Esta pequeña película logra algo bastante dificil y es el hacernos creíble, verídico el proceso de creación de un artista, y justamente en este caso, un músico electrónico, así que estamos en el terreno que nos gusta. Sí se hace bien, claro. Hay mucho amor a la música y hay una trama que se quiere, como dijo el amigo Pablo, homenaje a Vertigo. Tal vez la historia misma no esté a la altura de ese desafío pero logra todo el tiempo interesarnos. Hay un portero melómano increíble (una especie de Sancho Panza) y hay un Mr. Williams lynchiano. El personaje hace música con sonidos que va grabando aquí y allá al mismo tiempo que tiene encuentros sexuales literalmente a ciegas. En una ocasión despierta solo, solo tiene la grabación de los sonidos de ella que se va. Un momento felicísimo como solamente el cine puede darnos. Casi vale el film.

Dj malhumor.

PD: hablando de momentos felices otro hallazgo de este estilo ocurre al final de One Nite in Mongkok solo el cine puede dar a dos amantes una tan bella muerte.
PD2: Jugando al periodista nos acercamos al director de Les Invisibles para charlar un poco. El pibe es aparte de director, o principalmente, periodista de Les Inrockuptibles y Cahiers du cinema. Nos dice para dejarnos tranquilos que jamás vió un festival con tanta publicidad como este, un verdadero desafío y tortura para el espectador, los que ponemos la plata claro.

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