El sencillo plot de la vida de una persona muy cercana a mí es el siguiente: Una serie de sucesivas mujeres le indican qué es lo que debería hacer de más conveniente a lo que él se niega. Es en verdad una trama muy sencilla y poderosa y no se debería menoscabarla. Esta persona es muy cercana a mí; incluso lo más cercano posible, lo más cercano que un cerebro puede estar a un Yo por ejemplo. La serie de mujeres empieza con su madre por supuesto y sigue con amigas, parejas, amantes, tías y amores diversos. Incluso ¨el¨ amor. Mi amigo se niega sistemáticamente. Cuando era más joven lo hacía con énfasis, protestando, ahora simplemente hace otra cosa. A veces incluso hace lo que le indican pero es mera casualidad. Haría muy buena pareja con Miss Malhumor quién en su época había adoptado el motto de Bartebly (y Vila Matas) de ¨preferiría no hacerlo». Freud mismo le dedicó un ensayo al No llamado justamente ¨La Negación». He conocido psicoanalistas que dedicaban mañanas, días, meses y años enteros a este corto ensayo de apenas unas páginas. De un psicoanalista puede esperarse cualquier cosa. Como Don Ramos, el jardinero de mi familia que se levantaba todas las mañanas a las 5 de la mañana para poder leer el Martin Fierro. Las obras completas de Freud, los escritos de Lacan, uno o dos libros de Foucault (no siempre son los mismos: Las palabras y las cosas y El Nacimiento de la Clínica; o Historia de la locura y Vigilar y Castigar; Historia de la sexualidad – aunque nunca los tres tomos, no se por qué – con todas las combinaciones posibles). Es un equipamiento más bien somero para enfrentar el mundo. Ahora lo llaman travel light. Hace tres días estaba caminando sobre un glaciar y dejando huellas sobre la nieve; hace dos bajaba un cañón seco como el demonio. Dormí en una garita de vigilancia donde el río Santa Cruz (que acompañé por más de doscientos kilómetros) se encuentra con la ruta Panamericana y el desierto hecho y derecho. Allí el vigilante César Avalos me previno que jamás debía dormir al costado del camino porque es allí cuando los espíritus aprovechan para molestar. Por el contrario no pueden hacer nada siempre y cuando uno se quede sobre la ruta principal. Tiene su lógica. La mejor definición del mainstream que conozco. ¿Qué hacen los espíritus? Hacen que uno se sienta cansado, con miedo, angustiado incluso. Hacen que uno quiera volverse a casa. Sobre la ruta los camiones en la noche pasaban como trenes misteriosos que desaparecían en la oscuridad. A las tres de la mañana el vigilante César Avalos me despertó para convidarme con un pescado frito y arroz. Esa es la hora que pasa la camioneta con la comida para los empleados. Comí con gusto como una vez lo había hecho en el sur de Marruecos durante la época de Ramadán y solo se come y se empieza a cocinar cuando se va la luz. Y hoy llegué al mar, los surfistas y la buena vida. Parece que aquí las olas tienen consistencia. Eso me han dicho. En una terraza frente a la playa pasaré el día esperando el tsunami.