Corea en Mar del Plata: HANAAN de Ruslan Pak

La historia que cuenta Hanaan transcurre en Tashkent (Uzbekistán), pero con Corea como la tierra prometida a la que alude su título. Pero no sólo los personajes están ubicados en dos espacios geográficos (simbólico en un caso), algo similar ocurre con los espacios que a nivel formal elige la película. Una ficción que apela al registro documental para dar cuenta de una historia de policías infiltrados en el mundo de las drogas. Por otra parte, no sólo su trama, también su búsqueda de un realismo extremo, relacionan a Hanaan con el cine norteamericano de los 70 (aunque hay que aclarar que la aspereza de esta película, filmada en las calles y con actores no profesionales, es única y altamente personal). El director Ruslan Pak -él mismo uzbeco-coreano- realiza un sorprendente debut cinematográfico, acompañado del actor, también debutante y en cuya vida esta basado parte del guión, Stanislav Tyan.

HANAAN de Ruslan Pak

¿Cómo surgió la película? 
Cuando concebí el proyecto a principios del año 2009, Hanaan era una road movie sobre un joven coreano-uzbeko de cuarta generación que viajaba hacia la región de Primorie con su tatarabuelo (primera generación de coreanos deportados a esas tierras durante el régimen de Stalin). Habiendo experimentado varios conflictos sobre mi identidad en la juventud, quise narrar la historia de los inmigrantes coreanos obligados a trasladarse desde Primorie a diferentes lugares de la ex Unión Soviética y sus descendientes. Pero se trataba de un megaproyecto que iba desde Uzbekistán hasta Corea del Sur, pasando por Kazajistán y Rusia, y era complicado conseguir los fondos necesarios. Sólo contaba con unos 30.000 dólares provistos por la ciudad de Seúl y su Instituto de Cine. Así que tiré por la borda el guión original y me decidí por hacer una película sobre la historia de mi amigo Stas, a quien conocía muy bien y me había inspirado mucho en ese momento. Stas había sido policía en Uzbekistán pero, después de tocar fondo en su vida, se trasladó a Corea dispuesto a comenzar todo de nuevo trabajando de lo que fuera. Su trayectoria de vida me inspiró tanto que adapté hechos reales míos, de Stas y de otros amigos, a un guión. Mi intención era expresar el humanismo sincero a partir de lo que mejor conocía: las historias de mis amigos y yo. Más que la cuestión de la identidad de los inmigrantes coreanos en la ex Unión Soviética, fue el ser humano en sí lo que quise tratar en la película.

La película está basada en hechos reales, ¿nos podrías contar algo sobre esto?
El actor principal, Stanislav Tyan, es un amigo que vivió como yo en Taskent, Uzbekistán. Al igual que yo, pertenece a la cuarta generación de inmigrantes coreanos y fue realmente policía en ese país, hasta que se mudó a Corea con la intención rehacer su vida haciendo changas en el lugar que fuera. Su historia no sólo me emocionó muchísimo, sino que también me inspiró para hacer una película. Entonces escribí el guión basado en las experiencias reales de Stanislav y los relatos de otros amigos. Dicen que la escena con las drogas es muy realista y se debe a que fue hecha con minuciosidad mediante una extensa búsqueda de información y muchas entrevistas a consumidores de drogas. El asalto que aparece al principio es un caso verdadero que vivió un amigo, y entre mis conocidos hay una persona que fue víctima de la “muerte dulce” por los efectos de la droga. Uzbekistán es un país compuesto por diferentes grupos étnicos; por eso, el color de piel y la nacionalidad de mis amigos son tan dispares.

Podes contarnos algo sobre Uzbekistán y el significado del título de la película. 
Hanaan es la traducción fonética al ruso de “Canaán” que significa “tierra prometida”. En la introducción de la película aparece un hombre que relata -como si fuera un cuento de hadas- la historia de los inmigrantes coreanos en la ex Unión Soviética. En Uzbekistán viven muchos descendientes de aquellas personas. Yo nací en ese país, pero mis ancestros habrán extrañado hasta el día de su muerte a Primorie -de donde fueron trasladados- o su país natal que es Corea. Para la gente de mi generación, Corea no es tanto la patria natal, sino una especie de Hanaan. Una tierra de oportunidades donde uno puede realizar sus sueños. En este sentido, Uzbekistán es para alguien como Stas, el lugar del cual debe liberarse si lo que desea es comenzar una nueva vida. Tal vez no sea el mismo Hanaan con el que soñaban mis ancestros pero, en definitiva, es la tierra prometida donde fluyen la leche y la miel. La elección de Uzbekistán como escenario es una decisión obvia, ya que el guión se basa en hechos reales vividos por mis amigos y yo en ese país.

