I.
Ver algunas películas es como escuchar algunos discos. Igual de intenso; igual de estimulante; igual de hermoso. Tengo pruebas. Una pequeña historia a veces, puede ser una prueba.
A mí me gustan las películas de Hal Hartley. Un día invité a una amiga a ver una (en ese momento era la última película de Hartley y ni mi amiga ni yo la habíamos visto todavía). Ella – porque era mujer, y las mujeres preguntan – me preguntó de que se trataba lo que íbamos a ver. Yo le dije las películas de Hartley son como escuchar un disco de Yo la tengo. Ella no conocía Yo la tengo. Nadie conocía a Yo la tengo por entonces (esta es una historia vieja). No importa.
Lo importante es que en medio de la película ¿qué se escucha muy pero muy en el fondo, casi para que nadie lo note? Adivinaron. Yo la tengo. Primer pensamiento: Hal y yo podríamos ser amigos; acababa de recibir un mensaje. Segundo pensamiento: las películas de Hal son como canciones pop de las buenas; de las mejores, a decir verdad.
II.
En las películas de Hartley no hay tiempos muertos; en las buenas canciones pop tampoco.
Vamos a quedarnos con las tres películas que se han visto en los cines de Buenos Aires: La verdad increíble (The Unvelievable Truth), Confía en mí (Trust), y – la película que vi con mi amiga – La última oportunidad (Simple Men).
Las dos primeras películas son casi la misma. Los personajes son otros pero son los mismos. Situación reforzada porque la pareja (se trata de dos historias de amor) esta representada por los mismos actores, Martin Donovan y Adrianne Shelly.
El paralelo inmediato es con otro director cuya relación con la música es también, digamos, desde dentro: Wong Kar Wai y esa díada que son Falling Angels y Chuncking Express; también dos películas que son la misma. «está hal?»
Le reprochan a Hartley este sello de marca de sus películas, que las iguala, las identifica. El contesta: cuando uno compra un disco de Elvis Costello quiere que se escuche como un disco de Elvis Costello.(¡Bingo!!)
Hay en las películas de Hartley un minimalismo (que es siempre obsesivo) en la repetición de los temas, situaciones, parlamentos e incluso escenas. La película no termina y el espectador encuentra en la película siguiente esa sensación hermosa de que se encuentra nuevamente en un ambiente familiar, que los personajes y la atmósfera no ha desaparecido. Lo interesante y logrado es que la relación en la continuación de la historia no es la de Rocky I y Rocky II. Lo que se repite no es una fórmula, es un desencuentro.
Los personajes no son esquemáticos, si van al grano es porque no tienen tiempo para palabras superfluas. En las buenas canciones pop tampoco hay tiempo para solos de guitarra. Es verdad que los personajes son «irreales» (muy distintos a decir que son no-reales). Varios críticos americanos señalan el contraste entre la sinceridad de la cámara y la no-naturalidad de los parlamentos y situaciones. No hay que asustarse, es solamente el mundo que se descentra un poco, como un fuera de foco, o un desajuste de sonido: todo se enrarece un poco pero algunas cosas que estaban escondidas pasan a primer plano.
Las películas de Hartley son un lento desarrollo y repetición de unos pocos temas. El mundo pop es un lento desarrollo – nunca lineal – de todo lo que está contenido en el Álbum Blanco. Son sus películas el desarrollo meticuloso de uno de los tantos e innumerables mundos posibles. Uno de los tantos, él elige siempre el mismo, pero con bastante posibilidades de que sea el nuestro.
III.
Por qué las telenovelas son kitsch y Hartley no.
Tomemos la siguiente afirmación como punto de partida: En arte, el término para aquello que nos trae un placer no-ganado, prematuro es kitsch…. Quien dijo esto es el filósofo americano Dominick LaCapra, y termina la frase así …armonizando y sentimentalizando materias potencialmente traumáticas.
Esta definición es sumamente operativa y se aplica a diversas materias. Cuando se dice que los personajes de Hartley son esquemáticos o que no se puede encontrar densidad en una canción pop se sugiere falta de trabajo y superficialidad. En la música académica hay que recorrer un largo camino hasta poder silbar una melodía.
Pero en las buenas canciones y en los personajes potentes no falta trabajo. Postulo lo contrario, o mejor dicho, que el trabajo condensado es lo que diferencia las buenas de las malas canciones pop; y es la línea que separa una mala telenovela de una buena comedia dramática como las de Hartley.
Trataré de dar un ejemplo. Un buen director no tiene que hacer decir a sus personajes “estoy deprimido y vacío”; lo muestra, tomándose el trabajo de hacerlo (perdón por la obviedad).
Los directores de cine o letristas que nos llenan de referencias y guiñadas de ojo son kitsch; creen que diciendo una tarde escuchando a los Beatles recrean o presentan lo que una canción de los Beatles nos produce. Hay que tomarse el trabajo no de guiñar el ojo sino de reescribir las canciones de los Beatles. Eso hizo Oasis y por eso sus canciones son grandiosas. Otros solamente copian. En las buenas canciones el pasado se presenta. Otros recrean; en forma desenmascarada como Danger Four o en forma apenas velada como en Spacehog y su «homenaje» al Bowie de Ziggy Stardust (¡adivinen qué pienso de los Hives!)
