Entre las cosas que pensé y nunca realicé (ni voy a realizar) está la de hacer un libro de fotos de mapas. No cualquier mapa. Mapas que me han dibujado muchas personas que fui encontrando por el camino. Yo creo que es una buena idea. Debería hacerla. Más o menos detallados; más o menos explicativos, con mejores y peores dibujos, siempre de puño y letra. Como cuando guardé (hasta que perdí) el papel dónde batichica me escribió su número de teléfono. Recuerdo incluso el gesto cuando arrancó un pedazo de papel de un cuaderno y me escribió con una letra desgarbada como ella su mail y teléfono. Lo use, ese papel, como prueba de que era verdad que nos volveríamos a encontrar. Ahora si alguien te da un teléfono va directo al celular y se pierde cada vez que el aparato se cae al agua (ya me pasó dos veces). Jua. Es la primera vez que me quejo de la muerte de la escritura. Mapas, esquemas de caminos que debía tomar para llegar a algún lado. Una vez entré a Brasil desde Bolivia y me metí por el pleno campo. Como referencia tenía un mapa de toda Sudamérica que había comprado en Perú. Apenas tenía algunas líneas que simulaban ser rutas. Yo lo mostraba y señalaba un punto más abajo a dónde quería llegar. El punto estaba 3000 kilómetros más lejos. Y llegué. Por medio del campo. Fui aprendiendo algunas palabras en el camino y cruzando tranqueras, reservas y caminos secundarios, terciarios y simples huellas llegué a la ciudad de Cuiabá en Matto Grosso du Norte. Otra especie de queja de otra época. Si uso GPS me pierdo lo más lindo que es charlar con los paisanos del campo y la mejor manera de empezar conversación es preguntando cómo llegar. Así anduve por montones de caminos perdidos en Uruguay por ejemplo. El gaucho uruguayo tiene una tendencia a la espiritualidad y la metafísica. El patagónico a la forma correcta de hacer un cordero y el viento. Siempre pregunto por el león. Y león hay por todos lados. A veces me doy cuenta que piensan que soy una especie de biólogo policía que averigua sobre la caza furtiva del puma. Nop. Tan solo que el león es mi espejo y destino. Algún día quedaremos cara a cara. Entonces, como en la película Tropical Malady o le daré caza o me dejaré comer y me convertiré en él. Entonces podré decir como Rimbaud (o pensar porque estaré muerto): jaguará ixe; eu sou uma onça. Más o menos así.
Dj malhumor.
PD: el papelito que me dio Batichica apareció en una agenda vieja. Y si quieren saber qué es una agenda pregunten a sus abuelos.