Battles en vivo en Niceto (23/11/2007)

«¿Y a este que le pasa? canta o hace gárgaras?» fué lo primero que pensé cuando escuché Diamondd mientras el resto de Mirrored venía bajando a borbotones en algún momento del 2007. El comentario en Stylus (se los vá a extrañar…) me hizo correr a buscarlo. Ese día lo escuché entero mientras me bajaba el termo de mate del atardecer: «si, buenísimo, que animales, que bueno estaría verlos en vivo» escribí para empezar una reseña que abandoné enseguida en la carpeta de reviews incompletas. No volví a darle a ese disco hasta esta semana. Salvo Atlas y Ddiamondd, los tracks que se habían instalado en un playlist cercano, el resto del álbum quedó entre las cosas que están bien, pero mejor atacar después, o esperar que ellas me ataquen a mí. Y ahora es el momento, días después del show escucho Mirrored con los oídos despejados y todo encaja, el recuerdo de ver a seres humanos detrás de estas estructuras sonoras, construyendo y deconstruyendo los temas me hace disfrutar realmente del disco.

Antes de entrar me tomé un cafecito en la esquina de Niceto, hace calor y da más para birrita en la vereda pero todavía no empezó mi fin de semana y necesito estar despierto un par de horas más, no vemos cosas así todos los días y no quiero perderme detalles.
Los Battles se parecen a esos universitarios freaks que uno a veces se encuentra en las fiestas, esos que les cuesta hablar con los demás hasta que el alcohol les abre las puertas traseras de la percepción (no cometan el error de preguntarle a uno de estos: «¿qué onda lo que estás estudiando?», los efectos pueden ser similares al de darle de comer al Mogwai después de la medianoche). Primero entra Dave Konopka, arma un loop con el bajo y un sampler y lo va deformando, un minuto después entran los otros tres, de a poco estamos en el medio de «Race: Out», estamos en una carrera que va a durar poco más de una hora y va a ser suficiente.
Estoy instalado en el medio de todo, pero me dura un par de temas nomás, pegados a mí, un par de energúmenos se la pasan gritando peligrosamente cerca de mi oído yeaaahhhhs y uuuuhhhhs mezclado con chiflidos, cuando el más alto regurgita un zeeenkiuuu bien aindiado me voy hacia un sector más friendly, todo bien con que manifiesten su euforia por una banda que les está limando las neuronas, pero fijénsé de no tener un oído ajeno al lado de la boca.

«Estás viendo al baterista de Helmet, man!!» me recuerda mi enano hardcore interior. John Stanier, mezcla de Animal de los Muppets con Terminator, es el motor psicótico de esta máquina, le pega tan duro que te levanta del suelo. Ian Williams y Tyondai Braxton son los brazos armados, van de la guitarra a Battleslos teclados y a veces tocan las dos cosas a la vez con una mano para cada instrumento. Post jazz chabón. Rave y rock a la vez, Atlas y Tonto fueron derecho al cuerpo; que la música me pegue físicamente es una sensación que no tengo seguido, primero se mueve una patita, después la cabeza empieza a subir y bajar, luego se balancea a los costados, viene un cambio de ritmo, subimos un nivel, se despiertan los hombros, los codos, y ya el tronco se destronca, los brazos buscan salir en el poco espacio que hay alrededor, ya estamos un cambio mas arriba y los chabones estos que van agregando ruidos y uno casi que le vé los engranajes a la máquina.
¿Así que esto es el math rock? Las cuentas cierran y se abren y un segundo después dejan de tener sentido. 2 + 2 es igual a 5. Y nada más importa.

Txt y fotos: J. Pérez

Dijo Victor: «En mi época esta música la escuchaban los que tomaban pala y los músicos que se hacían los periodistas…»

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