¿Cómo fue el rodaje en ese país? ¿Tuviste dificultades?
Para empezar contábamos con un presupuesto limitado, una agenda apretada y poco personal para filmar. En Uzbekistán todos los rodajes deben contar con el permiso del gobierno, pero no fue el caso de Hanaan. No habríamos podido filmar nada si hubiéramos pedido permiso. Nunca nos habrían permitido grabar la escena con la droga. Como prevención ante cualquier inspección sorpresiva, guardábamos dos copias del material filmado en dos discos rígidos separados. Una vez, la policía nos incautó el equipo de filmación y nos amenazó con prohibir el rodaje. Por momentos sentí miedo de no poder filmar como había planeado, pero la desesperación por superar las dificultades, y la incansable dedicación del equipo de producción terminaron, al fin y al cabo, afectando positivamente en la película.

¿Por qué recurriste a un actor no-profesional? ¿En qué aspectos te enfocaste para trabajar con él? Dicen que las mujeres están dotadas de un instinto especial: percibí algo parecido en Stanislav Tyan (Stas). Reconozco que estuve preocupado, porque no tenía idea de cómo reaccionaría ante la cámara; pero mi decisión era firme. Se trataba de una película acerca de su vida e iba a ser la mejor alternativa si lograba sacar ese algo de su interior. No tenía nada que temer. Por suerte Stanislav tenía escondido un talento nato para la actuación. Fue un trabajo milagroso. Creo que el realismo de la película fue posible gracias a su actuación.
En cuanto a mi trabajo con el actor, no le mostré el guión hasta el rodaje. O sea, Stanislav no sabía cómo sería el desenlace de Hanaan. Pensé que si le mostraba el guión antes, iba a hacerlo pensar demasiado en la escena, sin poder concentrarse en la actuación. Así que filmamos con algunas explicaciones generales del contexto de la escena y otras indicaciones sobre la actuación, en el momento. Creo que esto permitió que todo fuese más natural. No se trataba de crear algo que no existía, sino extraer lo que estaba guardado en él. Por otro lado, el hecho de ser viejos amigos y conocernos bien nos ayudó bastante. Al ser un actor amateur, Stanislav, no tenía noción de cómo moverse frente a la cámara. Entonces decidí que sería la cámara la que lo siguiera a él. Cuando promediaba el rodaje esto se consolidó como el estilo propio de Hanaan.
Además Stanislav tuvo mucho trato con drogadictos mientras trabajaba como policía. El realismo logrado en la traumática descripción de sus pasos de policía a adicto, y la solitaria superación posterior de la droga, fueron posibles gracias a las experiencias previas del actor.

Hanaan pareciera ser un documental, por momentos, pero al mismo tiempo nos recuerda las películas norteamericanas de los años 70. ¿Hay algún director o película que te haya influenciado? Me gustan las películas de género con mucho dramatismo, como las películas de acción. Ojalá pueda filmar algo así. No hay un director o film en particular que haya influenciado en Hanaan o mi rol de director. No suelo mirar muchas películas y tampoco tuve en mente ninguna cuando hice Hanaan.

¿Cuál es tu próximo proyecto? 
En este momento estoy grabando un documental titulado Hanaan PS, sobre la vida de Stanislav Tyan en Corea del Sur. Cuando termine con este proyecto pienso hacer una película de acción, protagonizada por un coreano, con Moscú como escenario. Otro proyecto en mente es Inkar, un melodrama que transcurre en Kazajistán. Quiero filmar estos últimos dos proyectos fuera de Corea. Soy descendiente de inmigrantes coreanos, pasé la infancia en la ex Unión Soviética, aprendí el idioma de mis ancestros en la juventud y estudié cine en Corea, ahora mi hogar. Me gustaría aprovechar estas experiencias únicas y convertirlas en historias originales que no se hallan en otros directores coreanos.

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