Cuanto más desatado mejor, así quiero a Takashi Miike. Delirante, desaforado. Y acá desde el comienzo tenemos eso. Los primeros minutos de The Mole Song: Hong Kong Capriccio son una avalancha de ideas. Aceleradísimos, a todo color, con la pantalla que se divide y un relato que te resume como el protagonista llegó a estar colgado casi desnudo de una jaula con unos tipos adentro que a su vez están colgados de un helicóptero manejado por un yakuza que lleva una chica sentada encima. Demasiado. Luego Miike desacelera y la historia del policía infiltrado en la mafia japonesa fluye a buen ritmo, pero con algún momento pantanoso en el que los personajes se ponen a explicar demasiado por qué hacen lo que hacen.
Disfrutable y con elementos que son familiares para los seguidores de Miike, hay violencia, vestuarios muy llamativos, carcajadas y muchos sopapos (como muestra la imagen principal de este post).
El delirio felino del final es para remeras, gifs, fondo de pantalla, posters y para recordar casi tanto como el de la primera Dead or Alive.