfruté hasta decir basta. Aunque nunca dije basta. Micheal Keaton nunca tuvo tanta oportunidad para brillar con la fuerza de mil galaxias. Una supernova de talento. Muy lejos de lo que uno podía esperar de Iñárritu, una verdadera y muy agradable sospresa.

Magical Girl, de Carlos Vermut: Si hay una película que dividirá aguas este año, quizás sea esta. Intensa, enroscada, despiadada: la vida de los personajes de Vermut (el mismo a quien aplaudimos a rabiar con la también imperdible Diamond Flash, proyectada un par de años aatrás) es una caída libre sin red. Todo puede pasar (te). Conviene no decir mucho más.

Ned Rifle, de Hal Hartley: Y como si de un plan perfecto se tratase, nuestro querido Hal cierra su trilogía, tras Henry Fool y Fay Grimm, con su película más divertida, libre y a la vez estructuradísima en años. Una especie de vuelta a los comienzos que no puede dejar indiferente al fan y que sin duda será un gran descubrimiento para el aún no iniciado. Para ver dos o tres veces y enamorarse fuerte de Aubrey Plaza.

Sangre caníbal, de Claire Denis: Cada nota de los Tindersticks, coronada por la gravedad infernal del vozarrón de Stuart Staples, sirve para adentrarnos con iracunda potencia a la tremenda oscuridad de esta pionera expresión del nuevo extremismo francés. Feroz, visceral, intensa como pocos largometrajes logran serlo. Se estrenó en salas y solía ser un número habitual en I-Sat. Quienes no la vieron, deberían corregir ese error ya mismo. Están advertidos: puede no ser apta para impresionables. Acá nos corrigen: no lo es.

Edén, de Elise DuRant: Mientras una mujer indaga por aquí y allá, una niña vive una vida particularmente alegre con su padre, un pudiente hacendado. La mujer revisa su pasado, la niña percibe -pero no se da cuenta, quizás- que su padre comparte su vida amorosa con hombres de la zona. La mujer, está interpretada por Diana Sedano de manera sobresaliente. El padre, que deslumbra, es nada más y nada menos que Will “Bonnie ‘Prince’ Billy” Oldham. Un lujo. O dos, en realidad.

God Help the Girl, de Stuart Murdoch: Ok, piensen cómo podría ser el tono de una película dirigida por el líder de Belle and Sebastian. A eso súmenle no podría faltar a nivel argumental. A eso, lo que sin duda resaltaría a nivel actoral. Ahora agréguenle la banda sonora. Ya tienen una idea exacta de cómo es God Help the Girl. Supongo que no estarán pensando dejarla pasar en pantalla grande…

HERMOSAS SORPRESAS, POCAS PALABRAS
voley Voley, de Martín Piroyansky: La confirmación del talento de Piroyansky. Actúa, escribe y dirige una comedia de enredos sexuales divertida, con mucho timing que en algún momento cambia de rumbo y tono. ¡No dejen de verla!

Bugarach, de Salvador Sunyer, Ventura Durall, Sergi Cameron: Bugarach es el pequeño pueblito que supuestamente resistiría el fin del mundo pronosticado por los mayas. Este hermoso y muy cuidado documental usa eso como punto de partida para seguir un puñado de deliciosos personajes. Un lujito.

Listen Up Philip, de Alex Ross Perry: Un escritor y sus neuras. El mundillo editorial y sus neuras. La necesidad de trascender y sus neuras. Alex Ross Perry y sus neuras. Ustedes y sus neuras.

Tejen, de Pablo Rabe: Imposible bajar a palabras esta extraña e hipnótica película. Un hombre que vive en e l campo, una niña pequeña, una joven con alguna extraña discapacidad. Cuerpos que se retuercen, cámaras en movimiento perpetuo. Ominosa. Ver para creer.

Redentor, de Ernesto Díaz Espinoza: Super acción de la mano de el director contemporáneo con mayor pulso para el combate cuerpo a cuerpo y el héroe de acción más ajustado y letal. Espinoza y Zaror, un solo corazón. ¡Trepidante!

Big in Japan, de John Jeffcoat: Una banda de rock norteamericana que no tiene mucho éxito en su país se va a Japón a probar suerte. Lo que sigue es uan comedia tierna y muy divertida, ideal para relajar un poco y disfrutar.

