El hombre de los lobos

Ayer tuve un sueño lacaniano con una palabra que veía y no podía pronunciar pero que yo sabía era la palabra que le daba sentido a todas las demás. Era la fundación entera. Era un sueño freudiano también porque despertaba con las ventanas abiertas dando a un jardín como en el famoso sueño del hombre de los lobos. Era todavía madrugada y yo me ponía a escribir este sueño en mi libreta moleskine. Pero seguía durmiendo. Y soñando. Hasta que ya no pude seguir soñando para no despertar. Empezaba a ser de día. Unos días atrás les explicaba a un grupo de turistas norteamericanos que debían cuidarse de los carteristas y los robos. Una señora mayor, negra y pelo rapado, apenas unos cuantos pelos en verdad, eso sí, de un rojo furioso, oriunda de Tennessee, comentó a su nieta Marcel; ¨too bad I didn´t bring my gun¨. Enternecedor. Este era el caso de palabras efectivamente dichas. He coleccionado en estos años mis favoritas. El año pasado, volando sobre Brasil, mi compañero de asiento me respondió a la pregunta sobre su trabajo: ¨Santiago, I´m in the movie business¨. Era el más elegante de todos los pasajeros; llevaba un hermoso anillo de oro y su esposa, con más de setenta años como él, no podía ser más linda. He sido educado por Hollywood y nunca pensé que escucharía esas palabras en la vida real. Era judío por supuesto. El día anterior, en Río de Janeiro, me había dicho, ¨Santiago, voy a ir al infierno; vine a pasar el año nuevo judío visitando el cristo redentor y cuando lleguemos a Buenos Aires voy a ir con toda esta gente a visitar la catedral del Papa. Voy a matar a mi madre¨. Un gran momento sin duda. En esta semana soñé también con Bonnie Prince Billy y Jeremy Irons. Cuando recuerdo Pacto de Amor todavía me da miedo. Hace poco lo había visto, a Jeremy, en Margin Call. Es increíble. Hace de un rey de Wall Street decidiendo sobre el futuro de su empresa, de Wall Street y de todo el mundo en verdad. Cuando entra por primera vez en una sala de reunión gigante que planea sobre Manhattan con su sola mirada paraliza a todos. Incluso al espectador. Es el mal. Su mirada es tal vez esa palabra que no se puede pronunciar.

Dj malhumor

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