¡Por fin una película para recomendarle a mis amigas! Inteligente, cómica, tierna, emocionante, querible. Sí, una película de amor. Disculpen si esto resulta ñoño. Una de amor, muy bien hechita, y argentina.

La peli tiene un solo objetivo, claro y delimitado: retratar una historia de amor de seres de veintipico desde su nacimiento hasta su muerte. Y tiene cuatro directores, uno a cargo de cada etapa: flechazo, primeros pasos, convivencia y crisis. Estos cuatro directores se mueven como uno, aunque algunos se vuelcan más a ciertos recursos que otros. En la deliciosa primera parte, recursos de cine mudo, de películas de Chaplin: escenas sin diálogos y placas con fondo negro explicando la situación. Más adelante, se usa el falso documental, con unas imágenes sacadas de atlas del cuerpo humano, de esas que explican qué pasa en el hipotálamo al besar. Pero lo más importante no es eso, no son los guiños; lo mejor es simplemente el romance, ese romance igual a todos, bien actuado por buenos actores que lo hacen natural. Están todas esas cosas que conoce el que ha estado ahí: el hablar todo el tiempo de la otra persona pero decir «no sé si esto es amor», las despedidas eternas, las coincidencias inexplicables, el sexo prodigioso, y después las discusiones inexplicables, la irritación por los ruidos que antes resultaban maravillosos, las pequeñas cosas cotidianas vueltas elementos siniestros, el aburrimiento, la desconfianza, la paranoia. Todo está ahí, retratado con una cercanía pocas veces vista, ayudado por una musicalización más que compañera. Dicen que esta es «primera parte» porque planean hacer otra dentro de diez años, con seres de treintaypico. Ojalá.

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