DEUDAS A SALDAR
Hardware, de Richard Stanley: Ver la reseña de Lost Soul arriba. ¡Y ver Hardware!

El acto en cuestión, de Alejandro Agresti: Sin duda el mejor largometraje de Agresti, una agradable sorpresa en su momento que pasó a ser un secreto para iniciados y de allí a ser una película casi perdida. El rescate servirá para ponerla en valor y para ver el antes de un director que prometía a rabiar. Imperdible, che.

-Y un laaaargo etcétera que incluye Bella tarea y 35 Rhums (ambas de Claire Denis), el Foco dedicado al ruso Aleksei German (ver abajo), los filmes mudos de Alfred Hitchcock; las nacionales El secuestrador (Leopoldo Torre Nilsson), Más allá del olvido (Hugo del Carril), Hijo de hombre y Los isleros (las dos de Lucas Demare), La patota (Daniel Tinayre), Si muero antes de despertar (Carlos Hugo Christensen) y La Tigra (Leopoldo Torre Nilsson). Y, por supuesto, quizás ante todo, el foco Cosmos 70 (ver también abajo), plagado de films inmortales que supieron ser megahits de antaño. Mucho retro, mucho nuevo y muy bueno para el que no las ha visto. Y una más, abajo de todo esto:
Operación Rosa Rosa, de Leo Fleider: Quizás junto a Subí que te llevo sea la mejor película de Sandro, dejándose guiar por la ironía. Pero lo que en Subí es por lo extremo de la cuestión melodramática, en Operación el humor zumbón es parte de la ecuación desde el vamos. El improvisado superagente Sandro usará todas las armas a su alcance –incluida, claro, su seducción- para desbaratar los planes de Medusa, mientras canta hits como Mi amigo el Puma, claro. Imperdible la secuencia de ¿karate? contra Ricardo Morán.

PANORAMA
Autores a los que hay que entrar de una, che
(algunas de estas películas están comentadas por Marcelo Alderete en este link.)
-Gyeongju, de Zhang Lu
-La entrega, de Michaël R. Roskam
-Amour fou, de Jessica Hausner
-National Gallery, de Frederick Wiseman
-Pasolini, de Abel Ferrara
-Mommy, de Xavier Dolan
-Alma salvaje, de Jean-Marc Vallée
-Hill of Freedom, de Hong Sangsoo
-Don’t Go Breaking My Heart 2, de Johnnie To
-Maïdan, de Sergei Loznitsa
-Haemoo, de Shim Sung-bo
-From What Is Before, de Lav Diaz
-Revivre, de Im Kwon-taek

Busco Mi Destino
Retrato de un comportamiento animal, de Florencia Colucci, Gonzalo Lugo: Una divertida comedia romántica ultrauruguaya. Chico maneja en la ruta y conoce a chica que se quiere enganchar en el viaje con destino vacacional. Las idas y vueltas los harán reencontrarse una y otra vez y pasará lo inevitable. Al final, por suerte y desgracia, no es extraño que nos comportemos como animales.

Diarios de Mendoza, de Lucía L. Mendoza: Lucía extraña a su ex novio. No puede evitar stalkearlo, perseguirlo online. Así es como se arma este relato de rupturas, amores pasados y atisbos de futuro, a través de las redes sociales, videos y posts de todo tipo. El cine del futuro ya llegó.

B.F.E., de Shawn Telford: “Cuando crecés en un pueblito, lo odiás y sabés que te tenés que ir”, rezaba el final de Small Town, uno de los temas que John Cale y Lou Reed le dedicaban a Andy Warhol en Songs for Drella. Esa es exactamente la premisa de BFE (que se podría traducir como “Donde el diablo perdió el poncho” o el más salvaje y apropiado, “En la loma del orto”): un grupo de jóvenes en la vera búsqueda de su destino, odiando su presente, con la certeza de no querer imitar a los adultos que los rodean, quizás más asustados y extremos que ellos. Lo que empieza siendo una especia de fresco à là Larry Clark no tarda en convertirse en una serie de relatos salvajes, polaroids de la vida en pausa.

Recommended by Enrique, de Rania Attieh, Daniel Garcia: Dos historias que se intersectan, un misterio que crece pero no se devela, una película dentro de otra película. Lo de Rania y Daniel se mueve en el borde de Sentidos del humor, Hora cero y Busco mi destino. Una propuesta distinta.

