Una historia lineal, bien contada, con el argumento por encima de cualquier preciosismo estético. ¡Gracias! Rohmer se mete con una de espías, y por supuesto no lo hace mal. Tampoco lo hace deslumbrantemente. 1936, París, un espía ruso antisoviético (¿antisoviético?) y su mujer griega, que quiere y no quiere saber más de los negocios del marido. Y sus vecinos comunistas, y los periódicos, y las noticias, y las huelgas y todo el paranoico clima de la época. Seguramente Rohmer habrá vivido esa época. Impecable. Y, por otro lado y quizás por eso, poco festivalera.