Tan solo hace unos días era verano y hoy la temperatura máxima es de 12. Ahora entiendo porque todo el mundo hablaba de nuestra suerte. Nos dijeron que el verano pasado la temperatura nunca fue más que 10. Anoche llovía de esa forma perfecta para quedarse en casa. También me doy cuenta que hay lugares como este en que esa filosofía no aplica porque llueve demasiado y se arriesga al encierro permanente y la melancolía. La gente de por acá es la más amable que he conocido. Hasta nos da un poco de gracia. Paramos a alguien en la calle y preguntamos con aire de perdidos cómo llegar a algún otro lugar de la isla. En menos de un minuto nos van a estar ofreciendo llevarnos en su auto. Son como ciervos que nunca supieron de cazadores. Por la tarde estuve leyendo una biografía de Oscar Wilde recomendada por un personaje de ficción. Es la misma que leía el talentoso Sr. Ripley en alguna de las novelas que protagoniza. Para hablar de fracaso es un tópico hablar de los hoteles baratos donde ciertas personas terminaron. Debo decir que he sido feliz en muchos hoteles baratos como infeliz en algún que otro hotel caro. Aunque infeliz es una palabra fuerte. Como dice José, no están cansados, se sienten cansados. No son infelices, se sienten infelices. José es un ex corredor de maratones y entrenador tucumano que me ha enseñado unas cuantas cosas. Aunque sea otro tópico debo decir que he sido muy feliz en algunos ranchos de piso de tierra. Donde no faltaba nada. Todo esto estuvo cubierto de hielo.
Hablábamos con Martín acerca de esa pasión por el misterio que tenemos desde los 13 años. No acerca de extraterrestres o seres extraños (pasión que también podíamos tener) sino sobre el hecho de que estar vivos es algo más vale inusual. Hacer canciones, escribir, viajar, pensar. Maneras de encarar el misterio. Se me apareció Mayra ayer en un sueño muy nítido. No me quiero separar de vos le decía. ¿Con qué Mayra hablaba? Cada día comprendo menos y eso es bueno. La luna brillaba aunque se cubría parcialmente por nubes. Se podían ver incluso algunas estrellas. Salí al jardín a conversar con ella un rato en el teléfono. El frío me metió adentro y cuando volví a salir 15 minutos después llovía. Ahora escucho gotear los techos. De a ratos se escucha la lluvia que cae en ráfagas. Las cosas que antes me desesperaban ahora me parecen graciosas. En verdad es una sola gran cosa. Que nada tiene un propósito. Nada de nada. No puede haber nada más hilarante. Siempre vuelvo a ese diciembre en Butzbach. Las pisadas en la nieve y el reloj iluminado por un farol. La estación de tren vacía cuando llegaba desde Frankfurt con el último tren. Turner en el museo de Essen. Estuve encerrado en un sótano dos meses tratando de aprender alemán. Cumplí mi fantasía de estar en un lugar donde nadie me conocía. Tuve durante muchos años una especie de obsesión con Alemania; entender alemán se había transformado para mí en lo que para otros es tener un BMW.
Amaneció lloviendo aunque no tanto lo que me animó a salir. Fue una espera de tres días casi. Preparé las cosas sin prisa y más pronto que tarde estaba listo para empezar otra vez. Nubes bajas y oscuras que descargaban de a ratos. Así llegué hasta la frontera. Por momentos vi el resplandor del sol. Iba solo en la carretera perdida como haciendo mi camino hacia Picos Gemelos. Saliendo ya hacia Chile por el cruce el cielo se volvió a cerrar. No se veían las cimas. No mucho más allá se paró una camioneta con un personaje risueño que me invitó a subir y me trajo hasta Entre Lagos. Mecánico de motos y corredor. Patagónico de pura cepa, hincha de River. Juan Carlos me dejó en una pensión y antes de irse tomamos unos mates. Después salí a caminar por el pueblo que tiene una distribución irregular y algo incomprensible. Hice compras en un supermercado sobre la ruta (empanadas y whisky) y bajé a comer frente al lago en un momento de sol y despejado. A los minutos de volver la lluvia repicaba sobre el techo. Anoche tuve un momento de melancolía con Neil Halstead. Ahora una pequeña epifanía con Kurt Weil.
La luna salió detrás del monte y está tan luminosa que encandila. Estoy en la orilla de un estuario. El río que llega al mar. Desperté junto a un lago y durante el día anduve junto a otros dos. También una laguna quieta y deslumbrante inundada por el verde del bosque. Ahora la noche está muy serena. Se fueron retirando las nubes bajas y las últimas gotas. Da la sensación que aquí llueve siempre. Que no hay nubes secas, todas traen agua, incluso las más leves. Hace dos años pasé por acá cuando la explosión del volcán. El estuario impresiona y en su camino hacia el mar se ve la cumbre nevada de otro volcán que brilló al atardecer. Frente al lago Llanquihue casi llegando al poblado de Ensenada me acerqué a un mirador muy cerca del agua transparente y sobre un banco hecho de troncos dormí una siesta al sol. Me dormí tan plácida y profundamente que hasta soñé un sueño extraño de juegos de palabras en inglés. Acampé en un lugar de ensueño cerca del arenal. Quizás cuando despierte el agua de la marea lo haya tapado. Escucho el sonido de dos grandes cascadas. Desde que dejé Ensenada y me metí en el valle que llega hasta aquí (conectando el lago y este estuario) pasé varias cascadas y arroyos que caían de las laderas abruptas en dirección del río Petrohué. Estuve en la zona hace unos años con pasajeros de Go Ahead. Hicimos el cruce de los lagos. La zona me había impresionado con su exuberancia. El camping es en verdad un campito de una señora que vive con dos perros guardianes que se me vinieron encima cuando me escucharon. Pero en cuanto vieron que la señora estaba tranquila conmigo depusieron armas. Uno me acompañó y ahora duerme junto a la carpa y creo que se dio la tarea de cuidarme. Tuve en algún momento de la mañana la visión de lo hermosa que es mi relación con Mayra, una obra que nos excede y sobrepasa. Vi claramente nuestro trabajo conjunto. No es alguien que le da algo a otro, no es alguien que gusta de otro, es algo entre nosotros, una manera que no existía en el mundo y desaparecerá con nosotros. Llegué hasta aquí por un camino serpenteante y una galería boscosa de árboles altos y frondosos. Durante la noche el perro ladró algunas veces.