Domingo, de Alejandro Jovic: El Jovic de este año decide ir por otro lado, dejando a un costado la ironía en busca de un logrado realismo. Evocando la sensación universal de “domingo”, su cámara se mete en una relación padre hija (quizás en SU relación padre-hija). Un atisbo dominical, una confesión de partes, un domingo compartido.

Las Venas Abiertas
Jorge y Alberto contra los demonios neoliberales, de Hermanos Quintana: Con Masacre en el set de filmación, los Hermanos Quintana demostraron su afición por el cine de género. Aquí, rindiendo homenaje a dos gigantes como Olmedo y porcel, se desatan con una seguidilla de chistes soeces, con profusión visual de tetas y culos. Y algunos demonios. Con momentos hilarantes, será una de esas películas que sumen adeptos de manera instantánea. Eso sí: pacatos abstenerse.

Nacido para morir, de Andrés Borghi: El director de cortos exitosos como Otakus y Alexia, da el salto al largometraje con una expansión del universo de Marcelo Riesgo, un superagente con todas a su favor, siempre acompañado por su sidekick Guadalajaraman. Una alegre seguidilla de incoherencias, con el ridículo a flor de piel, este alegre y despreocupado (y muy descabellado) largometraje será una de las experiencias más border de esta edición. En el buen sentido. Hay que dejarse llevar, nomás…

Naturaleza muerta, de Gabriel Grieco: Un thriller ecologista con elementos de slasher. Un pequeño pueblito, una misteriosa desaparición y un vengador con dudosa vocación justiciera son el eje principal de la investigación de una bella periodista.

La parte ausente, de Galel Maidana: Un futuro post apocalíptico, un clima que replica los elementos del cine noir, una femme fatale con colmillos.

Corazón muerto, de Mariano Cattaneo: De fantasmas va la cosa. Mezclando pasado y presente, una extraña presencia tratará de tomar venganza en una historia que se devela de a poco. Una historia de terror con elementos sobrenaturales.

Los monstruos, de Juan Schmidt: Un curioso documental, en todo sentido. Por un lado, los testimonios de primera mano de varios habitantes de Famatina, un pueblo de La Rioja, que aseguran haber visto a la Luz mala, el Mikilo y otras apariciones malignas, elementos del folklore lugareño. Por otro, construyendo alrededor de esas entrevistas, lo que Schmidt logra es crear climas tensos, construir un singular documental de terror.

Gritos del bosque, de Jorge Olguín: Dos hermanas hacen de guías a unos invasivos empresarios con planes de traer el cemento al bosque, construyendo una represa hidroeléctrica. Los ancestrales guardianes de la naturaleza no permitirán que eso suceda sin antes luchar.

Hora Cero
Confetti of the Mind, de Nacho Vigalondo: Antes y mientras se dedicaba al largometraje, a Vugalondo siempre le gustó despuntar el vicio con los cortos, logrando genialidades como 7:35 de la mañana, una pequeña gema. Aquí, unidos por su simpática verborragia, se compilan varios de esos cortos, plasmando un delicado mapa de situación del confeti que este buen señor tiene en la mente. Además, va a estar presentándolo en persona. ¡Todo un lujo!

Wyrmwood, de Kiah Roache-Turner: Las películas de zombies ya parecen haber llegado sus límites, siendo refritos de los viejos y repetidos hasta el hartazgo clichés. Por eso, cuando aparece una excepción como Wyrmwood no hay que dejarla pasar. Desenfrenada, salvaje, inventiva, esta pequeña sorpresa australiana de bajo presupuesto y alta alegría servirá para dejar a más de uno preguntándose por qué el cine de género no es tan condenadamente divertido más seguido…

Banda Sonora Original
Eden, de Mia Hansen-Løve: Tras Todo está perdonado, El padre de mis hijos y Un amour de jeunesse, Hansen-Løve vuelve a dirigir, esta vez con una historia que le toca de cerca, basada en las experiencias de su hermano y coguionista, Sven Love, DJ francés perteneciente a la movida electrónica garaje, derivada del disco setentoso. Eden es la historia de Paul, un DJ que comienza a la par del dúo Daft Punk, cuya vida seguiremos a lo largo de veinte años. Sin embargo, el foco no está puesto allí, sino en su vida sentimental cuyo éxito no se escapa al de su rol como jockey de discos. Una película que cobra intensidad cuando el énfasis en lo romántico –y su ausencia- se hace notar…

Pequeña Babilonia, de Hernán Moyano: Quizás por su prominencia universitaria y su multitud de bares y pequeños reductos con espíritu rocanrolero, la ciudad de La Plata es un verdadero semillero musical. Usina permanente de talentos, el rock plántense es un tema de estudio que nunca se agotará, por eso es necesario darle la bienvenida a este proyecto de Hernán Moyano, comienzo de una trilogía que ilustrará la historia del rock en democracia, marcando sus comienzos con bandas como Las Canoplas, Víctimas del baile y, por supuesto, Virus. Un must.

