Escribe Pablo Conde. Nota publicada originalmente en abril 2004.
Quién no tiene grabado a fuego el grito glorioso, introductorio a todo tipo de aventuras, desde las más romántico-cursis a las más disparatadas, el grito que se volvió sinónimo de luaus y guirnaldas, de cinturas cimbreantes y trajes blancos. Mientras corría, Hervé Villechaize gritaba “¡el avión!, ¡el avión!” y daba inicio a otro capítulo de La isla de la fantasía, una serie de aquella lejana época en la que el sarcasmo y la ironía eran mucho menores.
Una serie entretenida, de esas que uno podía visitar sabiendo que las dosis de intriga, romance y humor estarían no sólo bien distribuidas, sino llevadas de la mano con maestría por los dos únicos personajes fijos: el señor Roarke y Tattoo. El estilo y la elegancia estaban a la orden del día para estos dos particulares personajes que si no estuvieran convenientemente tamizados por la tv de los ´70, tranquilamente podrían denominarse lyncheanos.
El sr. Roarke, interpretado por el talento argento Ricardo Montalbán, casi nunca borraba su sonrisa, siempre atento a lo que sucedía en las distintas historias que llevaban adelante los visitantes que recibía la isla en cada episodio. Y siempre, siempre, estaría a su lado el fiel Tattoo, sonriente también, poniendo cara de no entender mucho o de entenderlo todo, de acuerdo a la situación. Tatoo for president!
Hervé Villechaize nació en el París de los ´40, hijo de padres de estatura normal. Su padre era cirujano y no dejó de buscarle una cura a su problema de crecimiento, que comenzó a manifestarse a temprana edad. Tras varios hospitales y médicos, surgió una sola certeza: no había forma cura, así que tuvo que vivir con sus escasos centímetros y con ciertos problemas pulmonares.
En su adolescencia coqueteó con la pintura y la fotografía, y se pagó su viaje a los Estados Unidos exhibiendo sus trabajos. Allí consiguió algunos papeles en películas y series de tevé, en todos ellos haciendo pequeños roles (chiste idiota de lado). Se puede encontrar por ahí Crazy Joe, peli del ´74 dirigida por John Avildsen, futuro responsable de Karate Kid.
Su gran oportunidad cinematográfica llegaría de la mano de James Bond, en El hombre del revólver de oro, donde interpretaba a Nick Nack, secretario de Scaramanga, uno de los mejores villanos Bond, con el rostro de Christopher Lee. Una actuación impecable basada en su estatura y su acento francés. Su rostro, cargado de expresiones, lo transforma en un personaje tan querible como odiable. Uno de los motivos por los que lo llamarían, cuatro años después, para interpetar a Tattoo.
La isla de la fantasía tranformaría las propias fantasías de Hervé en realidad: mucho dinero, fama, mujeres (acá me insisten en que agregue la frase “por desgracia él no estaría a la altura de las circunstancias”, ¡pero, che! Qué se creen, uno no debe caer tan bajo….)
En el ´83 hubo problemas monetarios, de caché, para ser exactos. Los 25.000 dólares que Hervé cobraba por episodio se le hacían cortos (¡paren de tocar la nota! No me hago cargo de los agregados…). Lo echaron y perdió a su esposa por esos días, una modelo que, por esos días, jugaba a ser actriz (su nombre no será develado en esta nota por cuestiones de seguridad).
La desaparición de Tattoo trajo de la mano la desaparición del público, por ende, la del programa. Un año más tarde, Montalbán debería dedicarse a vender pasta para fijación de dentaduras postizas (develando así un misterio similar al prolijo peinado de Silvio Soldán).
Hervé cayó en una tremenda depresión y el alcohol se volvió un estilo de vida. Muchos roles le fueron ofrecidos y retirados al ver su estado.
Recuperado unos años después, sería explotado como un personaje de culto, haciendo pequeñas (aaayyyy!) apariciones en películas y series de tevé. Su salud empeoró y, tras gambetear una neumonía muy grave, el 4 de septiembre del ´93 se pegó un tiro. Su segunda esposa lo encontró aún con vida, lo llevaron a un hospital, pero tras varios intentos de salvarlo, falleció.
Se lo puede ver en Seducción de dos lunas, ¿Y dónde está el piloto? 2, La zona prohibida (donde hace del ¡Rey Fausto de la 6ª Dimensión!), y en capítulos de los shows de Ben Stiller, Carol Burnett y Larry Sanders, en Blanco y negro, Taxi y esa serie en la que El hombre nuclear hacía de doble de riesgo, ¿cómo se llamaba?
Es imposible, para todo aquel que vio alguna vez La isla de la fantasía, olvidar a Hervé. O, mejor dicho, a Tattoo. Descubrirlo en otras películas o series es motivo de sonrisa en los rostros de los espectadores.
Hervé, donde quiera que estés, sólo espero que nos saludes con el gritito de “¡el avión, el avión!”. Sin lugar a dudas eso hará nuestro destino más acogedor…
Si quieren divertirse un poco con el amigo Hervé, aquí tienen una simpática experiencia que nada tiene que envidiarle a la animación de programas como South Park.
http://www.tradedforwheat.com/meshugenah/dancingherve.html