Two Lane Blacktop, de Monte Hellman

Las Road Movies suelen tener dos ó tres características que las definen, más allá de las obvias (una ruta, algún medio de transporte, gente que se traslada): el motivo del viaje, por lo general, pierde peso frente a las experiencias vividas; los personajes y las situaciones que se topan en el camino son llamativas -por ponerlo de alguna forma- y, ante todo, el viaje termina transformando a quienes lo realizan. Si bien -al parecer- no es a propósito, la película de Monte Hellman atenta contra las «reglas» de la road movie. Algo que no resulta del todo gratificante, pero tampoco la transforma en una mala peli de ruta.
Al comienzo le cuesta un poco arrancar (sí, broma tonta, lo sé), pero la película empieza a ponerse interesante a los veinte minutos. Es cierto que esta aseveración es tendenciosa (me quedé dormido los primeros quince minutos), pero resulta interesante ver como a medida que avanza la «narración», los personajes se ven menos herméticos (aunque no mucho) y las situaciones se vuelven un poco más interesantes, aunque no menos repetitivas. Ese es uno de los mayores problemas de la película de Hellman: el guión no tiene una estructura hollywoodense clásica (los aplasusos y/o abucheos corren por tu cuenta, oh! lector/a!) y termina haciendo un poco de agua, ya que las situaciones tienden a repetirse (enfrentamientos con la policía, histeria femenina, etc.) y los tiempos se estiran un poco demasiado, asemejándose a los de Vanishing Point -sí, referencia obligatoria, de visión obligatoria-, pero quizá menos trabajados, con encuadres un pelín menos obsesivos y personajes un pelín más estereotipados.
Eso sí: nunca sabemos los nombres de ninguno de ellos, sólo el de sus roles (el Conductor, el Mecánico, la Chica) y el GTO, un personaje tan divertido como insoportable, de acuerdo al auto que maneja.
En IMDB la llaman la «2001 de la carretera», y sí, se fueron un poco al carajo. Aunque su lentitud en el desarrollo hace que la comparación no sea tan desacertada.
James Taylor y Dennis Wilson están muy bien. En especial el cantante, con el entrecejo semifruncido, las manos sobre el volante de manera casi permanente y esa sensación de swinging sixties, de alegría y desparpajo, sólo relacionada con los autos. Después de todo esta es una de las pelis más tuercas que hay por ahí, hasta el punto de cansar tanta apertura de capot…
Ah! El casi cameo de Harry Dean Stanton se lleva las palmas (en más de un sentido).
Una buena peli, no tan a la altura de su leyenda…

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