Me dejaron una nota en la cocina con un plano de la casa y la ubicación de los tomates que debo regar dos veces por día. También tengo que alimentar a una gata llamada chica. ¿Cómo llegué a este pueblo de los alpes austríacos? En Frankfurt cambié la bicicleta en la que venía que era mucho más para hacer las compras que para subir montañas. En Frankfurt me encontré también con Andreas que apenas me vió me dijo: Te vas a ir de acá con una bicicleta optimal... También me dijo que quería que me sintiera un rey y así fue. El por qué de estos encuentros y el por qué de tales recibimientos es un misterio. García diría: Karma. Andreas es una especie de cocodrilo dundee tal vez algo menos flaco. Su aire australiano se debe a sus andadas por los desiertos del continente isla que recorrió hace unos años habiendo arreglado con un amigo que con el auto le había dejado depósitos de agua en puntos estratégicos. La australiana es una de sus capas. La otra, la más visible de todas es la argentina. Cuando le pregunté como lo iba a conocer me dijo: voy a llevar puesta una bufanda de Boca. Su casa es un campamento de ciclista permanente. La bicicleta colgada junto a una foto de Maradona, otra de las leonas y varias banderas argentinas. Hay fotos de paisajes también. Una de El salar del hombre muerto donde la bicicleta dijo basta y donde por casualidad lo vio un helicóptero de gendarmería que bajó a rescatarlo. Nunca tuve una camiseta de Argentina. Usé una en el partido contra México que me dio él. Me pidió también que me la llevara para el partido contra Alemania. Cumplí con el karma también y allí estaba yo gol tras gol estoico con la camiseta puesta no por lealtad a Maradona sino por lealtad a Andreas. La patria son algunos amigos. Para ese entonces ya estaba en Stuttgart; después los valles, después el río Iller, después los pueblos con olor a campo, las colinas y por fin los Alpes allá a lo lejos e imponentes. Hace tres meses estaba en los Andes bolivianos; en Potosí recibí un mensaje estilo misión imposible y casi sin darme cuenta estaba en otras montañas. Después de Bolivia, pensé, Europa en bici es pan comido. Lo mismo pensó Maradona de Alemania. Los Alpes no serán tan altos pero los caminos apuntan directo a la cima. No se cómo llegaré al otro lado pero allí voy. Antes tengo que regar los tomates. La casa tiene una inscripción de 1722 en el frente; es gigante y alberga a varios amigos que por distintas razones no están. Estoy yo y la gata. Hay un granero como en las películas con lugar para mi bicicleta, una jirafa y dos elefantes. Allí me propongo ver los capítulos de la tercera temporada de True Blood cuya segunda temporada fue terriblemente buena. Parece que ahora los vampiros se la verán con los hombres-lobo. Debo aprender como lidiar con ellos si es que me voy a adentrar en el bosque.
Dj malhumor