Se va terminando el Bafici y por cuestiones relacionadas con el vértigo de la vida moderna hubo algunas muy buenas películas que no llegué a comentar y creo que se merecen unas líneas (de texto, eh) que al menos cumplan la función de decir «las vi y las adoré». Una de ellas es Truth About Men, de Nikolaj Arcel.

Probablemente una de las menos indies del festival pero también una de las mejores. Es como alguna gran canción de Magnetic Fields (se me ocurre «I don’t want to get over you»): Graciosa, concisa, inteligente, te podés reconocer de manera original en ella, te hace mierda y no te sirve de nada más que para hacerte estallar emocionalmente. TAM aporta una mirada novedosa y divertidísima sobre… ¿LA VIDA? no sé, pero al menos sobre ese mcguffin tan jodido que es la felicidad. Nos deja la enseñanza de que no hay enseñanzas, ni recetas, ni verdades y que todo, empezando por nuestras cabezas, es inmanejable, impredecible e incontrolable. Y que no obstante estamos condenados a buscar ese centro de la vida, a esa felicidad feliz que nunca podemos realmente poseer porque es presente, y el presente es huidizo como una rata mugrosa de callejón.
Es cierto, como comentó arianotapado en otro post, que cumple con la estructura de vida normal – desmoronamiento – crisis – fin, pero utiliza esa estructura para perseguirla, combatirla, odiarla y finalmente llegar a una especie de empate.
Últimas tres cositas:
1) El director de la película, a lo igual que el protagonista, era un eximio guionista de películas de aventuras estructuradas y previsibles, hasta que decidió romper con todo eso y filmar Truth about men. O sea que es una especie de película-acontecimiento biográfica.
2) Si hubiese surgido de una metrópolis cinematográfica sería un clásico, no tengo dudas.
3) No se me ocurrió la tercera.

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