Las telenovelas son un muestrario kitsch llenas como están de frases hechas. Decir «te amo más que a nada en el mundo» está siempre bien, si alguien puede creer que eso sea cierto, si alguien, un guionista o director nos ha hecho creer que eso sea posible; si no, es como una eyaculación precoz. Decir «te amo» siempre es algo difícil de sostener. Los personajes de Hartley no suelen decirlo, como tampoco sonríen. En las películas de Hartley las cosas reales están presentes, no dichas.
Sobran los ejemplos de magníficas y rimbombantes frases sostenidas en la nada.
IV.
Cuando un artista – o cualquiera – cree que su persona es garantía de algo, así como así, eso los vuelve kitsch.
Piensan que ya no necesitan de la obra; ellos son garantía, su persona, su pasado en el mejor de los casos. Ahí tenemos a los Rolling Stones. Ni a ellos ni a sus fans les interesa que sus discos sean malos.
V.
La cuestión de elucidar el monto de trabajo en una canción o en una película a veces es una cuestión biográfica.
Mi hermano de dieciocho años piensa que Marilyn Mason inventó el Glam Rock. Muñecas de niu iorc ¿Qué puedo hacer frente a ello? Los manuales de rock no sirven al respecto. Él escuchó antes a M.M. que a New York Dolls y a él le basta. El azar quiso que un artista dejara su primera marca y listo; ya no puede ser otra vez la primera vez que escuche Glam Rock. A él ya le sucedió y fue con M.M. (mal que me pese). Hoy todos los artistas pop son contemporáneos.
El trabajo condensado en una canción pop puede ser trabajo propio, el trabajo de una generación o de muchas generaciones. Tengo una amiga – a la que tomo muy en serio – que dice que la supremacía del pop inglés se debe a que le lleva casi cuatrocientos años de ventaja a los demás países y que empezó con Henry Purcell en el Barroco inglés.
Uno podría incluso volverse marxista y escribir un ensayo que se llame: «Sobre la apropiación del trabajo ajeno por parte del artista pop». O escribir otro ensayo – freudiano este – (y proustiano también) que se titule: «Sobre el buen uso de la memoria».
El trip-hop de Portishead y el ambient del «Music for airports» de Eno, serían dos capítulos posibles de este último ensayo por escribir. La manera de samplear canciones viejas y convertirlas en materiales (no en recreaciones) es una particular forma de apropiarse del pasado en una era de un nuevo tipo de artista: Brian Eno haciendo cola en el aeropuertoel músico-sonidista o como le gusta llamarse Brian Eno a sí mismo: no-músico.
Alguien dijo que en estos tiempos cuando apretamos un pomo de témpera ya no salen colores, salen pedacitos de picassos o warhols o mirós. Lo mismo pasa con las máquinas; ya no salen notas; salen fragmentos, riffs, esquirlas de canciones.
Viene a la memoria el concepto de «meme»; unidad de transmisión mínima de información cultural según la invención del biólogo Richard Dawkinks en una extrapolación del gen al mundo social. Haciendo un sesudo juego de palabras (y esto en un futuro ensayo) diríamos que nos vamos por fin de una estética «mimética» a una cultura por fin «memética». Los memes musicales son esos fragmentos que circulan en las autopistas culturales con los que los dj’s y los sonidistas-músicos juegan. El otro extremo es el «ambient», o una música sin memoria. Por más que para muchos la música ambient sea como las láminas del Roscharch, siempre listas para las más fantásticas proyecciones y asociaciones, yo creo que la música de Eno, por ejemplo, es una desintoxicación cerebral; una música no-manipulativa (por eso la posibilidad de las múltiples asociaciones); es una música sin memoria (o memoria de un cerebro todavía sin llenar; memoria de un cerebro vacío).
Hoy cuando un joven aprendiz de guitarrista empuña su instrumento por primera vez ya no salen acordes; sale directamente Jimmy Page. Hay que saber hacer algo con ello. Porque no todos los guitarristas son Noel Gallagher; de cuyo instrumento sale con toda naturalidad la historia completa del rock inglés.
VI.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Empezamos con Hartley como artista pop. Y seguimos con unas breves notas preliminares a un futuro ensayo: «Hacia una estética razonadapostal vieja de la canción de melodías pegadizas».
Volvamos entonces a nuestro director amigo; las imágenes, la música y los textos forman en sus películas una misma canción. Pero el trabajo condensado aquí no hace referencia a la historia del cine; Hartley no es un cinéfilo; Hartley no es un manipulador de memoria . La fuerza de sus películas hay que buscarlas en otra parte; no tanto en la relación del cine con su propia historia, como en la relación – mucho más importante – del cine con la vida misma. Por eso las canciones de «Yo la» en sus películas no son un guiño, (Hartley no es Gregg Araki), no representan nada, ni son banda de sonido, son la película misma; películas que intentan ser sobre todo verdaderas.
Por último; en las películas de Hartley aparte de grupos como Yo la tengo (que tiempo después nos obsequió un concierto hermoso en un Bs.As. irreal) y Luna están las canciones de un tal Ned Rifle. Por supuesto que ese tal Ned no es otro que Hal. Fin de historia. Fin de nota.
Nota escrita por alguien que fui.
Santiago B.
Linkología Hartley:
http://www.possiblefilms.com/
http://members.tripod.com/bestfilms/hartley.htm
http://drumz.best.vwh.net/Hartley/
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