Me había hecho fan de los resumenes, sobre todo de los que hacían en los noticieros de los canales de aire. 3 minutos como mucho, y ahí estaba todo: las patadas voladoras, las expulsiones, los tiros en los palos, los goles en 20 cámaras lentas, los lamentos de los paparulos que la pifian y su error se convierte en gol contrario, los festejos rebuscados, las hinchadas con sus banderas, sus pinturitas en la cara, las jetas deformes de un par de borrachos de campeonato y algún bomboncito de la tribuna con escote generoso.
Después del primer fin de semana en el que intenté ver seis partidos completos y en todos terminé haciendo zapping o distraído con cualquier otra cosa (incluído el primero de Argentina), el lunes siguiente descubrí las ventajas del mundial en formato comprimido y editado. Al final me ví casi todo el campeonato resumido, partidos enteros casi nada (los de Argentina y cuando la eliminaron los de Francia), lo que hace un mes parecía una maldición, que todos los partidos estuvieran en horario laboral, terminó siendo una bendición.
Y se logró algo que parecía imposible: ¡este mundial fue peor que el anterior!.
Jack Perdido