True Story

En este país nadie te invita un asado con su guita viejo. La cosa fue así: salí a recorrer el campo en mi bicicleta y los caminos me llevaron a un asado pagado por Monsanto en la sociedad rural de una zona en el sur de Santa Fe. Nada presagiaba algo como eso esa mañana. A la semana siguiente estaba en otro asado en Córdoba en una Reserva Provincial rodeado de ultra K comiendo chivito, tomando fernet pagado por el gobierno y denostando a Sarlo y Lanata. Cada uno a su manera si puede beber del gobierno lo hace ¿no? Bue. Me sentía un James Bond del subdesarrollo, especie de espía. No anduve por Afganistán pero anduve por el campo argentino. En ambos lados. Gente y gente de todas clases en los dos costados. Como cuando estaba en el hospital y tenías que estar o con los psicoanalistas o con los psiquiatras. Estaba con los que no vendían bullshit. Con esos estaba. ¨Ese que está allá es un gringo que aparece hoy después de meses. Se dice que lo afanaron en el campo y lo cagaron a trompadas. Todo el mundo está contento. Es un viejo usurero¨. En el conclave K había pibes que a duras penas terminaron el secundario hablando de Sarlo como si fuera una débil mental; matter of factly; como si fuera algo obvio y que todo el mundo acuerda. Había también biólogos que me invitaron a bajar el río Salado en bote. Y si te gustan los pájaros está todo bien. Ayer bajé otro disco porque en la tapa hay un mar y aves marinas revoloteando. El segundo tema se llama Nightjar. Es el nombre de un ave nocturna muy rara. Se tira en los caminos para camuflarse. Y lo logra. También logra que la pisen. Darwin no lo previó todo parece. Barrow se llama la banda y es de North Carolina. Shoegaze con bases electrónicas. Muy bien. Se venía un hermoso atardecer en la ruta y Andrés paró su auto para charlar y sacarme fotos. Jua. Terminamos en su casa y en el asado de Monsanto. Que es el mal para todo el mundo. Que pudor extraño entrar a una casa desconocida. Dos cosas que hago: miro las fotos de los porta retratos (¿para qué están che?) y la biblioteca. A Andrés le gusta la montaña y eso ya nos hizo amigos. A la mañana siguiente seguí viaje. Lagunas, cigüeñas, bandadas de cuervillos de cañada (vuelan en formación y parecen pequeños dinosaurios), más atardeceres. Después de algunos días subí a la pampa grande y dormí en un refugio de montaña y bajé a la ruta y la crucé y seguí rumbo a las otras sierras. Desde arriba se veía La Rioja y una recta infinita. Me sobrevolaron los condores y ya abajo crucé varios zorros. Decidí desviarme a la reserva. Me esperaba la muchachada K y la fiesta de todos. La inmoralidad del viajero.

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