Desacato a la autoridad, relatos de punks en Argentina 1983-1988 (Capítulo 1), de Tomás Makaji, Patricia Pietrafesa: Ahondando en la misma época que Pequeña Babilonia (también una futura trilogía, como Desacato), este dinámico y fuertemente documentado largometraje es un importante –y muy divertido- aporte a la historia del punk local, nacido en un contexto en el que la represión (personal y policial) hacían estragos en nuestro país. Otra gran propuesta.

Relámpago en la oscuridad, de Germán Fernández, Pablo Montllau: Beto Zamarbide, voz vital del metal argento es un personaje mucho más interesante que lo que su propia historia implica. Desde sus comienzos con V8 hasta su presente con una fuerte impronta religiosa y sus giras arriba de un micro, este documental se propone llegar al hombre, superando la leyenda, algo que logra con creces. Altamente disfrutable, aún por lo no amantes del heavy metal.

Bronces en Isla Verde, de Adriana Yurcovich: Todos los años en Isla verde, un pueblito al norte de Córdoba, se realiza un festival de instrumentos de bronce, organizado y dirigido, a todo pulmón por el peluquero del pueblo, su hijo y su esposa. Sorprendentemente, este inmenso esfuerzo no se quedó en lo meramente localista, sino que su trascendencia en el exterior le ha permitido traer a nuestro país grandes talentos internacionales. Reunidos todos juntos a un costado de una sabrosa olla popular, está claro que lo que importa es la música. Un documental sobre gente muy querible y un festival al que dan ganas de ir.

Sentidos del Humor
Henri Henri, de Martin Talbot: La pasión de Henri es cambiar lamparitas, ayudar a que “se haga la luz”. Tras abandonar el hogar en el que ha vivido casi toda su vida, sale a la vida con la misión de conocer a su padre, de quien tiene sólo vagas referencias. A pesar de su comportamiento cuasi autista, Henri trabará amistad con personajes más que singulares, hasta que se cruce con la chica de sus sueños. Inspirado un poco en el espíritu de Amèlie, el largometraje de Talbot es un dulce respiro, lleno de inocencia y dulzura, pero no carente de un humor zumbón que en ocasiones llega a teñirse de negro.

Summer of Blood, de Onur Tukel: Vale la pena prestarle atención a Onur Tunkel, algo con lo que seguramente coincidirán quienes puedan disfrutar de este Verano de sangre. Un torpe y poco agraciado neoyorquino se transforma en un seductor vampiro, aprovechando al máximo la situación. Una muy buena comedia, entre Woody Allen y La danza de los vampiros, si hubiese sido filmada por Joe Swanberg. Sí, una especie de mumblevampiro…
-Santiago violenta, de Ernesto Díaz Espinoza: Tres amigos encaprichados con filmar un policial setentoso en Santiago de Chile, sin apoyos institucionales. EL primer paso en el humor de Díaz Espinoza (de quien también se proyectará Redentor) es una comedia de enredos con personajes carismáticos y buen timing.

Panorama Argentino
Este año el Panorama Argentino es un lugar MUY interesante, lleno de excelentes propuestas. Ente ellas, Los lemmings contraatacan (Edmundo Bejarano), un paseo por el fabuloso mundo de Fabián Casas; Los ojos de América (Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto), sobre la relación sentimental entre América Scarfó y el anarquista Severino Di Giovanni; No estás solo en esto (Milagros Amondaray), un detrás de la escena del los porqués del blog Cinescalas y sus fieles lectores; Brascó (Ernesto Livon-Grosman), un perfil del inquieto Miguel Brascó, recientemente fallecido; Por el camino de Modesto (Sebastián Deus), un apasionante diario de viaje / road movie tras los pasos del abuelo del director; Here, Kitty Kitty (Santiago Giralt), tregicomedia con una cuarentona canadiense a la que todo parece salirle mal; La Misión Argentina (Adrián Jaime), un documental para tuercas y curiosos de la historia automovilística nacional; Avant (Juan Álvarez Neme), o el universo que rodea a una compañía de ballet; Los silencios y las manos (Hernán Khourian), un documental sobre una mujer de 90 jóvenes años; El tiempo encontrado (Eva Poncet y Marcelo Burd), o la vida de un grupo de inmigrantes bolivianos en el conurbano bonaerense, y tres películas proyectadas previamente en el BAFICI: La Salada (Juan Martín Hsu), Si je suis perdu, c’est pas grave (Santiago Loza) y Réimon (Rodrigo Moreno)

