México es la tierra de Thalía, la reina de las novelas desde que «María la del Barrio» se estrenó a fines de la década del ’90 (si no la vieron les digo algo importantísimo: todos los clichés de las telenovelas se conjugan en esta adaptación de «Los ricos también lloran»). El melodrama en este país es una de las características que más marcó la época dorada de su cine (hablemos de Dolores del Río y Pedro Armendáriz, con una extensión en la televisión con Verónica Castro, por qué no) y del que, aparentemente, algunos directores vuelven, aunque no de manera directa. Porque las raíces tiran. Sí, pueden tirar más que una junta de bueyes, como quien dice.
En Reacciones adversas (México, 2011), Daniel, el protagonista, toma psicofármacos para poder sobrellevar una depresión. Como todo medicamento, puede tener… reacciones adversas. Lo que sigue es una serie de sucesos en los que no nos queda del todo claro qué pasa en la realidad y qué pasa en el mundillo de la imaginación de Dani, producto de los efectos secundarios que ya están del todo claro: fueron leídos en voz alta para que el espectador los sepa. Entre otros, las alucinaciones juegan un papel primordial, con las voces que le indican qué debería hacer. A veces, esas voces tienen forma, como la de un yanqui o un perro que específicamente le aconseja que debe dejarse de tratar como tal. Si esto fuese «American Horror Story» yo pensaría en que un perro hablando sería un guiño total al Son of Sam, David Berkowitz que, lejos de sólo ser una canción (una fantástica canción, por cierto) de Elliott Smith, fue un asesino serial que acechó las calles de Nueva York en la década del ’70. Pero en el contexto de una película letárgica, que estaría mejor en otro tipo de festival, cuyo ¿héroe? Se enamora y finalmente puede actuar gracias al poder del amor (con un accionar que nada tiene que ver con Huey Lewis & The News y todo con Patrick Bateman) la referencia que suena por todos lados es «Marimar», otra novela de Thalía en la que Pulgoso (con ese nombre es un can, claro está) solía acotar y dar su propia opinión sobre lo que pasaba en escena. Y ya que el poder del amor nos compete, lo cierto es que en las escenas románticas estuve un poco esperando que Daniel o Paulina reventase, se transformara en cucaracha, hiciera algo para agregarle cierto extrañamiento. Si Araki lo hace y todos entienden el por qué, realmente en este largo, el primero de David Michán, había lugar.
Sin tanta sangre, ni terror, ni tampoco una dosis de bizarro (bueno, tal vez el perro. Un poco), «Reacciones adversas» juega con la separación casi imperceptible entre realidad e imaginación. Eso diría si, desde el título, no me hubiesen guiado a pensar y recordar que Dani estaba bajo los efectos de los psicotrópicos de venta legal, dando como resultado que ni siquiera pueda pensar en un terror psicológico. Aunque no llegue a las grandes películas que dicen haberlo influenciado (Taxi Driver, Memento, Fight Club) eso no impide que sí pueda hablar de una película prolija a nivel estético, con mucha oscuridad, planos cerrados (¡Claro! ¡El protagonista está deprimido!) y con un guión que, aunque algo meloso, sigue el principio de «la pistola de Chéjov» (no se deben introducir elementos en la trama sin ningún motivo) aunque por momentos parezca ser un tanto forzado o para darle énfasis o excusa a un acción.
Y sino, preguntale al que se rió de Paulina.
Ludmila Iara K.