Up in the mountain

Esta mañana salí con la bici a devolver el equipo. Llevaba en la espalda las piquetas que parecen armas de guerra; sobresalían de la mochila hacia los costados de manera bastante amenazante; corté hojas de árboles, asusté señoras y taxistas. Anoche llegué pasada la medianoche y mientras comía un salame terminé de ver la chica del dragón tatuado (o algo así). Me encantó. La chica, la película, esa madrugada. Es mucho mejor que la versión sueca (supuestamente original) y supongo que mil veces que el libro que no pienso leer nunca pero nunca. La dirige Fincher. Mi habitación se parece cada vez más a un campamento. Shackleton en su cuartel de invierno rodeado de libros, tapado casi por la nieve, esperando. La infinita paz de un campamento en días sin viento como nos tocó. Cuando ayer comíamos ya en la ciudad bajo unos árboles tranquilos decíamos que parecía domingo y no lunes. Domingo al mediodía, cuando todo es soleado. La mayoría disfrutaba que fuera un lunes y estuviéramos allí lo más panchos. Para mí el extra lo daba que ayer pasé la noche del domingo sin saberlo. Organicé mi vida para evitar el atardecer de los domingos. Qué querés ser cuando seas grande? No es el qué, es el cómo. Como si no hubiera tiempo, como si cada día fuera un nuevo y único día. El mismo día fresco. El primer día de la humanidad.

Nos levantamos a las 4 de la mañana y salímos en la oscuridad en fila; las lámparas frontales dando un pequeño haz de luz, caminando lentamente como si fuéramos una lenta e insidiosa invasión extraterrestre. Hacia un lado las paredes de roca y la noche, a nuestras espaldas y desde la planicie la mañana que avanzaba. Después el primer rayo y la montaña que se vuelve anaranjada, roja, tierra. Toda la fatiga para ver esa transformación. Y llegar a una cima. El punto donde ya no hay más arriba. Hay otros puntos más altos claro, pero aquí ya no se puede subir más. Y abajo las nubes. Y entonces estamos todos alegres; y nos abrazamos y felicitamos por haber hecho algo inútil. Abajo, como en las películas, como en L.A. vista desde Hollywood, la vida continúa. Ya bajaremos a hacer cosas con sentido. Y a tratar de convencer a otros que acá arriba todo es bello. Dejé las piquetas y los crampones y volví a casa a escuchar la música nueva del día. Un dúo llamado Escondido. No podía haber esta mañana mejor nombre. Un disco bárbaro che, The ghost of Escondido. Una canción para empezar la semana; Special Enough. Se consigue en Exystence.net De nada.
Dj malhumor.

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