Ayer al mediodía tomaba un avión en Calafate, los días previos hice algunas cosas, sin embargo no pude ver a Raúl Porchetto en el Casino, el gran centro cultural de la ciudad. Cuando levantamos vuelo estaba nublado sobre la cordillera. Manchones de nieve sobre las montañas borrosas. En la meseta la luz era lechosa y por entre las nubes pude espiar el paisaje. El lago Argentino, el río La Leona serpenteando en un entorno lunar, el lago Viedma y unos caminos imposibles. Debe ser la ruta 40, desde arriba impresiona aún más la desolación. Más lagos de los que solamente conocía el nombre, San Martin, Cardiel, Strobel. Después nos comieron las nubes. Ya está, estoy otra vez en Buenos Aires, hace calor, esta noche toca Smashing Pumpkins. Alguien que piensa en mí cuando desaparezco tenía las entradas. Un misterio lo que podía pasar. Con el concierto y con nosotros. Smashing Pumpinks ha sido y es una presencia para muchos entre los que estoy. Una melancolía rabiosa que a veces se transforma en liberación y hasta en alegría; muchas buenas canciones, muchos ensayos y errores también. Al último disco le falta inspiración; igual estoy contento de estar acá. Nos acomodamos a un costado para mirar desde lejos cómo lo pibes saltan y saltan. Ya tuve una cita con él hace muchos años. Esa vez presentaban Adore, un disco oscuro y lleno de texturas a descubrir. El concierto creo recordar, no estuvo a la altura de lo que esperaba. Había mucha gente sobre el escenario, tal vez dos bateristas o dos tecladistas, algo así. Mucha gente. Esta vez solamente cuatro y a rockear. Cogan estaba de buen humor y todos la pasamos bien. El pibe de la batería debe tener 20 años. En todo caso nació bastante después de que el baterista de Led Zeppelin muriera después de aquella borrachera fatal. Le dedicó el solo de Led Zepellin II con gong incluido. Eso solo lo sabíamos los viejos. Bauhaus encuentra a Nirvana y The Cure. Fue un poco de todo eso. La pasamos bien. Creo. Después fuimos a comer pizza.
Dj malhumor.