Este año empecé tarde por culpa de ese trabajo que se come mi cerebro. Ya pasó un día y medio de funciones (unas 150 películas ponele), y como no compré anticipadas tengo que conformarme con llegar y agarrar lo que haya. Estudio el panorama nocturno, y veo que solo puedo elegir una y que sea en el Atlas Santa Fé. Dos opciones: Chelsea on the Rocks y Sita Sings The Blues. ¿Documental de Ferrara sobre un albergue de artistas famosos o animación artesanal? Hoy estoy para correr riesgos, esto recién empieza y todavía puedo darle el lujo de dejar a los viejos conocidos para después. Me arriesgo y me meto en la de Nina Paley. Durante los primeros minutos no me arrepiento de mi decisión, a pesar de los títulos que podrían ser proyectados en cualquier rave para consumo flashero de los jovenes danzarines. Un antiguo cuentito hindú da pié a que la estética de tapices de restoran étnico se anime y nos cuente la historia de Sita y Rama (a quién el subtitulado insiste en llamar Ram). Esto se mezcla con una historia de una pareja y su gato que viven en nuestra época en San Francisco. Los dibujos del presente estan garabateados y contrastan con el detallismo del pasado. El recurso está muy bien logrado, y hasta podría haber sido usado un poco más. Hay además, una decena de canciones de fines de los años 20. Jazz finoli con una voz agradable y ruido de púa que calzan justo con las idas y vueltas de la historia de amor. Toda esta mezcla funciona muy bien durante un rato, después se alarga más de lo aconsejable. Si la hubiera visto en casa la hubiera terminado en play X4.

Jota Pérez

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