Se parece a Benito, uno de los aristogatos, aunque es más corpulento. Es turco. Tiene esas barbas indefinidas, que no terminan de completarse, apenas una barba. Desentona, está un poco loco y atiende el cibercafé de este maldito pueblo. Ayer tenía las manos rojas que le temblaban. Iba a perder el trabajo porque le faltaba dinero de la caja. Es entendible. Invita cervezas a todo el mundo, toma también a todo el mundo por su amigo y le encanta la frase, me pagas después. Es una lástima que este mundo apenas tolere estos personajes. Este mundo prefiere la frase me pagás ahora. Peter era mi compañero de piso por así decirlo. Es alemán y aunque es algo que queda lejos se nota, es del este. Se nota porque usa pulóveres tejidos a mano, una madre, una tía, hasta una novia. Cuando le digo que en Mallorca pagan más se le iluminan los ojos. Me cuenta su historia española. Encontró la mujer de su vida en unas vacaciones. Pero estaba con una rusa a la que la pagó todo. A ella y sus dos hijos. Seis mil euros en dos semanas. Eso es lo que gastó. Fue volver y la rusa que le dijo que no iba más. Si se lo hubiera dicho en España. No hubiera vuelto nunca. Ese sol. Y esa mujer llamada Dolores. Pero la rusa esperó que estuviera de vuelta. El jamás la hubiera abandonado. A ella y los chicos. Te juro malhumor, jamás hubiera vuelto a esta Alemania nublada. Es un poco triste, pero las penurias económicas hacen más humanos a los hombres. Es una pena. El turco me preguntó que escuchaba. Al turco (tiene un nombre difícil que no acierto a recordar) le gustan los autos y se saca fotos delante de las ferraris y audis estacionadas en la calle. El reflejo de la nieve lo aclara todo. Un resplandor difuso de noche americana. Le pasé los auriculares. Son suecos, se llaman The Legends. Parece que en Escandinavia todos son felices.
Dj malhumor, Seefeld in Tirol.