Salgo al jardín a mirar el limonero. Salgo a mirar al zorzal que ha hecho un nido en el limonero. El nido que ha soportado la tormenta y el viento de la última semana. La gente de la ciudad dice «que tiempo loco» como si los elementos fueran estáticos, como si las nubes aparecieran de golpe, se materializaran y con ella la lluvia. Que tiempo loco decimos como si la lluvia fuera algo que nos estuviera pasando a nosotros, como si el viento fuera un obstáculo en el camino. Escuché a una persona educada diciendo ¨pensé que el tiempo de las enfermedades había pasado¨. Nos vamos a Tigre. Otra vez, como aquella vez, tengo todo lo que deseaba: una casa en el río, una casa en el campo, hasta tengo una casa cerca de la estación. Sin saber que lo tenía, sin saber que lo deseaba. Murió Andreas y como siempre nos indicó dónde estábamos. Me iluminó diciéndome quién soy: un cronista, un coleccionista. Andy me conectó con Rocío, la ex mujer de Andreas, que me recordó nuestro fugaz encuentro en Koln y que recordó al pasar que a Andreas mismo lo conoció en Colonia, Uruguay. Yo también tengo My own private Idaho con Colonia/Koln. Muchos argentinos tenemos nuestra historia personal con Uruguay, algunos, como Mairal llegan a escribir su novela al respecto. Que un alemán la tenga es mas raro. Aunque estimo que en el futuro Uruguay será el lugar a estar y no solo para los argentinos. Uno de mis pasajeros de este verano, un piloto de de vuelos transatlánticos llegó con la idea de comprar algo en Uruguay porque creía que ese sería su lugar. Yo le confirmé todas sus intuiciones aunque le advertí que debería buscar otra persona que le hablara mal. ¨You see, Uruguay¨ le decía a su esposa feliz de como se escuchaba esa palabra tan extraña que debe sonar en inglés tan exótica como Tumbuctú. Martín mismo me dijo en otra conversación: ¨me encanta Uruguay, odio a los uruguayistas¨. Un sentimiento análogo me mantuvo lejos de Brasil por demasiado tiempo. Hasta que estuve allí y supe que es un continente, un mundo propio y que eso nos da demasiada envidia. O miedo de perdernos en él. El zorzal se posa cerca y abandona el nido cuando nos ve. Tiene que ser una señal la de este nido tan cercano o, tal vez, más probablemente, el trabajo de un zorzal joven y sin experiencia con los humanos y otras bestias. Hay varios Andreas en mi vida. Está Andy, una especie de ángel guardián y demonio, está Andreas H. (uno austríaco, uno alemán) y está Andrea, mi bisabuelo italiano nacido en Paris. Hubo una Andrea de San Martin de los Andes también, but not anymore. Ahora me doy cuenta que a Andy, tan presente y demiurgo de mi segunda vida me lo presentó Carolina, de la misma manera que yo le presenté a Oxman, tan presente y hacedora en la suya. Lo hicimos, ambos, porque vimos las afinidades y lo hicimos con generosidad, porque ambos sabíamos que esas afinidades eventualmente nos separarían como de echo lo hicieron. Eso es amor. El cantante de The National sacó su disco solista de crooner indie. Otro capítulo de nuestra adultez. El zorzal tiene uno de los cantos más bellos que existen. Ese silbido penetrante de las madrugadas. Cuando me mudé a Leloir me ensordecía y me mudé a Leloir porque una vez en el jardín de mi tía tomábamos mate y los zorzales andaban por el pasto recién regado y yo pensé que eso era lo que yo quería. La ley de las compensaciones. La Patagonia tiene su zorzal pero es un zorzal que apenas canta, la pampa aburrida como puede ser tiene el zorzal del pecho colorado y ese silbido hipnótico. Se escucha sobre los edificios en las madrugadas de Buenos Aires también. Yo creo que zorzal, en inglés, trush, es un excelente nombre para banda de post rock. Y pienso también que los que no somos nativos debemos pronunciarlo como basura, trash. Cuando viví con Andreas en Frankfurt por un mes se vino abajo un estante de la cocina, todas las especias y los fideos desparramados por el piso. Mi primera reacción (fue eso, una reacción) fue empezar a juntar las cosas pero Andreas me frenó. Pará, pará. Y me dijo que mirara como habían quedado los espaguetis desparramados formando una figura en el piso. Los dejamos ahí por una par de días hasta que los comimos. Cuando regresé a Buenos Aires me mandó una foto con el estante vuelto a su lugar colgado en la pared y las especias ordenadas en frascos. Estoy ordenando mis pensamientos me escribió o algo así. En Leloir tuvimos por el tiempo que viví y vivimos allí una pareja de horneros con su nido. Los observábamos con un telescopio que habíamos comprado para mirar la luna. Más que observadores éramos espías. La idea de posesión es tan fuerte, tan natural que confunde. Creemos tener lo que en verdad no tenemos y podemos poseer todo lo que necesitamos sin saberlo. Mario, una tarde en que volvíamos de Port Sollers por la ruta de la Tramontana me lo dijo, como si fuera algo personal, ¨Santiago, seguramente estás destinado a ser dueño de todo sin ser dueño de nada¨; a ser un invitado, tener todo sin tener nada (como si no lo fuéramos todos).

San Antonio de Arredondo. Esta mañana vi dos zorros como dos amigos de parranda. Salí temprano con mi bicicleta a dar una gran vuelta por el lago y cruzar las sierras por el camino del Pan de Azúcar. Anoche había tenido un sueño de ayahuasca. Pompidou venía a decirme algo acerca de esa visión que tuve de alguien poniéndose un pullover y el brazo que se desliza en el vacío total (para llamarlo de algún modo). Hay un cuento que se parece de Cortázar pero no es eso. También me quería explicar o defender de un personaje cercano que en verdad era Rodrigo que en verdad era el diablo. Bajo un gran puente, un poco más allá del embudo del dique, vi unas golondrinas azuladas revoloteando. Me quedé maravillado. Después buscando en google las encuentro con el nombre de golondrina negra (Progne elegans). Es un negro que es un fucsia que es un azul que es un destello. Junto con los zorros, las golondrinas con su espectáculo son la continuación del sueño. El otro día vi cóndores. Y un poco más atrás (en el tiempo) una mulita y otro zorro. Alguien me envió un video de un puma cerca de Junín. Los zorzales en la madrugada. Mis alegrías. Leloir que regresa. Esos días felices que por alguna razón rechazo a veces, como si hubiera estado perdiendo el tiempo. Una época en que me había decidido simplemente a vivir día por día sin ninguna prisa porque tenía toda la vida por delante.

PD: en mi top ten de canciones de la década está White Trash de Elvis Depressedly, mi cantautor favorito. Una traducción inexacta, bestia y también genial sería Zorzal blanco. Hay varias mezclas de la canción, una se llama: drunk mix. Definitivamente te admiro Elvis.

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