¿Acaso alguna vez la psicodelia dejó de existir?
La propuesta de esta banda es sencilla: canciones cortas, conscisas, que van al grano y que no ocultan su genealogía. Uno solo de estos tracks supera los 3 minutos y medio, casualmente el que le da el título al álbum y el que lo cierra. O sea, las canciones son verdaderamente directas, sin rodeos, lo que las transforma en lugares seguros a donde volver. Y sin embargo está ese costado peligroso, de arena movediza, de trampa para incautos.
Definir este disco es una tarea complicadísima, pero tendría la lógica lograda tras meter en una licuadora los temas más salvajes de Ween, el Soft Bulletin de los Flaming Lips y un par de ojos, no todos, de los Residents. Y sí, eso, con una pizca de cohesión, sería el resultado. Un disco que se dispara a miles de direcciones, que recuerda a los Beatles, a los Olivia Tremor, a Zappa (¿?) y a quien se meta en el medio.
Si la psicodelia fuera un barrio, estos chicos vivirían en el edificio más alto, vigilando todo el tiempo los límites, sonriendo, sabiendo que los límites de ese barrio viven mutando. Deformes, que de eso se trata, bah. Pero deformes con un propósito claro: tienen tu dirección y te vienen a visitar, a tomar kool aid con vos y a ver Carozo y Narizota. Gente peligrosa, huyan de ellos.
El desparpajo con el cual se manejan recuerda a los primeros discos de Ween, cuando no temían hacer bossanova (sí, antes que Beck) con unos tecladitos pedorros y de ahí saltar a la podredumbre de un inteligente pseudo punk. Estos chicos no coquetean con esos estilos, pero sí guardan secretamente la fórmula de los ritmos y arreglos hipnóticos, usando todo tipo de percusiones, tablas, incluídas. Y tecladitos pedorros. Y desparpajo. Y un largo etcétera. Si bien posee momentos de dudosa seriedad, este es un disco contagiosamente alegre, eso sí: nunca un disco feliz. Con muchas extravagancias, brillantes ideas musicales y excelente ejecución, Homelife es un disco a tener en cuenta. Sobre todo si la psicodelia es lo que uno busca. Especialmente. Fundamentalmente. O sea…
Pablo Conde
En pocas palabras: una aventura auditiva. Un paseo por paisajes tan deformes como llenos de color.
Recomendado si te gusta: Ween, Flaming Lips, Olivia Tremor Control, The Residents (si, los mismos que aparecen arriba).
Para escuchar: Adivinen…
Dijo Victor: ¡Pergolini se equivocó, éste es el verdadero Trip!
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