Al agrimensor lo atacó un puma unos días después que nos separamos. Yo ya había regresado a Buenos Aires que brillaba bajo un cielo de luz otoñal y temperatura de primavera. El último acto de este viaje fue derramar café sobre el teclado de la computadora. De inmediato no pasó nada pero al atardecer como para darle un toque dramático, la pantalla se puso negra y apareció un mensaje ominoso: sistema operativo no encontrado. Operative System Not Found. Como sí fuera el título de una canción de Gary Numan. Traducido podría ser: cerebro no encontrado. A mi computadora le agarró Alzheimer. No. No fue Alzheimer porque no fue progresivo; fue una especie de embolia que la dejó en coma de un solo golpe. Como hace Maradona mi primera reacción fue culpar a alguien y pensar que a esto solo lo arregla emborracharme. Después me calmé. No se si estar triste o contento. El trabajo de años desaparece y todo sigue igual. Sigue mejor. Puedo empezar de cero. No esta mal resetearse completamente de tanto en tanto. Nunca tuve las agallas y como todo el mundo guardo cajas llenas de fotos que nunca miro. Al Agrimensor lo encontré en Hornopirén. La neblina era tan densa que no me podía ver los tobillos. La tarde anterior había andado frente al mar y viendo la fumarola del volcán desde muy lejos. Al atardecer vi el cielo con colores inéditos. ¨No puede ser real¨ me dije. Se fue la luz y allí quedé pedaleando en la oscuridad bajo las estrellas. Dormí en el jardín de un almacén. ¨Aquí me llamarían agrimensor¨ me dijo el topógrafo que era como se llamaba a sí mismo. Anduvimos una semana juntos por entre fiordos, montañas, volcanes, ríos y playas. Al final dijo de mi una vez: ¨Mi amigo Santiago¨. Me emocioné un poco. Cuando nos volvimos a comunicar me preguntó si no había visto las noticias. ¨Me atacó una leona, tío¨. Fue antes de llegar a Villa O’Higgins. Como la mayoría de las personas un puma ataca cuando está herido. Me contó historias de carreras en bicicletas en los Pirineos, de una novia que se fugó a Perú y noches en hoteles de provincia. También me dijo que era un gran servidor de Sidra. A mí me encanta la Sidra. Mas que la Champagne pero no se puede decir.
Parece que si se sirve desde lejos la Sidra golpea en el gran vaso y produce una reacción que le da un sabor especial. Acampamos en varios lados y bajo una lluvia bastante fuerte la confianza nos llevó junto al río. El agrimensor es asturiano pero le decimos gallego como para que no se enoje.