Me enteré cuando ya estaban por entrar a jugar el segundo tiempo suplementario. El Arsenal (con acento en la a mayúscula) jugaba contra Hull la final de la FA Cup, uno de esos torneos ingleses en los que siempre aparece un equipo chico revelación dispuesto a hacerle frente a los grandes y transformarse en los héroes de sus pueblos. Vi que decía Hull y enseguida pensé en uno de mis títulos de disco favoritos: «London 0 Hull 4», un album de The Housemartins (banda genial que se adelantó al britpop por nosecuantos años y me acompañó a fines de los 80, a fines de la secundaria).
Busqué el disco en Spotify y lo puse. Cuando lo compré, lo compré en cassette, que lindo adorno sería ahora en la biblioteca. «Happy Hour», el primer tema, sigue dando ganas de saltar apenas empieza. Poner «Happy Hour» es apretar un botón de felicidad instantánea. What a good place to be. Es tan atemporal que el clip que me imagino mientras la escucho mezcla fiestas desde 1988 hasta acá. «Get Up Off Our Knees», «Think For a Minute» y «Sitting On a Fence» sin embargo están atadas a tardes de otoño en un nublado pueblo chico costero. Siempre sonarán a cassette en walkman, no importa la calidad del streaming ni la cantidad de parlantes del sistema de sonido, el recuerdo equaliza mejor que la tecnología.
Poner «Happy Hour» es apretar un botón de felicidad instantánea.
Los Housemartins debutaron con un disco viejo. Viejo bien, ese retro bien entendido que te hace recordar cosas no vividas. Baladitas soul como «Flag Day» mezcladas con pop pueblerino con armónica como «Reverend’s Revenge» (instrumental). Música saltarina hecha por pibes de cardigans, pelo corto y camisas con el último botón cerrado. De grande descubrí que tenían letras en las que decían cosas como «Don’t shoot someone tomorrow/ That you can shoot today» («No le dispares mañana/ a quién le podés disparar hoy») y que el cantante era de izquierda.
Al toque sacaron otro disco. En realidad pasaron dos años, pero a las disquerías de Ushuaia llegaron con diferencia de pocos meses. «The People Who Grinned Themselves to Death» era más de lo mismo, pero no importaba, sobre todo porque ahora teníamos el coro descontrolado de «Five Get Over Excited». Fun, Fun, Fun.
El resultado del partido estuvo lejos del 4 a 0 que soñaba el grupo (donde un flaquito que luego sería Fatboy Slim tocaba el bajo). Finalmente sería 3 a 2 a favor del Arsenal. El amarguísimo equipo de Londres se llevaría la copa y festejarían un campeonato después de nueve temporadas. Yo terminé festejando el reencuentro con The Housemartins, no sé hace cuántos años no escuchaba un disco entero de ellos. No quiero pensar cuánto tiempo, ya hace muchos años de mil cosas, de mil discos que eran importantes, fundacionales, fundamentales e iniciáticos y ahora son solo un número que da pie a una efeméride y a la polémica de «envejeció bien» versus «envejeció mal». Cómo si decir envejeció no alcanzara.