El gaucho me reveló su concepción del amor: fifty y fifty. Un lujo. Un lujo la inglesa con la que está saliendo ahora; no son como las argentinas, casi no toco el sueldo me dijo el gaucho tan orgulloso de su nueva pareja como de las ochocientas empanadas que él mismo horneó en su cocina eléctrica. Esa que está ahí atrás es mi ex. No, no te des vuelta. La rubia teñida, la que está ahora de espalda, la de vestido negro, demasiado corto para una cuarentona larga. La traje desde Temperley con sus dos hijos. Me fundió. Quiero, quiero, quiero. Tuve que conseguirme otro trabajo. Después de seis años tuve que decirle basta. La conocí por Internet. Lo mismo que a la inglesa. Miró el salón casi vacío y continuó: Yo dije, todo el mundo va a llegar tarde, estamos en Alemania pero es una fiesta argentina. Feria de Frankfurt, Argentina invitada de honor; el pabellón parece un museo de provincias.
Hay que cumplir así que yo largo la comida nomás me dijo el gaucho. Cuatrocientos sandwichitos de lomo y cuatrocientas humitas; de postre pionono de dulce de leche. Pensé que era correntino le dije, por el facon. No, de zona sur, cerquita de Longchamps. Me vine hace veinte años, con lo de Alfonsín. Uh! dije. Ya me había olvidado de esa. Pasaron tantos otros tsunamis después. La Argentina es una tormenta que va desparramando gente por los mares; que arrastra personas a distintas playas y los deja abandonadas a su suerte.
¿Qué es está música horrible? Me preguntó un rato después la divertida escritora de retruécanos. Rodrigo o algún otro. Parece un cumpleaños de quince. En algún momento pienso que exportamos decadencia a donde vayamos. Asoman pensamientos negros. No es verdad. En todo caso no es toda la verdad. Apenas una partecita de la verdad supongo.
La Patagonia, un sueño dice entonces el escritor de Giallos. Es muy simpático; va vestido de elegante sport con pañuelo al cuello. No es un viejo gay; simplemente vive en Mónaco. Nació en Roma y creció en Como; ¿Cómo? Le pregunta la escritora. Ríe el italiano. Después nos explicó que sus novelas tienen por supuesto un comisario que es un milanés que trabaja en Roma, ese es el chiste. El gaucho trajo todo desde la casa pero tiene una parrilla donde corta la carne y hace un poco de show. Diez chorizos fríos completan un panorama desolador. El drama del gaucho; no puedo prender fuego porque se dispara la alarma contra incendios. La multa por falsa alarma es de 4000 euros. Largan los músicos. Un cuarteto de tango que suena para el culo. Mejor me voy con mi copita a la puerta a escuchar The Fauns. Apareció está tarde cuando venía para acá en el random list. Shoegaze para un atardecer perfecto. Todo el mundo junto al río porque todo el mundo sabe que son los últimos días lindos antes del invierno cruel. Te acostumbrás me dice el gaucho. Te acostumbrás a todo pero de extrañar no parás nunca. Es todo tan tranquilo acá. Ya no puedo volver.
Al rato los músicos también salen a la puerta; discuten qué anduvo bien, qué anduvo mal. Parecen un grupo de muchachos después de un picado, falta la coca; Mi abuelo tenía un amigo que aprendió ruso para poder leer a Dostoieswky en su lengua. Tal vez sea un invento. Vale la intención de la moraleja. Nosotros tenemos a Borges. Nuestro lujo. Y otros cuantos lujos. Por eso no debería molestarme tanto la foto de la tipa repartiendo computadoras. Sin embargo hay vergüenza ajena. Lo voy a charlar con mi terapeuta. Es fuerte la imagen comentó un periodista alemán. La verdad que le han puesto la mejor onda. Los tipos aman nuestra literatura, no son más que elogios y benevolencia en la prensa. Sin embargo hay tristeza. Por separado somos buenos, cuando nos juntamos damos bastante pena. Tal vez una cosa no va sin la otra. Pensándolo un poco más es solo honestidad brutal.
En otro momento me presentaron a la hija y al yerno del filósofo. Me contó cómo pidió la mano. El filósofo le preguntó; ¿m´hijito como se van a mantener? Ella gana bien contestó el yerno y se ganó mi simpatía. Después estreché la mano de otro escritor y señora. Nunca pensé que los escritores abundaran tanto. Me fui cuando empezaba la milonga, el gaucho, vestido de civil, ayudaba a las chicas a llevar las bandejas.

dj malhumor.

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