Knausgard cuenta en el segundo volumen de su odisea un momento crucial de su vida, esos momentos bisagra llenos de presagios y significaciones. Se fisuró un hueso jugando al futbol en un picado sin importancia en su ciudad natal cuando debería haber estado haciendo otras cosas más importantes y responsables. Llevaba puesta la camiseta de Argentina y como el asunto fue en el hombro y no podía mover el brazo en la guardia del hospital al que lo llevaron tuvieron que cortar la camiseta con una tijera y hacerla jirones. Es una imagen hermosa. Knausgard sentado en pantalones cortos en el pasillo de un hospital noruego de provincias con una camiseta de Argentina destrozada llorando como un nene. Antes, había estado deambulando en Argentina con el mouse de la computadora. Viajar con el dedo llama una amiga alemana y viajera al pasatiempo de mirar mapas y recorridos posibles que seguramente no haremos. Las posibilidades son infinitas y la realidad una. Knausgard empieza a mirar el Google Earth y llega a Puerto Deseado. Allí comienza un recorrido siguiendo toda la costa patagónica hasta Buenos Aires. Baja a la ciudad, la avenida 9 de Julio, Avenida Córdoba, el teatro Cervantes (lo llama con nombre y apellido). Después algún pensamiento lo desvía y abandona el viaje. Este mismo año mientras bajaba desde La Angostura hacia Los Antiguos por Chile miraba cada noche los mapas de Santa Cruz tratando de crearme un camino que me llevara a Puerto Deseado atravesando la meseta ya al comienzo del invierno. Es una región áspera que seduce y tira para atrás al mismo tiempo. Quería y no quería ir. Quería haber ido más que ir. La gran nevada de principios de junio me convenció de abandonar el proyecto y volví a a Buenos Aires unas semanas en micro para estar en el cumpleaños de mi viejo. Tengo unas fotos de la ruta 3 rodeada de blanco que parece Siberia. La idea de Siberia que tenemos al menos. Una gran estepa nevada. Como Knausgard siempre deberíamos estar haciendo cosas más importantes y responsables. Find a girl/ settle down/If you want you can marry.
Viajar con el dedo llama una amiga alemana y viajera al pasatiempo de mirar mapas y recorridos posibles que seguramente no haremos.
Una vez había pensado un cuento donde pasado y futuro cambiaban luego de un penal errado. Fue antes que Barovero le atajara el penal a Gigliotti y terminara en China. Lo pensé en un oscuro día de invierno alemán cuando Stephan me contó que había sabido de Mayra (old Mayra). Estaba casada y con un hijo. Stephan era la única persona que nos quedaba en común y yo había hecho de algún modo más de diez mil kilómetros para que me diera la noticia. Fuera de tiempo y lugar. Estaba en Marruecos bajo un sol resplandeciente y en una de las peores movidas de mi vida regresé a Europa y más precisamente al invierno alemán. A mi favor antes de llegar a Alemania pasé un mes en Barcelona en la casa de Xevi. Estuve mirando la posibilidad de comprar una bicicleta y llegar pedaleando pero hice la tontera de tomar un avión y aterrizar del otro lado de los Alpes y en una hora pasar del sol al frío y la lluvia. Cuando nos separamos con Mayra el futuro cambió para los dos. Muchos años después, ese día frío y oscuro de octubre con las nuevas noticias de Stephan cambiaba también mi pasado. Difícilmente Old Mayra podía seguir siendo mi novia legendaria. Todo el pasado de Maya ahora era el pasado de su esposo y lo nuestro pasaba a ser un accidente. Como ese hit del cantante con la voz de Sting, ella pasaba a ser alguien que una vez conocí: somebody I used to know. Todo esto está contado en esa hermosa y triste película de Miranda July ¨El futuro¨. La Argentina para Knausgard debe ser algo así como el punto de fuga. Ya lo había sido para Dexter y para varios otros. ¿Sabrá el nombre de Puerto Deseado traducido o es mera casualidad? Seguro que sí lo sabe. Es escritor y lo suyo son las palabras.
