Tres películas de Lodge Kerridan y dos de Jon Jost.
Las tres películas de Kerridan (Keane, Clean, Shaven y Claire Dolan) son muy diferentes entre sí y cada una pareciera explorar las posibilidades de un punto de vista. Las emparenta la voluntad de realismo y precisión. Siempre pensé que la experimentación tenía mucho más la intención de lograr un retrato más fiel del mundo que alejarse de él. En Keane tal vez esta voluntad de precisión y exactitud es evidente, película en primera persona del género flujo de la conciencia. De estos experimentos conocemos muchos y estamos cansados también; por suerte no es el caso, aquí el director siempre está deseoso de contar una historia, incluso si nos exige una y otra vez que tomemos posición. Keane es el apellido de un personaje que busca desesperadamente a una hija robada. De a poco entendemos que está loco, dudamos de qué pasó. El azar de los encuentros lo pone a cuidar una niña. Estamos en otro mundo. El personaje se estabiliza y nos desestabilizamos nosotros. Es un twist en la trama notable. En Clean, Shaven hay también un padre que busca a una hija. Pero también hay un asesinato no resuelto y hay un policía barranca abajo entre otras cosas. El registro aquí es otro. El flujo del pensar es otro también, un pensamiento que se expresa en pequeños films experimentales. Esta fue su película debut. Es una película de género (¿hay alguna que no lo sea?) y hay una atmósfera hermanos Coen sin cinefilia. La tercera que vi, Claire Dolan, es en verdad la segunda (hay una película perdida, sí filmada y desaparecida, como el disco de Love & Rockets que se perdió en un incendio). Aquí no hay flujo de conciencia, hay distancia, hay acciones que no sabemos bien cómo descifrar, palabras que parecen vacías. Como para recordarnos que cada film exige su medio de expresión aquí la fotografía es notable, bien podría ser un estudio sobre la arquitectura modernista y postmodernista de New York. Una prostituta busca escaparse de su chulo. Es poco, es suficiente para ver una película subyugante, Egoyan like. Hay género, hay misterio, hay experimentación. Tres películas norteamericanas.

Hacía tiempo que queríamos ver en el cine más cosas de Jon Jost. Conocíamos la excelente All the Vermeers in New York que nos había dejado con ganas de mucho más. Aquí encontramos una mini-restrospectiva de su obra. Nos apuntamos a todas. Empezamos con Last chants for a slow dance de 1977. Cassavetes meets Johnny Cash (¡agarrate esa!!). Road movie aunque sean pocos kilómetros. Mucho más que del género se trata de los que significa allá arriba, go for a ride. La peli es llevada adelante por un personaje que vemos en distintas alternativas, el monólogo, la discusión (improvisación) con su esposa, la tercera persona, el retrato a través del paisaje. Aquí y allá se alternan las canciones como pequeños cuentos de Carver. Al final descubrimos que es un thriller. Cuando finaliza leemos que la peli fue rodada en una semana y costó 3000 dólares. En el reportaje para el diario del festival se ríe de los festivales, dice que es un negocio de los que programan, que filman los que hacen carrera para conseguir dinero y que el último año ganó 10.000 dólares en total. Nos cae simpático, sí, muy simpático.
Comenzó la presentación de Rembrandt Laughing diciendo que la filmó con un grupo de amigos y que se drogaban mucho en esa época. Lo queremos, sí. La película está lejos de ser un retrato de descontrolados, más bien es la introducción a una vida sencilla. Hay otra América. Dicho por él mismo es también un retrato de San Francisco. Se pierde a veces y está salpicada de pequeños experimentos visuales sin razón aparente pero hermosos. Cine independiente de alguien que pasó más de dos años preso por oponerse a Vietnam, es decir, de alguien que está dispuesto a sostener con acciones los discursos. Vamos a por las otras.

Santiago B.

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