Se lesionó Borré. El bar está lleno. Llegué guiado por mi instinto y el conocimiento de los pueblos. Las estaciones de servicio son the new place. Allí es donde se juntan ahora. El bar frente a la plaza es el pasado. Los borrachines del pueblo al menos están presentes. Aquí es un poco diferente el asunto. El bar está pegado a la YPF pero no es el shop de la estación. Puede que sea el mismo dueño, puede que sean dos hermanos peleados. El asunto es que allí está la televisión y el partido. En la Shell de la ruta, mucho más coqueta, pasan videos de Madonna. O de la nieta de Madonna, es lo mismo. Encontré dos Félix en un solo día (y ahora que lo pienso mi cuñado me habló también de su amigo Félix cuando llamé a mi hermana desde una parada). Este Félix con su amigo el conejo son un par singular. Sin dientes, panzón y con la camisa abierta; un gran bigote, contando historias e invitando cervezas. El conejo tiene dientes pero son postizos y tal vez tiene una peluca. Todo es bizarro en él. Su manera de hablar y moverse, como después de un ACV. El primer Félix del día fue un ciclista gay haciendo de guía a un grupo de 15 mujeres. Los solos del mundo.
El primer descubrimiento del recorrido que pasó es el de un paisaje donde la mayoría ve solo vacaciones. Hubo un tiempo en que el hombre caminó la costa, ahora la divide en balnearios. Suena hippie. Es hippie. Es verdad. Me dispuse a unificar lo que el hombre había separado. Vi paisajes increíbles y no solo puestas de sol (que también vi). Los arroyos que salen al mar abriendo una herida en los médanos. Los médanos prístinos como nieve nueva. La arena corriendo como en las películas. Un quiebre de De la Cruz de otro mundo y Suárez que la manda adentro. Llegan los bolivianos. No hay murmullo pero casi. Son tan bolivianos que uno tiene puesta la camiseta de Boca en un partido de River. No le importa la provocación. No sabe que es una provocación. Son gente extranjera y trabajan en la cebolla me habían dicho con desconfianza y tratando de usar un lenguaje que no sea ofensivo y al mismo tiempo marcar la diferencia. Aquí es donde Santa Claus compra la verdura. Está el tonto del pueblo también y está el vivo que le hace chistes. Si tuviera agallas lo defendería. Si tan solo estuviera en el ánimo Jack Reacher me digo. La burla no es tan burla me quiero convencer. Las olas son distintas en cada bahía. Atiende una chica que lleva el celular en el bolsillo trasero como debe ser. Yo no lo hago porque tengo miedo que me roben aunque no viajo en subte. ¿Cómo fue que se difundió esta práctica? Un buen escritor atiende al relato y no a la realidad de las cosas. Un buen escritor no quiere registrar nada. Un buen escritor no tiene miedo que algo se pierda, que alguien se pierda de saber que esto fue realmente así. Un buen songwriter escribe canciones de amor más o menos verdaderas y listo. Los amores pasan los derechos de autor quedan, dijo Alcides. Me sorprendió una tormenta de arena como en las películas y quedé tirado atrás de una planta. Lo que sucede si una está ahí afuera. Ya no son nombres sino los médanos, los cangrejales y los arroyos que bajan al mar. En el refugio pasé una semana. Acostarme y levantarme frente al mar esperando las olas. Las charlas con Federico bien temprano cuando todos dormían y nosotros tomábamos mate. Unos se van a Mallorca o Andorra a hacer temporada, el se va a pasar una cosechadora a Santiago del Estero o buscar un gasoducto de esos que pagan bien. La clase de personas que admiro, sin fisuras, sin dudas, viviendo simplemente la vida que quieren vivir sin hacer publicidad. Sí hay una cosa que se es que el hombre no vino a esta tierra para conseguir un buen empleo y acomodarse. Una playa después de la otra. Cada vez distintas. Las bahías, amplias y cerradas, los murallones y las piedras. Los pinares distantes y el viento.

Una de las noches siguientes se conjuraron tres elementos: un libro, un sueño y una tormenta. El libro es The Porpoise por Mark Haddon. De golpe un montón de elementos dispersos tomaron forma y la protagonista se encuentra perdida en un bosque rodeada de lobos. Tiene mucho miedo hasta que se da cuenta, luego de un largo, difícil y hermoso proceso de que ella misma es un lobo. En el sueño hay lobos por supuesto pero en verdad son zorros que parecen lobos (o que sueñan con serlo). Pasa un leopardo y luego llega un yaguar que me toma de la nuca como hacen los felinos y me saca de la casa donde están mis padres. No tengo miedo, estoy entregado a lo que suceda. La tormenta entró desde el mar como un tifón, hizo volar la ventana e inundó el cuarto donde estaba. Ese momento de viento y agua bajo las paredes duró unos minutos. Pude resguardarme sobre un colchón en un rincón como si fuera una balsa. Pasado el peor momento podía ver los relámpagos que continuaron por un buen rato. Quedé temblando. La mañana siguiente quedó un viento constante desde el Sur y salí de todos modos. Los médanos me protegieron y cuando anduve frente al mar no me importó. En esas horas vacías comprendí que los tres sucesos eran en verdad uno solo. Me sentí contento y a media tarde llegué a Bahía Creek donde me esperaban nuevas aventuras.

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