Si bien sabía a lo que me estaba arriesgando, no esperaba tener que padecer parte de esta película. Con un registro 100% documental, dividido en entrevistas, registro de ensayos y algunas imágenes de archivo, la cámara de video de Almereyda sigue las dos semanas previas al estreno de una obra de Sam Shepard, basada en la relación que tenía con su padre. Lo que parecía más interesante era ver cómo trabaja uno de los verdaderos genios contemporáneos de las letras norteamericanas, su relación con los actores, sus miedos, sus seguridades y los puntos de partida de sus obras. Y por desgracia, si bien hay un poco de cada cosa, todo esto parece diluirse por el afán de concentrarse en reflejar más que nada un cuidado diario de eventos, pero sin involucrarse más allá de una cierta sensación de fisgoneo. Si bien vemos a un Shepard meticuloso, con un infinito tacto y una inmensa obsesión por razonar con los actores cada uno de los motores de las acciones, las reacciones y los sentimientos de cada personaje, a medida que va avanzando el tiempo este “videodiario entre bambalinas” empieza a pesar en el espectador, volviéndose una cosa pantanosa y un poco repetitiva.
No deja de tener valor documental: es una excelente oportunidad para presenciar la forma de trabajo de un puñado de profesionales de la actuación (Nick Nolte, Sean Penn), tan comprometidos como apasionados. Y sí, sirve para acercarse un poco a Shepard, tipo tan sencillo como talentoso.