Resultó que la playa donde estamos es el único lugar sin lluvia de toda la costa. Cientos de kilómetros de playas nubladas y bajo el agua sin ver el sol menos nosotros. Esta mañana los rayos se filtraban entre las nubes bajas. Bajé hasta el mar y me puse a leer junto a una roca. Federico desde el refugio miraba a su hermano con la tabla. No solo nos sentíamos felices sino también especiales, bendecidos de algún modo. Porque nadie sabe que estoy aquí y llegué de casualidad. En un tiempo en que todo se volvió incierto sentirse en la buena senda hace toda la diferencia. Después del ¨incidente¨ en la Dulce las cosas parecen haberse enderezado. Al levantarnos se veía una bruma amarillenta y dos olas claras y distintas que se destacaban en un mar calmo por primera vez en días. Durante varios días en que el viento sopló incesante habíamos estado esperando la ola que ahora llega como desde otro lado, como si fuera un eco o un recuerdo. Una ola que es como una roca errática. Esas piedras que parecen meteoritos caídos de otros mundos que a veces se ven en las planicies patagónicas. Vestigios de otro tiempo y lugar.

15 de febrero. Es difícil incluso acercarse al mar. Ayer solo una olita rebotaba en la orilla que cae de manera abrupta en un mar inmenso que parecía una gran pileta. Hoy es una masa de olas, el horizonte es una gran bruma. Salimos con la bicicleta por el bosque y encontramos un camino que se dirige a los médanos. Anduvimos protegidos por esa gran muralla de arena hasta que nos acercamos al mar y el agua traída por el viento nos echó hacia atrás. Dejamos las bicis escondidas tras unos arbustos y caminamos por la arena. Un paisaje lunar con manchas verdes aquí y allá como si fueran oasis. Asomados apenas un poco desde una de las cimas vimos el mar furioso. Fue un poco antes, en los valles superiores digamos, que Mayra dijo que parecía la luna y me comentó al pasar que hace poco habían vuelto a alunizar y encontraron una pelota de golf del año 69. Esos años en que se escuchaba «Strawberry Fields» en la radio. No sabía le dije. Van seguido a la luna me dijo como si fuera de rutina, el nuevo estado de cosas. Es de rutina sí. Antes en Twitter vi imágenes del objeto más lejano de la tierra (mil años de viaje) y me dio una mezcla de miedo y melancolía. Hay mundos allí afuera que nunca conoceremos; hay una belleza que es inimaginable. Y mientras tanto este mundo se agota. Salimos ayer por fin del refugio. Le había escrito a Manu; el espíritu de la montaña pero frente al mar. Las lluvias de los últimos dias embarraron varios caminos y los dejaron difíciles. Fue una lluvia que vimos desde lejos pero que dejó su rastro en los lugares donde no estuvimos pero hacia los cuales ahora nos dirigíamos. César me habló de un nuevo autor norteamericano (un nuevo descubrimiento de César de un autor de años) y en una de las paradas lo bajé y comencé a leer. ¨Una novela larga y melancólica¨ me había dicho/advertido/incentivado. La protagonista es una investigadora, una física teórica trabajando en la investigación de masas oscuras y mundos en la sombras. Viaja con su hijo sordo y su hermano vendedor de autos usados. La belleza de los planetas lejanos y la belleza de la chatarra. O el acero. Ballard meets Steven Hawking. Ayer al llegar a este mar nos sentimos como en un sueño. Hay algo irreal en el paisaje. Todo es amplitud y espacio. Parecía estar en alta mar también. Aquí el mar está al sur y eso trastoca todo. La sudestada pega en la cara de lleno también. La gente es amable y da conversación fácil. Charlaba aquí y allá y al retirarme escuchaba a mis espaldas como uno le decía a otro que llegaba: ¨son de Buenos Aires¨ o ¨hizo dos mil kilómetros en bicicleta¨.

Me fui a caminar por la playa rumbo al encuentro del arroyo de la nutria mansa y el pescado. Una arboleda y el arroyo que los junta saliendo manso al mar. Desde lejos las casas de una estancia. La playa se pierde de vista para ambos lados. Por momentos creo comprender, o ver, de qué habla Don Juan. Es un momento fugaz que a veces puedo sostener por más tiempo. Como cuando en sueños puedo sostener la realidad de las cosas que se van desvaneciendo a mis espaldas cuando dejo de crearlas. Las líneas paralelas del tiempo por ejemplo o sus reflexiones acerca de la realidad y nuestras percepciones. Son intuiciones tan nítidas a veces como algunas olas.
Cuando regresé me fui a la pulpería a terminar mi vino. Desde que salí todo es diferente cada vez menos un sola cosa: todos los días el mar.

[fbcomments]

No comments yet.

¿Tenés algo para decir?