Siempre hay en el Bafici un foco dedicado a un director indie norteamericano y siempre me propongo ver por lo menos una película. Ya sean herederos de Cassavetes, Hartley o Linklater, de todos a la vez o apenas de alguno, por lo general salgo satisfecho y termino viendo dos o tres películas de esos focos. No me pasó eso con Alex Ross Perry. Vi Golden Exits y gracias. No es que sea un bodrio irrescatable, pero creo que ya me alcanzó. No es que Ad Rock, Chloé Sevigny, Mary Louise Parker y Jason Schwartzman sean insoportables acá en sus roles de neoyorkinos aburridos y neuróticos, al contrario ellos hacen más llevadero esto, más que nada porque se los ve cómodos en sus papeles. A Chloé Sevigny ya la vimos así de angustiada, la cara de que el universo se desarma frente a sus ojos que acá aparece al suponer que su marido le es infiel es una cara que le vimos en Kids hace más de 20 años. Mary Louise Parker y Jason Schwartzman también están en terrenos conocidos y Adam Horowitz no está nada mal en su rol de señor de mediana edad atraído por una chica un par de décadas menor. La chica que lo hace tambalear es Emily Browning, que también encandila al personaje de Schwartzman.
Pensaba en qué pasaría si no fueran estos los actores, si el reparto no fuera tan estelar. Nada, sería otra película de las que al día siguiente olvidás e intentás recordar ese diálogo que parecía ingenioso o esa frase matadora y nunca lo lográs. Tal vez las películas de Alex Ross Perry que dejan huellas sean las otras, dicen que son diferentes, andá a saber. Este es otro drama indie impecable en imagen y correcto en guión, pero sin los riesgos o desafíos que me hacen querer ver más de la obra de un director que recién empiezo a conocer.

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