El robot bajo el agua

Ciclo Nuevo 2006. Viernes 12-05-06

La canción es la misma

«Este chabón está limado, pero bien» dijo la chica de la bufanda roja, darkie pero sonriente, su chico, mas interesado en arrancarle la bufanda y envolverle el cuello con la lengua, sólo agregó un «msé» desinteresado. Los dos iban en busca del ascensor tratando de esquivar a los que se amontonaban para tratar de ver, comprar o manotear el disco nuevo de El robot bajo el agua del puestito de venta del sello Estamos felices.
Era la segunda vez que veía en vivo a los robots. La primera fue a fines del año pasado, también en el Nuevo. Esa vez tocaron junto a Jackson Souvenirs. Una gran fecha. Los Jackson transformados en una super banda a lo Migala y los robots estirando al extremo el concepto de canción indie. El primer acercamiento al nuevo (para mí) proyecto de Nicolás Kramer y Lucarda (dos ex Jaime sin tierra) no habría podido ser mejor. Del desconcierto inicial (¿es o se hace? ¿es en joda o qué?) al convencimiento de estar viendo algo con cierta originalidad dentro de lo que hay para ver estos días. La imagen del baterista que hacía toda la mímica del batero estrella sin tocar los parches en ningún momento no se me va a borrar por mucho tiempo. En este caso la imagen imborrable es la del pasito del robot de cartón que apareció para bailar a un costado en la mitad del show, luego cayó desarmado (desacartonado) y se quedó tirado en el piso, ocasionalmente movía una manito mientras el Robot ofrecía esa especie de soundsystem indie que es su marca registrada.
Esta vez la excusa era la presentación de Solo resta sumar, la continuación del chiste contado hace dos años en La óptica espacial desde el corazón, pero con mejor sonido y mejor resuelto.
Una base robótica (obvio, ¿no?) que parece ser la misma todo el tiempo, y que muta casi imperceptiblemente, loops que aparecen y desaparecen atravesando las canciones cómo si fueran autopistas, guitarras cálidas y precisas, percusión humana de canción de cuna, efectos de sonido orbitando en random. Y sobre esto la voz de Nicolás Kramer, a veces susurrando, o cantando cómo si contara un secreto, letras que parecen hechas con frases recogidas de cualquier charla: Una cámara digital para sacar las fotos que no sacarías con una cámara normal. Teorías cósmicas: Si el universo es una pista de baile, nosotros somos los parlantes. De autoayuda: Cuando dejas de pensar todo empieza a funcionar. Cuestiones culinarias: La comidita no está, hasta que está lista la boquita que se come la comidita o la brillante Marta y Nestor que van a comer a un restaurant (y el come del salad bar y ella se pide un choripán). Románticas (como la del bolero androide Algo y esas cuestiones del amor moderno): no te estoy ofreciendo matrimonio, ni estoy queriendo dejar a mi novia por vos, solo te estoy proponiendo que esta noche nos olvidemos de todo los dos…
En la redacción de encerradosafuera hay días que sólo se escuchan canciones tristes, El Robot bajo el agua tiene una que ya agregué al playlist de los lunes a la noche (en mi caso, el momento de mayor angustia de la semana). En realidad son dos canciones en una, en el comienzo se llama Cámara y al final Iorio. Tristeza rutera, de paisaje arrasado, perfecta para acompañar frustraciones dignas de road movie, con la letra suspirada (cómo diría Iorio, se vos lo más), y con un coro de monjes robóticos repitiendo el apellido de nuestro metalero mas extremo.

El jueves 1 de junio a las 21 hs. hay una buena oportunidad de ver a El robot bajo el agua en acción. Será la última actuación antes de que Nicolás Kramer regrese a Europa. Esa misma noche Juan Stewart vuelve a tocar en vivo, completando un doble programa imperdible para fans de Jaime sin tierra. Es en el ciclo La Comunidad, que de a poco se está instalando como una buena costumbre de la noche del jueves.
En El cubo, Zelaya 3053, en el barrio de Gardel. Entradas: $12, anticipadas: $10.
Lista de descuento: lacomunidad@proyectounder.com
+ info: www.proyectounder.com

Acerca de Solo resta sumar
robotsrsEn pocas palabras: menos es más, sobre todo si usás auriculares. Al principio se escucha cómo si fuera una sola canción, luego van apareciendo los detalles y las canciones adquieren su personalidad.
Para escuchar: tirados en una alfombra mullida, jugando a El juego de la vida o mirando el techo.
Recomendado si te gusta: ir de a poco dejando de ser adolescente.
Dijo Víctor: «Má si, ¡andá a cantarle a Astroboy!»
Linkología: elrobotbajoelagua.com.ar
 

Texto y fotos: Jack Perdido

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