Super 8 / 16mm
Por tercer año consecutivo podremos disfrutar de esta selección de cineastas con compromiso activista con los formatos fílmicos más pequeños. Proyecciones intervenidas, musicalizaciones en vivo, materiales diversos unidos por el siempre sano espíritu de la experimentación. Este año, formarán parte de la sección Claudio Caldini, Azucena Losana, Luján Montes, Álvaro Cifuentes, Andrés Denegri, Julio Fermepin, Pablo Marín, Pablo Mazzolo y Leandro Listorti, Sergio Subero, Pablo Ziccarello y Leonardo Zito. Además, se realizará un homenaje a Jorge Honik.

Mar de Chicos
La sección infantil tendrá buenas propuestas este año, orientadas a los más pequeños (frase nunca utilizada), entre cortos y largometrajes. Entre los segundos están Dixie y la rebelión zombi, El extraordinario viaje de Lucius Dumb, Pancho, el perro millonario y Pinocchio. Para el joven indie curioso, también se proyectará Belle et Sébastien, una nueva adaptación de los personajes que inspiraron a Stuart Murdoch (ver God Help the GIrl) y los suyos a la hora de elegirle un nombre a su banda.

FOCOS
Claire Denis: Una hermosa (es muy probable que no sea la palabra exacta) selección de la obra de una de LAS cineastas contemporáneas. Además de estrenar su nuevo cortometraje, Voilà l’enchainement, se podrán ver cinco pruebas irrefutables de la grandeza de Denis. A saber: S’en fout la mort, un paseo por las riñas de gallos y sus vaivenes; J’ai pas sommeil o cuando el insomnio te hace matar gente; Bella tarea, o los riesgos de mezclar el homoerotismo con la Legión Extranjera; Sangre caníbal y la necesidad urgente de alejarse de los dientes de Beatrice Dalle, L’Intrus o cómo adaptar a Jean-Luc Nancy, 35 rhums, con su singular concepción de la familia y White Material, o de cómo ser Isabelle Huppert y resistir embates de pesadilla con tal de sacar adelante una plantación de café en medio de una guerra civil. Tenerla a ella en persona, todo un lujo. Imperdible, visceral, impactante lujo.

Jaime Humberto Hermosillo: Cuando se estrenó La tarea, todo el mundo abrió bien los ojos. Ahí, en esa película presentada de manera alegremente tramposa como un ejercicio antropolo-video-gráfico, había alguien con ideas muy clara. Por supuesto, la obra de Hermosillo no comenzó con esa película. Ni terminó. Una retrospectiva que sabrá encontrar su público.

Francisco J. Lombardi: En el caso de Lombardi, la película que lo ubica en la escena mundial es la cruda La ciudad y los perros. De Mario Vargas Llosa a Jaime Bayly, Alberto Fuguet y Fiódor Dostoievski, sus adaptaciones han recorrido festivales y salas por doquier. Aquí, una muestra de su filmografía.


REVISIONES

Carlos Hugo Christensen en Brasil: Christensen es (y fue y será) uno de los grandes nombres de la historia del cine argentino. Entre sus películas, Armiño negro, No abras nunca esa puerta, Si muero antes de despertar, La muerte camina en la lluvia, Safo, historia de una pasión y El ángel desnudo. Sin embargo, hay una porción de su filmografía que fue realizada en Brasil, país en el que a los 85, unos 25 años atrás. Esta sección recupera esa parte esencial de la obra de CHC, escasamente difundida en Argentina.

Alberto Etchebehere: Tres películas prologadas por el Chango Monti sirven para homenajear a este gran director de fotografía argentino: Historia de una noche (Luis Saslavsky), El secuestrador (Leopoldo Torre Nilsson) y Más allá del olvido (Hugo del Carril). Aplausos de pie.

