El corazón de las tinieblas

Entre las buenas cosas que me pasaron este año me pasó no perderme en el desierto. Fue un viaje en que muchas cosas podían salir mal y lo sentía en el cuerpo antes de salir. Salió todo bien peró. Descubrí que un buen guía es quién reencuentra el camino porque hasta ese momento es solo la casualidad la que te lleva y nadie puede saber lo contrario. Nadie puede saber sí está en el buen camino hasta que lo pierde y lo vuelve a encontrar. Revertí algunas situaciones de pesadilla como llegar a un cul de sac que no debía estar allí y evite el riesgo cuando pude. En el Valle de la Luna por ejemplo. Donde hace unas semanas se perdió Kurtz. Kurtz, como Apocalipsis Now. Sí. Pensé muchas veces en él durante el año. Estuvo presente. Lo conocí este mismo febrero pero ha sido un año larguísimo. No hablaba mucho; salía a fumarse un cigarrillo al frío (nevó en febrero aunque fuera verano; nevó este diciembre también) como esas escenas cuando el pibe fuma mientras se le congelan las manos. Era alto y atlético. En un momento, en el comedor, dijo que era celíaco. Le dirigí la palabra por primera vez desde otra mesa. Haciéndome un poco el listo delante una chica que quería impresionar le dije que seguramente era descendiente de nómades; que su ADN no podía soportar el invento de la agricultura. Me contestó que ya lo había pensado. ¿En serio? Sí; algo parecido e hizo un gesto de que sería largo explicar. He aquí alguien especial me dije. A fin de noviembre cuando estuve por San Pedro vi unos carteles pegados en los postes con una fotografía borrosa de una persona desaparecida. Sí hubiera mirado mejor hubiera descubierto que era Kurtz. También nos hubiéramos podido cruzar en el pueblo unas semanas antes. No sabía que se había venido para el Norte. Fue la madre de batichica quien me escribió para preguntarme sí había escuchado las noticias. Me escribía para saber sí estaba bien; sí me cuidaba yo mismo cuando andaba por ahí. Batichica ya no me escribe pero me escribe su mamá. Ja. Entonces googlié y apareció la foto de Kurtz y supe que el perdido era él y la conmoción. En marzo, la última vez que nos cruzamos me dijo que había tenido un sueño en dónde su hermano le hablaba. Le decía que debía irse de allí. Ahora estaba yo diciéndole lo mismo de alguna manera. Yo era su hermano me dijo esa última vez. En el sueño. Hay que irse porque hay energías muy encontradas me dijo. Había soñado que mientras dormíamos caía una lluvia de orina desde el cielo. Nos reímos. Dijo que no había que hacer nada. Simplemente ser consciente y observar. Me escribió su email en un papel con puño y letra que guardé como un talismán. Ahora lo sé. Como cuando desapareció Florián en la montaña no puedo pensar en que algo malo le haya pasado. No son la clase de personas a las que les suceden cosas al azar. Todo es su destino. El viaje es largo y las vicisitudes muchas.
Dj malhumor.

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