La meseta tiene algo de muy antiguo y primordial. En las mesetas se encuentran oasis escondidos y de las mesetas se teme no salir nunca. Veo primero la luz y un par de minutos después el auto que pasa por la ruta. La noche está clara hacia el Oeste. Hace un rato nada más terminó el atardecer sereno sobre el campo y el mar. Se escucha claro la rompiente. Las ballenas están hacia adentro y no se dejen ver. Sin embargo vi esta tarde algunas manchas negras que serían lobos marinos. La tarde se puso hermosa. La brisa es fría y me vine a un costado del parador que ahora está cerrado y abandonado hasta el verano. Pasaron en caravana dos camionetas de pescadores. Por la tarde estuve charlando un rato con un bombero correntino al que le pedí agua. Esta paz que ahora veo desaparece en el verano. Los turistas llenan la playa blanca de caracoles y hay una procesión de camiones que traen frutas del valle para sacarla por el puerto. Cuesta imaginarlo. Hoy anduve por el pueblo, un viernes pasadas las cinco, y nada estaba abierto, ni siquiera los dos almacenes. Creo que crucé solo una persona en la calle. El viento que empezó a soplar me despertó. Eran las 4 de la mañana. Escuché entre sueños como aumentaba de intensidad hasta que hizo volar las estacas y si yo no hubiera estado adentro hubiera volado la carpa entera. Sudestada. Me las arreglé para trasladarme a un lugar protegido al costado del parador donde armé mi bolsa de dormir y continué durmiendo hasta cerca de las nueve. El viento seguía muy pero muy fuerte y el cielo amenazador y muy gris repleto de nubes bajas. Sería muy difícil seguir así y en cuatro días me tengo que encontrar con New Mayra. Tranquilo desarmé el campamento y anduve muy lentamente contra el viento hasta una parada de colectivo frente al caserío de Saco Viejo. Una especie de refugio que me protegió del viento frío donde empecé a hacer dedo a los poquísimos autos que pasaban. Enseguida apareció un personaje con un perrito y modales tan finos como su ropa vieja. Jogging, una remera estirada y zapatillas gastadas. Charlamos un rato hasta que pasó un micro que paró aunque finalmente no me llevó. Estuve tres horas hasta que una camioneta me levantó de vuelta a San Antonio Oeste donde había estado ayer. Pasa lentamente un nadador. Charlando con el conductor de la camioneta y su hijo adolescente todavía me sentí en viaje. El hechizo se terminó apenas me dejaron en la terminal y al querer subir al micro con la bicicleta me trataron como si llevara una bomba. El mar está retirado y se ven columnas de agua que explotan hacia el cielo denotando ballenas lejanas. Pasa caminando por la arena una muchacha punk con su guitarra en silencioso homenaje a Fogwill. Pasa un velero con dos mástiles y las velas desplegadas. Estoy en Puerto Madryn en un parador frente al mar. En la otra mesa una madre sola con su hijo problema. El pibe insiste en sacarse las zapatillas para sentir la arena calentita. Se lo dice así lo que es muy poético y romántico. Pero hace frío y el pibe es un bardo. Hay unos gorriones dando vueltas comiendo las miguitas de las mesas y el nene que le dice a la madre: ¨quiero molestar a ese pájaro¨. Pasa un nadador solitario confundido con el horizonte. La marea está subiendo y me acuerdo de la canción de Blondie.
The tide is high but i’m holdin’ on/ i’m gonna be your number one/ i’m not the kind-a girl who gives up just like that oh no
Salta una ballena y unos franceses gritan como si fuera un gol del Pity Martinez. El sol se fue, la temperatura cayó y el cielo se puso lavanda otra vez. Mañana llega Mayra. New Mayra para los amigos. Mi cuñada se horroriza, ella se ríe. Todos somos la persona nueva de alguien.