Ya no sé bien sobre qué escribir cada vez que comienza el Festival de Cannes. Hoy, volviendo a mi hotel, me cruzo con el editor de una revista de cine que estaba sentado en una mesa rodeado de sus colegas, preparando la que sería la cobertura del festival. Sentí envidia de ese espíritu de grupo. Eran como un pequeño ejército preparando el ataque a un enemigo mucho más poderoso. Pero, sobre todo, haciendo lo que les gusta, y encima, y valga la reiteración, entre amigos. O al menos eso parecían.
Es ridículo quejarse estando en Cannes. Uno debería tratar de disfrutar, ver películas, tener reuniones, etcétera. Y listo. Al llegar hoy a la ciudad tuve el sentimiento de que me había ido de este lugar recién hacía una semana. Un sentimiento seguramente propiciado por la falta de sueño a causa de un vuelo cancelado y por haber pasado 12 horas en los pasillos de un aeropuerto desierto. Cuando empecé a trabajar en festivales de cine, llevando cajas de películas en 35 mm (30x30x40 cm o algo así, y nunca menos de 25 kilos por título) de un lugar para otro, jamás hubiese pensado que alguna vez conocería el Festival de Cannes, y mucho menos que venir aquí se transformaría en parte de mi trabajo. Es un gran orgullo para mí, y también una responsabilidad. La primera vez que estuve en el festival casi no podía, ni quería, dormir, y comencé a escribirle mails a casi todos mis amigos en los que les contaba mis días. Escribía barbaridades que quizás no eran del todo ciertas y trataba por todos los medios de ser gracioso. Algo que seguramente no lograba. Pero era tanto mi entusiasmo que muchos de esos amigos comenzaron a pedirme autorización para pasarles esos textos a otros amigos. Fue una época hermosa. Con el paso del tiempo, y con responsabilidades cada vez mayores, empecé a escribir cada vez menos y de manera más rutinaria. Y también comencé a pedir mi credencial de prensa. Pocas cosas más fáciles de conseguir que esa credencial. Basta con escribir, a veces ni eso, unas pocas páginas en cada festival para poder obtenerla. El contenido parece no importar. Solo la cantidad. Pero sobre esto ya hablamos alguna vez. No vale la pena volver.

Hoy comienza el festival, pero el cansancio y la película elegida para la apertura conspiran para que vuelva a casa a descansar y juntar fuerzas para lo que viene. Es posible, pero muy difícil, tomarse en serio la nueva película de Asghar Farhadi hablada en español, con Darín, Bardem y Penélope Cruz como protagonistas. Se puede intentar, pero es muy difícil. Así que la dejaremos para más adelante.
Antes de volver al hotel pasé por una reunión, un cocktail (o algo así) que se hace todos los años donde se convoca a los programadores de festivales de todo el mundo. Siempre me niego, pero esta vez acepté ir. Llegamos con unos conocidos, tomamos vino rosado, que en esta ciudad es como el agua, y al rato me fui. Al volver a mi hotel, nuevamente debido a un cansancio cada vez mayor, me acordé de un texto del hoy caído en desgracia Gay Talese, en el que relata la vida de un referí de boxeo. Ahí cuenta que dicho personaje, para volverse bueno y justo en su profesión, decide evitar juntarse con boxeadores, entrenadores y promotores para tratar de mantener sus decisiones alejadas de cualquier tipo de influencia relacionada con la amistad. Esto hace que el referí se transforme en el mejor en su profesión, pero también en una persona solitaria que se ve obligada, casi, a esconderse de todos. En la profesión que ejerzo, hacer eso sería casi un suicidio. De hecho, todo indica que las cosas son al revés. Quién sabe quién tendrá razón, si el hosco referí solitario o esos que nunca se pierden cocktails o fiestas que se les crucen. ¿Existirá un término medio?

Ya me despido, pero antes les pido disculpas por esta perorata un tanto aburrida. Se supone que Cannes tiene que ser, al menos, divertido. Mañana les prometo hablar de películas y nada más. Aunque también existe la posibilidad de que cambie de opinión. Me voy, que tengo que confirmar mi invitación a la fiesta de Locarno. El mejor, dicen, festival de cine del mundo. Me pregunto qué opinara Cannes al respecto.
Hasta la próxima.

Txt y fotos: Marcelo Alderete

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