Sábado 08 de Noviembre de 2003. Escribe Gonzales del’Ortho
Una mierda esto de ser el único de todos estos paspados que fue a ver a Peaches. Una mierda porque estos de las palabras no es mi fuerte. Así que si querés leer algo acerca de ese recital, no te queda otra que bancarte mis diatribas. Tomá.
No hay nada peor que ir a ver a un artista y que te metan de teloneros a una manga de pelotudos. Y si los pelotudos vienen con pretensiones ahí, en tren de contradicciones, tenemos algo peor.
Los Tigres Voladores son unos pelotudos con pretensiones. A esta altura del partido, que no me vengan a decir que es artístico, creativo y/o innovador ver a dos nabos con máscaras de tigre jugando a las damas, mientras de fondo se escuchan “composiciones” hechas por ellos, por el vecino o por problemas en la heladera. Porque algunas de las patéticas piezas que hubo que resistir mientras uno esperaba a Peaches, parecían sacadas realmente de las cañerías, para ponerme en literato. Afanarle a los Residents hoy, acá y ahora es, lisa y llanamente, una grasada. Y no lo digo con tonito de concheto: es una verdadera grasada. Y si a eso le sumamos deformar canciones de Madonna (¡qué cool!), bien, tenemos noticias para ustedes: Sonic Youth ya lo hizo hace años. Y muy bien, para colmo.
Había leído un par de críticas muy a favor de estos ¿dos? “arriesgados” paladines de la deconstrucción musical. Está haciéndoles falta un buen teclado midi en el orto.
Obviamente, el show de estos muchachos no lo debo haber entendido. Ni yo ni la mayoría de la gente que estaba a mi alrededor. Sin embargo, no me cabe duda de que estos pelotudos se bajaron del escenario con una gran satisfacción del tipo “¡les rompimos la cabeza! ¡somos re-terroristas!”.
Menos mal que el show terminó en un determinado momento, lo que hace que uno agradezca lo fútil de nuestro paso por este plano existencial.
Y después de un par de tragos energizantes gratarolas, salió Peaches. Peluca rubia, guitarra brillante y Queen Of Pain de los Cramps sonando de fondo, con insinuantes movimientos pélvicos acompañando la voz de Lux Interior, tal cual uno imagina un show en vivo en Badsville, donde Peaches debería ser la madama.
La música de esta Gran Zorra tiene la increíble facilidad de transformar a los espectadores en una horda de sátiros tan calientes como energizados. Recuerdo muchos shows en vivo, pero dudo que lo superaran en cuanto a energía, más allá de la música (aunque lo de los Jon Spencer Blues Explosion, fue el recital).
Paseando por casi todo su segundo disco, acompañada por bases electrónicas pregrabadas y un par de guitarras visualmente llamativas, Duraznito se despachó un espectáculo increíble, con momentos muy fuertes como la deforme versión de Rock Show, la autoexplicativa I Don´t Give A… (con sus variantes, mierda y carajo) y la arengadora Shake Yer Dix.
Un punto importante de su fortísima presencia escénica, una de esas a envidiar, es el actuar en casi todas sus canciones. Cuando canta “knockeandote como Rocky Balboa”, hace la mímica de los golpes, poniendo cara de Stallone. Cuando dice “meneá tus tetas” mueve frenéticamente su no muy abultada delantera y no duda en cambiarse de vestuario en escena, quedando con un ajustado conjuntito de corpiño y cuasi bombacha, revelando buena parte de su persona, sin llegar a ponerse en pelotas. Shit.
El público no dejó pasar inadvertido casi ningún tema, algo que en shows de este tipo no suele suceder. La prueba de esto es la cantidad de gente que llegó al extremo de chuparse los sobacos siguiendo las ordenes de esta simpática feminista extremista, cuya actitud abiertamente sexual hipnotizó a hombres y mujeres por igual.
Se extrañaron la increíble Lovertits, el B´52esco We Want It y los dos duetos, Kick It con Iggy Pop y ese himno coreado, Hot Pink Hot Sex, compartido con Gonzales (que ya es hora de que lo traigan, así todos dicen que lo escuchan desde Über Alles, ¡caretas!). Eso sí, nos regaló Futuristic Ain´t Shit To Me, el tema que ella le produjo a Chilly Gonzales para su segundo disco, The Entertainist: un lujo.
Las palmas se las llevaron las dos chicas que subieron para cantar Fuck The Pain Away junto a Peaches. Una flaquita con vestido de novia gótica y una gordita que saltando y coreando, más allá de que hizo lo posible, no pudo evitar que se le escapara una teta. El público, agradecido: al menos se pudo ver una teta. Y no era de Peaches, lo que se agradece, en cuanto a tamaño. Y sí, el perfil pajero de quien escribe esto se coló sin pedir permiso. No hay problema, no debía ser el único pajero de la noche…
Felicitaciones a quienes decidieron traerla. Pero para la próxima visita internacional traten de coparse un poco más, Unione no da. Hace falta un lugar más grande, con más aire y un Dj que tenga algo de onda musicalizando los entretiempos. Un Dj con un mínimo de onda, al menos. Sobre todo si van a cobrar 25 mangos, motivo por el cual quedó afuera mucha gente. Poner un billete debería ser retribuido con un lugar con un mínimo de comodidad. Y sin teloneros, si la opción número uno son un par de pelotudos…
Al salir del recital pasé por el comedero de siempre, ahí en Entre Ríos al 900 (Nuevo Castel´s, el paraíso del vacío con fritas) y le pedí al mozo una porción de duraznitos: la crema la pongo yo…
En pocas palabras: Perdiste si no fuiste. Boludooooo/aaaa…..
La mejor remera: La de “Death to the Pixies”, resignificada con la noticia de una posible re-unión. Runner up: Una de Dickies, rareza, sobre todo por las tetas de la chica que la usaba.
¿Había famosos?: Además de Leo Gracía lamiéndose los sobacos estaban Cerati y Deborita, Fabio Posca, algunos de los Bébete el Mar y uno de los Modular.
Dijo Víctor: A mí solo se me ocurre tomarme un Viagra antes de ir. Un consejo: no me imiten…