“Criar a un hijo adolescente es más difícil que hacer un documental, pero tratar de hacer las dos cosas al mismo tiempo es una locura” afirma Ross McElwee. Y esa locura es el punto de partida de Photographic memory (2011), un diario personal en el que McElwee comienza retratando los cambios de su hijo adolescente, tratando de entender cómo aquel niño adorable se transformó en este adolescente hosco, para luego volverse un proustiano desplazamiento al pasado. Ross McElwee, decide volver en el tiempo y emprender un viaje a un pueblito francés, en donde 38 años atrás ejerció la profesión de fotógrafo de bodas. Y, armado de viejas fotografías y pequeños cuadernos escritos a mano, tratar de reconstruir aquella época (incluido un viejo amor perdido) en donde tenía casi la misma edad que su hijo hoy. Los recuerdos, por supuesto, ya no son los mismos. El paso del tiempo termina enseñándonos que el material menos confiable, no es el digital ni el analógico, sino aquel sobre el que están grabados los recuerdos.
De McElwee también se exhibe en el festival: Sherman’s march (1986), un clásico del cine (norte) americano, cualquiera sea su genero, aunque tal vez uno de sus muchos méritos, sea el de haber inaugurado uno. Un documental que comienza de una manera, para después transformarse en otra. La idea de contar un momento histórico (la marcha del general Sherman durante la guerra de secesión en USA) da paso a lo personal (el corazón roto del director) en este increíble road movie. Película que consagraría a McElwee y colocaría su nombre entre los más destacados en el panorama del cine norteamericano.
Entre sus particularidades se encuentra la de poder escuchar la voz de Richard Leacock, otro de esos nombres míticos del documental (recuerden 1 P.M. aquella película que comenzó con tres autores, Leacock, J.L. Godard y D.A. Pennebaker, para, casi, terminar sin ninguno), encargado de la narración histórica.
El paso del tiempo entre Sherman’s march y Photographic memory, y la posibilidad de verlas juntas, agregan un plus importante a estas películas. No es solo una época lo que las separa, sino una parte importante de la vida de su autor. Quien con su obra fue creando una especie de En busca del tiempo perdido en clave cinematográfica, en donde los formatos tecnológicos (del 16mm al digital más hogareño) solo nos muestran cambios técnicos a través del tiempo. This memories can’t wait, como dice la canción de los Talking Heads. Y cuando esto ocurre, cuando las memorias no pueden esperar, cualquier herramienta es útil.
Lo único que necesita Ross McElwee para seguir haciendo cine, es su vida.
M.A.
(Parte de este texto fue publicado originalmente en el catalogo del 26º Festival Internacional de cine de Mar del Plata).

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