Una grata, gratísima sorpresa este largometraje rodado en una sola toma por Sebastian Schipper, actor de Run, Lola, Run y The English Patient. Victoria es una bonita madrileña viviendo en una Berlín lejos de su propio mundanal ruido, casi autoexiliada. La película la encuentra en una disco subterránea bailando al ritmo del estroboscopio, claramente sola, sin amigos, tratando de invitarle una copa al barman. A la salida se encontrará con cuatro «verdaderos berlineses», una pandilla de chicos pendencieros que de a poco demostrarán tener corazón a pesar de su evidente naturaleza díscola. Victoria, quizás muy sola, decide plegarse al flirteo que le propone uno de ellos, sumándose al grupo un rato, lo que indefectiblemente la llevará por un intenso tour de force berlinés que no dejará género sin visitar: de la comedia romántica al drama, el suspenso y el policial, todos en un después de hora indefectiblemente alemán.
El truco de realización, que la película se haya hecho en una sola toma, es la mejor forma para sumergir al espectador en la trama, viviéndola minuto a minuto con la propia protagonista, acompañándola en algunas decisiones claramente erróneas, esas que la llevarán a extremos impensados, quizás, para ese personaje. Lo brillante de todo el impresionante despliegue visual es que la cámara explota con una impecable seguridad los recursos, utilizando los encuadres y el foco como esenciales herramientas dramáticas, un plus inteligente de resultado impecable, que sin duda marcará escuela. Conviene no contar mucho más de la trama. Conviene dejarse llevar por las dos Victorias, el personaje protagónico y la película. Conviene dejar que esos beats nos lleven a donde sea que nos quiera llevar esta fábula rabiosamente moderna.
