Tabú, de Miguel Gomes – Tabuena!

Aurora llora, desconsoladamente, como las divas solían hacerlo. Sentada en una silla, con la certeza del dolor atravesando toda su existencia y su extensión, las lágrimas le dan vida a un blanquinegro melodrama que asesta los sentidos. De golpe, la música de fondo -¡a descubrirla!-se justifica con un primer plano de un baterista llorando a la par de esa Aurora que es pasado y certeza de un futuro aún más contrastado.
Tabú es la nueva, resplandeciente obra de Miguel Gomes, el de Aquel querido mes de agosto, acá en modo larger than life y, a la vez -si es posible- tan mínimo como un susurro a oscuras. Tabú comienza con la historia de tres mujeres mayores, Pilar, Aurora y Santa, su mucama / asistenta. Aurora, fóbica, ludópata, le tiene miedo a Santa, quizás por su accionar del pasado, el cual será desplagado en las siguientes dos terceras partes del film. Gomes homenajea la Tabu de Murnau no sólo dividiendo su película en dos partes (Paraíso / Paraíso perdido, en el original, invertido en la película del portugués), sino remitiéndose desde la concepción visual al expresionismo de su adorado Friedrich Wilhelm.
Gomes trabaja el presente con un decidido clasicismo formal, con un montaje basado en el raccord y un cuidado quirúrgico, post vivisección, del melodrama à la Douglas Sirk, condimentado con un leve salpicré noir. Esas mujeres viven un presente estático, concreto, trágico, si se quiere. En la segunda parte, todo lo anteriormente construido estalla en mil pedazos para darle lugar a una apasionante serie de viñetas en las que todo vibra. Al trágico presente estático de la primera mitad, se le contrapone un pasado caprichosamente anárquico, lleno de canciones, aventura, bonvivantismo, colonialismo y un sinfín de elementos que vale la pena descubrir.
Pese a tener algunos momentos más lentos que otros, Tabú es un derroche de excelentes ideas, llena de inteligentes y efectivos recursos, que dan fe del infinito e insondable alcance del lenguaje cinematográfico. A riesgo y sabiendas de que estas palabras sean muy cursis, hay varios momentos -como el que abre esta reseña- en los que Tabú explicita a través de táctiles relieves, penetrantes aromas, estridentes sonidos e impactantes imágenes la concreta y poderosa idea de lo que es el cine. Y eso, amigos, amigas, da gusto. Estamos frente a la clase de película que te sigue días después de haberla visto, lo que marca no sólo su calidad, sino su inherente condición de Gran Obra Cinematográfica (GOC, para los amigos).
Hay dos oportunidades más de verla en en el Bafici, con Gomes, jurado de esta 14º edición, in situ: hoy a las 22:30hs y el sábado a las 14:15hs. Después se podrá ver en salas, ya que está anunciado su estreno. Eso sí, recomendamos verla en estas dos fechas: estar presentes con Gomes en pleno ejercicio de su portuñol le suma puntos a la experiencia..

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