Hoy tuve un mediodía rocanrolero, como de los viejos tiempos baficeros. Entré a las 10.15, salí a las 14.30, y en ese rato vi una película entera, otra casi entera, un tercio de otra y un ratito -suficiente- de una cuarta. Todo esquivando los controles del primer piso del Hoyts, lo que me hace muy feliz.
Vi una media hora de Sweetgrass, básicamente porque está dirigida por alguien llamado Barbash. Documental bastante raro atravesado por balidos de ovejas. Muy bafici: si no es para vos, no es para vos. Muuuchas ovejas en paisajes de Marlboro. La escena del parto es bastante impresionante: el tipo mete la mano adentro de la oveja, tira de las patas que se asoman y saca un corderito entero, bastante grande, que al toque se para. Unos minutos después lo meten en algo impresionante que le calza justo. En mi ingenuidad pensé que era algún tipo de friqueada como «ropa para corderitos». Mejor: es la piel de un corderito muerto, «para que la mamá lo acepte» (!!!).
Pasado ese innegable cénit me fui a la sala de al lado a chusmear Centro, de Sebastián Martínez. Eso es lo bueno de los documentales: en general no me da culpa ver fragmentos. Centro muestra distintas vistas de Buenos Aires, algunas muy plásticas, otras sorprendentes, algunas fijas, otras son escenas completas con audio y personajes, como la del exorcismo en vivo. Interesante, pero si estás acostumbrado a caminar por Florida en hora pico, al final abruma.
Así que me acordé que estaba arrancando Norman Finkelstein: An American Radical. Me escurrí por la puerta de la sala 1 y al menos ahí sí había un discurso, y bastante fuerte. Finkelstein es un académico de Nueva York, profesor de ciencias políticas, judío, hijo de sobrevivientes del Holocausto, que en 1984 se indignó ante un libro muy estúpido y escribió La industria del Holocausto. Desde entonces, viaja por el mundo tratando de demostrar que el argumento del sufrimiento judío durante el Holocausto nazi no justifica la invasión de Israel a los territorios palestinos ni su despliegue militar. Por supuesto, antisemita es lo más suave que le dicen; pero también hay gente que lo banca, como Noam Chomsky. El tipo pierde su trabajo varias veces y arma tremendo quilombo en el ambiente académico estadounidense. De lo más interesante.
Ah, ¿que cuál es la que vi entera? Bummer summer, o Verano plomazo. Por mí, con el título está todo dicho. Pero es mi opinión; mejor pregúntenle a Milyyorke, que hizo la reseña.

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