En el país de los ciegos, y en Argentina también, el tuerto es rey.
Radiohead se veía venir como la gran banda para escuchar en el auto. The Bends y OK Computer son las versiones modernas de unos compilados pedorros que había cuando yo era chico. «Música para tu coche» creo que se llamaban. La música nada que ver, esos casets iban de Fausto Pappeti a Roberto Carlos ponele. Pero el título era buenísimo. Y los discos más logrados y exitosos de los cabeza de radio se ajustan perfectamente a él. Un track panorámico atrás de otro para ayudarte a mantener los ojos en el camino e imaginar tu propia road movie.Ok Computer es para la autopista al atardecer, The Bends es más rutero.
Aquellos eran también grandes álbumes para aviones. «Música para tu avión». Tengo buenos recuerdos de la época en la que todavía no habían prohibido el uso del discman en los despegues y en los aterrizajes. Ok Computer llegando al aeropuerto de Ushuaia mientras los pilotos transpiraban con las maniobras intrépidas para atravesar ese viento choto capaz de volar turbinas y ruedas y las viejas rezando para que el chabón le emboque a la pista.
Pero entonces se hicieron muy famosos y casi casi se creyeron lo que decían en un tema «I’m back to save the universe», un toque antes de desbarrancar pegaron un volantazo y se recluyeron en un autismo musical solo apto para fans muy fans. Y yo que esperaba «Música para tu taxi espacial» y más de esas guitarras superpuestas, más punk floyd, más neurosis hecha haikus reconvertidas en letras para un mundo hecho mierda, me encontré con discos que envejecían rápido y mal. Kid A lo compré el día que salió y cómo disco para escuchar entero me debe haber durado un mes. Amnesiac me lo grabé unos días después de la edición mundial. De Hail to the Thief ni me acuerdo, creo que fue solo mp3 y ni sé donde quedó después de la única escucha con atención.
Para el álbum parido en Internet y con el apellido mp3, me anoté como cualquier webón, sin pagar un peso porque no tengo tarjeta. Nunca me llegó el mail que me abría la puerta para el download y me lo terminé bajando de Mamushka Dogs.
El día del download mundial me lo escuché enterito en mi MP3 chinese en los viajes que me tocaron en la jornada. Ahí no pasó nada, las canciones fueron pegando de a poco y con el correr de los días, y por pegar me refiero a ese impacto que te hace querer escuchar un tema otra vez apenas termina.
All I Want fue en un pasillo de canal 13, mientras esperaba al chabón de seguridad leyendo las instrucciones de evacuación en un cartel en la pared. Cuando entrás al canal te toman los datos y te sacan una foto con una webcam que funciona con windows 95, después viene un gordito que te acompaña hasta el lugar donde vas y al que tenés que esperar para volver a la calle. Nunca probé irme solo, pero una vez me perdí siguiendo los carteles verdes de salida y llegué a una recepción más moderna y con chicas. A mí siempre me toca entrar por una especie de galpón donde está el fitito de Duro de domar, me reciben los de seguridad y una fila de motoqueros impacientes que esperan al gordito este. Encontrar esa recepción más iluminada fue cómo llegar al otro lado de la isla de Lost. Esa tarde miraba el plano de evacuación y pensaba donde estaría la recepción cool, y Thom Yorke cantaba «I am all the days that you choose to ignore». Entonces llegó el gordito junto a uno de maestranza, se reían y verdugueaban a otro, cuando dijo «ese chabón es re-gato» subí el volumen, me apoyé en la pared del ascensor que es para 11 y se parece mucho a cómo imaginaba de chico las cabinas de teletransportación. «It’s all wrong/ It’s all right».
Nude me atrapó con las barreras bajas un lunes a las 9 de la noche en un paso a nivel mal iluminado en Villa Crespo (al que me hable de Palermo Queens le bajo los dientes), el peor lime de las últimas semanas sumado a una urgencia laboral que me comía la nuca multiplicado por la llegada tarde a un lugar donde no iba a pasar nada, fueron disueltos por esta canción fantasmal que rebotaba en los vidrios del auto. La identificación con el «Don’t get any big ideas» de la letra y el murmullo sin cuidado de los quichicientos autos que me rodeaban desaparecieron completamente con la música. ¿Soy yo o el final es MUY Sigur Ros?
House of Cards fue a las 10 de la mañana en un 109 con todas las butacas vendidas, lleno de viejas y embarazadas. Yo iba parado frente a un Bob Patiño que estaba despatarrado en la parte reservada para sillas de ruedas, una chica muy moderna que refunfuñaba ante cada frenada y un chabón tatuado con baranda a chupi que ante cada pozo que agarraba el bondi hacía arcadas y parecía que iba a vomitarle el flequillo a la modernita. Yorke se hacía el langa «I don’t want to be your friend/ I just want to be your lover». El chofer manejaba y hablaba por celular a la vez. El colectivo de al lado tenía un enfermo igual al volante. Las calles eran estrechas y todos estaban más acelerados que de costumbre. Era uno de esos días que decís que algo va a pasar. «Forget about your house of cards».
Videotape fue en la casa nueva, uno de esos días en que te preguntás que tan buena estará tu vida. Estaba rodeado por cajas embaladas repletas de cds, vhs y videos grabados con una cámara del siglo pasado. Todas sin abrir. Esperando su momento (o el mío).
Y las dos primeras canciones nunca pegaron, me gustan más como ideas de canciones, o cuando se las cuento a alguien que todavía no escuchó el disco (y sí, me muevo entre gente a la que interné le chupa un huevo). Estaría bueno que hubiera otro Bodysnachters, confío en que los lados bé traeran algo que me dé ganas de pisar el acelerador. Del resto del disco hay cachitos que zafan, pero ya es tarde y creo que me van a quedar solo las canciones que pegaron y nada más, hasta verlos en vivo.
En pocas palabras: nunca lo hubiera comprado en una disquería.
Para escuchar: el 10 de octubre (ese era el día que había que escucharlo como para sentir que uno está en la pomada).
Recomendado si te gusta: sentirte antisistema, combatir el capital.
Dijo Víctor: che, te veo mal, clavate una pepa a ver si se te pasa.
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