Un policial oriental entretenido y bien hecho. Bien festivalero. Bah, digo bien festivalero y estoy pensando en Baficis de otra época, de hace 10 o 15 años atrás, cuando los integrantes de este sitio salíamos de la sala y nos apurabamos a postear nuestras primeras sensaciones, sin dejar madurar mucho el film dentro nuestro. El cine asiático era una fija en esos años, yo me proponía empezar y terminar los festivales con una película de esas. Cuanto más descontrolada mejor y si fuera posible con un coro de carcajadas en la sala. Dame Takashi Miike y Johnnie To y después salgamos del Abasto y vayamos a comer algo a alguno de los restaurantes chinos de Avenida Córdoba. Ahora que finalmente el festival está a pasos de nuestro Chinatown, como mucho nos da para un par de porciones de muzza y una de fainá en alguno de los sucuchos aledaños. Qué garrón que es empezar a sentir que el Bafici tiene más pasado que futuro. Que garrón sentir todo tan devaluado.
Y volviendo al cine, qué garrón ser el pibe de The Scoundrels, metido en una sucesión de hechos desafortunados que lo llevan a correr por su vida en Hong Kong. Dirigida por otro pibe ¡28 años!, que estaba en la sala con su cortecito de pelo madchesteroso y que fue presentado por el embajador de Taiwán, que además se las arregló para promocionar su país como uno de los países más felices del mundo. Con ritmo, patadas y persecuciones, The Scoundrels no será una maravilla, no pretende serlo, pero zafa como un aperitivo al paso mientras esperamos tiempos mejores.

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