La aventura comienza cuando Daniele Incalcaterra (uno de los dos directores, junto con Fausta Quattrini) decide restituir las tierras adquiridas ilegalmente por su padre en el chaco paraguayo a sus originarios y legítimos propietarios. La película se presenta entonces, política pero también personal. ¿Estamos en presencia del tan de moda documental que usa lo político como carnada para mostrar de contrabando un álbum familiar? Muy lejos de eso, por suerte.
El objetivo inicial se revela bastante más complicado de lo que parecía. La imposibilidad de acceder a las tierras, debido a los caminos privatizados, enciende el lento desvelar de un mundo cerrado, el del desmonte latifundista, y sus sostenes jurídicos, políticos y físicos. A partir de ese obstáculo inicial, los viajes de Incalcaterra se bifurcan hacia muchos impenetrables distintos. El de la burocracia estatal, el de los matones que impiden el camino, el de los abogados. Un laberinto de grandes frustraciones y modestos pero épicos avances. Por momentos es como un The Wire pero documental y en el chaco paraguayo.
El proyecto original se transforma en otro más viable: instalar en esas tierras una reserva natural para rescatar al menos algo de esa flora y fauna devastada por el desmonte sojero, ganadero y petrolífero. Pero así como cambian los objetivos, cambian los obstáculos. Títulos de posesión dobles, propiedades adquiridas ilegalmente durante la dictadura, documentos que faltan, documentos que sobran. ¿Qué es peor? ¿Las corporaciones que devoran al estado, o el estado que se come a sí mismo en su burocracia interminable e inoperante? La película al mismo tiempo que atrapa, desgasta nuestras cabezas, casi a la par que la del protagonista. Mientras más se adentra Incalcaterra más complicado parece todo, a cada paso que da surgen nuevas e interminables relaciones.
Sería un error interpretar a El impenetrable meramente como una película de denuncia. Es además un recorrido vertiginoso y apasionante sobre los laberintos económicos, judiciales y políticos que se tejen entre las corporaciones y algunos sectores del estado toda vez que los intereses de las primeras están en juego. Laberintos ominosos y muchas veces incomprensibles hasta para sus propios protagonistas, pero que garantizan la continuidad en nuestro continente de injusticias que condenan a corto y largo plazo a una gran parte de sus habitantes. El impenetrable es, sin duda, uno de los mejores documentales políticos de los últimos años.
*El impenetrable se exhibe nuevamente mañana miércoles a las 14.30 en el festival de Mar del Plata y se estrena la semana que viene en Buenos Aires