Atención: esta reseña no sólo contiene spoilers de Springsteen & I sino también de Promised Land, de Gus Van Sant
Desde hace años, en el iPod, de los discos de Springsteen sólo llevo Nebraska. Aparte de ese, en la computadora también tengo Devils and Dust y nada más. A Bruce Springsteen jamás le compré un cassette, vinilo o CD. Pero hace unos meses fui a ver Promised Land, la tercera colaboración entre Gus Van Sant y Matt Damon, y las cosas cambiaron entre El Jefe y yo. Hay una escena en la que el ecologista que interpreta John Krasinski necesita ganarse el favor de un pueblo chico para que entiendan que el fracking en sus tierras no es beneficioso y entonces, en la noche karaoke del bar del pueblo canta Dancing In the Dark.
Y mientras veía ese bar, que parecía un escenario de las tantas letras de Springsteen, durante esa escena con el hippie disfrazándose de clase obrera para seducir a los rednecks, fue cuando tuve antojo por primera vez en mi vida de Born in the U.S.A. Así que salí del cine y, en un ataque de completitud, abordé la obra de The Boss.
Fui derecho al principio, para tratar de entenderlo como si fuera un artista nuevo, y encontré las similitudes con Tom Waits (no me digas que los primeros dos minutos de Jungleland no son puro Waits, y no me discutan que Poncho’s Lament de Tom Waits no suena a Springsteen); comprobé cuánto le afanó U2 en su afán por conquistar los Estados Unidos y hasta vi la tan mentada influencia en los Arcade Fire. Descubrí una discografía que me debía a mí mismo y quedé a dos pasos de ser fan.
Ridley Scott & crowdsourcing
En 2011 Ridley Scott se asoció como productor con YouTube para lanzar un proyecto super ambicioso: Life in a day, un documental filmado el 24 de julio de 2012 con la colaboración de todos los que quisieran aportar un video de lo que hicieron ese día desde cualquier lugar del mundo. Con Springsteen & I vuelve a estar metido y no es casual que el proyecto use el crowdsourcing como herramienta de recolección de material.
¿Quién puede saber más sobre Bruce Springteen que sus fans? La respuesta podría ser Springsteen mismo, los miembros de su banda, los productores de sus discos, sus contemporáneos. Pero el documental rocker biográfico no es particularmente taquillero, le gusta sólo a los fanáticos y no logra más que un lanzamiento en DVD y/o una proyección en el cable para pocos.
Este experimento de mostrar al Jefe desde las ganas que tiene cada uno de sus seguidores de compartir su experiencia con él es una apuesta ya ganada desde el arranque. Springsteen & I, Bruce junto a cada uno de los que componen su público, una película con la intención de explicar el fanatismo que genera este working class hero. Eso le gusta a mucha más gente y consigue un lanzamiento en cines, para muchos.
Armado desde la web desde el inicio, este documental viene con un soporte de social media tan bien cuidado como el resto del proyecto. Una pasadita por el site (http://www.springsteenandi.com/) es una clase maestra de cómo usar las redes sociales en 2013: Twitter, Youtube, Instagram y Vine para coleccionar el material de los fans, un concurso para que tu ciudad tenga preview exclusiva, una sección para comprar las entradas en el cine de tu pueblo o ciudad (en cualquier lugar del mundo en el que vivas) y una solapa para anotarse y recibir el newsletter del Boss.
El único contenido original en la web de Springsteen & I son el trailer y los posters para bajar: el resto es igual que el documental, un ejercicio a gran escala de crowdsourcing, un sitio construido con la colaboración de todos, como la película. La experiencia entera es Springsteen & vos. Es Springsteen & cada uno de los que al menos, como mínimo, hagan click en el site.
Bruce Springsteen & I from Versión Digital on Vimeo.
Springsteen & fans
Quizás por el suceso de Searching for Sugarman en 2012, en gran parte basado en el amor de ese fan que nunca se cansó de buscar a su ídolo aun cuando lo creía muerto, este año llegaron a los cines dos documentales que giran en torno a la misma idea: la relación fan-banda. El primero fue Stone Roses: Made of stone, de Shane Meadows (reseñado previamente aquí). Y este es el segundo.
Los fans de Springsteen no se diferencian en nada con los de cualquier otro artista, solista o banda: se identifican con sus canciones, sobreanalizan el significado de cada acción del ídolo y serendipitizan* cada evento de sus vidas en torno a la música que adoran. ¿Por qué no?
Como documental, Springsteen & I juega la carta del crowdsourcing para presentar a sus fans en un collage que no se diferencia, o quizás busca replicar, a uno de esos buceos en Youtube en los que empezás por un video y después seguís la sugerencia que aparece al costado y así, dos horas después, estás viendo cosas que jamás habías pensado existirían o algo que no tiene absolutamente nada que ver con tu búsqueda original.
En el caso de este film el tema no varía, es siempre Springsteen, pero sí sucede ese efecto cadena de improbabilidades y hay una enorme cantidad de fans con sus historias que se van llevando, como si se sugirieran a sí mismas, cada vez más lejos. Mechando los testimonios de los fans y a modo casi de separadores van videos semi inéditos del Boss en distintas etapas de su carrera, y el efecto “noche al pedo frente a la compu con Youtube” es perfecto.
Asi el documental trabaja como una colección de risas, piel de gallina y alguna lágrima, todo inducido y coherentemente manipulado por un equipo de edición que aparentemente destiló más de 300 horas de video y rompió un record de diversidad de formatos al amalgamar imágenes obtenidas desde teléfonos, cámaras de fotos y filmadoras de todo tipo. Sin embargo queda clarísimo el tono global de esta máquina de vender discos y llenar estadios (ya que al final del día de eso se trata todo) en la época del download pirata por la omisión intencional del Springsteen comprometido políticamente. ¿Acaso nadie mandó un material que lo linkee con sus ideales?
Al menos en Estados Unidos, y para el resto de sus fans del mundo, la postura social y política de Springsteen es de público conocimiento y una actividad a la que le dedica buen tiempo desde los 80, no sólo en sus letras. Walsh, decidió dejar afuera todo el material sobre su actividad relacionada con el 9/11, su obra benéfica y videos donde según el director se “endiosaba” al Boss. Para el realizador, el foco debía ser los fans y su relación con Springsteen y su música lo que para mi aún sabiendo muy poco del jefe es un desatino. Pero bueno, como se sabe la imagen del rockstar global no es culpa del rockstar si no de la discográfica que le da de comer.
Igual la película funciona en cine y seguramente se convierta en un pequeño clásico del DVD. De hecho, me gustó tanto como para verla dos veces y más que salir corriendo a comprarme la remera he dado el primer paso: ahora espero con ansias su próxima gira para verlo en vivo y después, quizás, compre la remera para poder declararme también un fan más del Jefe.
TXT: Beto Jet-O
http://betojet-o.blogspot.com/
* Serendipitizar: segun Beto, el acto de buscar serendipidades de prepo.