Aleksei German: Si bien algo de este material se ha visto tímidamente, casi de manera secreta por estos lares, la inclusión de este foco que incluye todos los largos de este cineasta ruso no del todo reverenciado, puede ayudar a enmendar eso. Sus rusísimos films provocan verdadera fiebre roja…

Britannia Lado A: Hitchcock: ¡Volvió la alegría, vieja! Quienes el año pasado pudieron disfrutar de los clásicos mudos del viejo y querido Hitch, musicalizados por Kabusaki, no se vn a perder Decadencia, La esposa del granjero y El hombre de la isla de Man, así que ¡corré a buscar tus entradas!

Augusto Roa Bastos, Guionista: No son muchos los escritores latinoamericanos que tienen un pie en la literatura y otro en el cine, por eso esta sección es una muy buena idea, en especial por las películas contenidas: El trueno entre las hojas (Armando Bo), La sangre y la semilla (Alberto Du Bois), Shunko y Alias Gardelito (Lautaro Murúa), La boda e Hijo de hombre (Lucas Demare) y Castigo al traidor (Manuel Antín), coronados por el documental El portón de los sueños, dirigido por Hugo Gamarra. Además, es la excusa perfecta para incluir a la Coca Sarli desde un lado más “docto”.

Sandro: Al igual que Elvis, los pasos por el cine de Sandro fueron más lamentables que aplaudibles, pero, a diferencia de El Rey, el consumo irónico hace que las películas del Gitano sean mucho más disfrutables. Por otro lado, tras décadas de verlas desperdigadas por la programación del cable y las tardes domingueras de canal 13, poder verlas en salas es algo estimulante, en especial si uno es una de las nenas de Sandro. Aquí se incluyen Siempre te amaré, Muchacho, Subí que te llevo, Embrujo de amor, Destino de un capricho, El deseo de vivir y la inmortal Operación Rosa Rosa. A buen entendedor…

Daniel Tinayre: Un amplio paseo por la filmografía de un director de renombre, entre las que destacan Pasaporte a Río, Vendedora de fantasías, Deshonra, La patota, El rufián, Bajo un mismo rostro, La cigarra no es un bicho y La Mary.

Cosmos 70: La ya desaparecida distribuidora Artkino Pictures cumplió un rol esencial en la cinefilia nacional, trayendo al país un cine de autor que la destacaría por sobre las demás. Con el ojo puesto principalmente en Europa del Este y una consciencia de que no sólo por ahí pasaban cosas interesantes, esta selección de títulos en impecables copias de 35mm puede ser el lugar elegido para quedarse a vivir para más de un cinéfilo. Tres cantos para Lenin (Dziga Vertov), Pasaron las grullas (Mikhail Kalatozov), Detrás de un vidrio oscuro (Ingmar Bergman), La infancia de Iván (Andrei Tarkovski), Los amores de una rubia (Milos Forman), Trenes rigurosamente vigilados (Jiri Menzel) y Cuerno de cabra (Metodi Andonov), son algunos de los imperdibles.
-Cine Argentino Siempre II: Siguen los grandes rescates nacionales, entre ellos, Historia de una noche (Luis Saslavsky), Los isleros (Lucas Demare), Si muero antes de despertar (Carlos Hugo Christensen) y La Tigra (Leopoldo Torre Nilsson).

Generación VHS: En consecuencia de los imperdibles documentales Lost Soul y Electric Boogaloo, este año la sección más ochentosa del festival propone dos pequeños tributos. Por un lado al muy interesante Richard Stanley, eje de Lost Soul y director de la también imperdible Hardware, y por otro a la productora Cannon Films, propiedad de Menahem Golan y Yoram Globus, incluyendo tres películas que, chiste intencional, siguen “el canon”: Invasión U.S.A. (de Joseph Zito), con un Chuck Norris sacado, disparando a mansalva hasta con una bazooka; Halcón (Menahem Golam), con el Stallone que se ganó el corazón de los pibes, le dio laburo a Arévalo y pingües ganancias a Sofovich y Salsa picante (William Sachs), una película idiota, baratísima, plagada de un humor más berreta que chabacano, mal actuada y con situaciones ridículas, o sea, ¡una puta genialidad!

Mucho para ver en esta edición. Basta de leer y a las salas!

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