Día 1: The Strokes- Kings of Leon Gieco – Interama – Don Adams (Q.E.P.D.)
(Enviado especial: Albert Migraña Jr.)
«¡Decime si no fue el mejor recital que viste en tu vida!» le gritaba una quinceañera transpirada a otra segundos después del bis de los Strouks, la otra quinceañera con la cara colorada de frío le dice: «me estoy congelando boluda, vamos».
Yo apuraba el paso pensando en cuántos recitales (y de quiénes) habrá visto la piba esta en su vida, y calculando qué puesto ocupa en mi propio ranking, ¿40?, ¿50?, no sé si consigue entrar en el top ten del 2005, mirá lo que te digo.
Toda la semana comiendo sanguches al mediodía y arroz a la noche para amarrocar los 70 mangos de la entrada, que al final fueron 80 por no sé qué recargo del que me enteré en la disquería en el momento de pagar el bendito ticket, mi jefe hizo un intento de acreditarme pero se ve que vieron las barrabasadas que se dicen en esta tribuna y no nos dieron ni cinco de bola.
80 mangos al pedo y eso que evité a esos Don Adams que con solo ver las fotos me dan verguenza ajena y a los cuales les tengo mucha lástima después de leer las boludeces que dijeron cuando los llamaron de los siempre despiertos suplementos juveniles argentinos cuando se murió el auténtico Super Agente 86, 80 mangos al pedo y eso que zafé también de Interama y los Kings of León Gieco que los escuché por la radio mientras buscaba un lugar para estacionar en los alrededores, ¿así que esto es el retro rock?, sí, está bien, es porque estamos retrocediendo y con suerte en cualquier momento llega el revival de Jerry Lee Lewis.
Cuando finalmente pude estacionar el móvil de exteriores de encerradosafuera (¡trapitos get out of my way!!!) y entré al predio festivalero con mi entrada en la mano veo a uno con remera de los Strouks que parecía Shaggy de Scooby Doo extender su mano con un 20 enrollado, no alcancé a ver qué hacía el pibe que cortaba los boletos, ¿cómo no me avivé antes! ¡Eso tenía que hacer!
La gente se dispersaba después del show de los Kings, todos a los puestitos de comida corriendo. Hora libre para consumir. Dos mangos la empanada, andá a cagar. Publicidad de fernet en las pantallas gigantes y ni una gota de alcohol. Encuentro con conocidos que se quejan porque no se vende ni una burbuja de cerveza aguada. Nenas que se quejan por el frío y no haber traído un bucito. Busco un lugar en el fondo al medio para ver bien el escenario y las pantallas de video, ¡pero apagan las luces, empieza a sonar «Must be love» de Madness y bajan las pantallas! ¿pa’ qué estaban? ¿solo para publicidad? maldito mundo logotomizado. El volumen es bajo, me voy para adelante, se escucha un poquito mejor, pero escucho más a los que están alrededor, en cada comienzo de tema tararean y cabecean los chan chan chan de la guitarra y a los diez segundos se cansan, el guitarrista no y le da al chan chan chan un rato más y así van pasando las canciones y yo me voy adelantando en busca de más calor y más volumen, en busca de que el chan se transforme en twang por lo menos, pero nada cambia, solo que adelante están los verdaderos fans y parece que la están pasando bien, mejor que uno que hubiera pagado mucho más que estos 80 mangos por verlos hace 4 años cuando volvimos a recordar que New York seguía en el mismo lugar a pesar de los obligados cambios del paisaje. En eso llega el ¡twang! deseado, es el comienzo de New York City Cops y salto un poco pero después de un minuto se me pasa, no sé, otra vez nostalgia por cosas que nunca sucederán: The Strokes tocando en Cemento y somos sólo cien changos inventando una nueva clase de pogo.
¡Qué lindo que es! dicen las nenas subidas a las hombros de sus chicos babeándoles las nucas deseando pasar aunque sea unos minutos de una noche con Casablanca, la voz del cantante suena casi casi como en los discos, con un poco menos de saturación, apta para todo público. Pasan las canciones y los aviones, en el medio temas nuevos intrascendentes, son los últimos minutos, igual miro al referí y pido que llegue la hora de Is Thit It para volverme loco, descontrolar un poco y sentir que está buenísimo estar acá, en este inviernito porteño viendo a la banda más cul que viene de la ciudad donde todos seremos siempre jovenes y hermosos, perdedores pero hermosos, junkies / XLs / suicidas / quemados, pero hermosos.
Y llega Is This It y la canto un poco pero me siento como cantandole el Feliz Cumpleños a un desconocido que no sé si van a cantarle el nombre con diminutivo o no.
Dijo Víctor: «Che, ¡despierten a estos pibes y avisenlén que hay 20.000 personas enfrente!»
Alberto Migraña
Día 2: Elvis Costello, Moorcheeba, Fischerspooner, M.I.A., Brazillian Girls, Mimi Maura, etc. etc. etc.
(Invitado especial: Ramiro S., un amigo bon vivant que hace unos años tuvo que dejar de lado la posibilidad de ser baterista de Turf para trabajar entre las huestes del vapuleado «Grupo Sushi»)
Ahhh! Qué placer asistir a un evento que no sólo colma tus expectativas sino que te deja con ganas de más!
De todos los eventos internacionales que se hicieron en lo que va del año, el BUE MIX fue el más intenso, el más interesante, el más imperdible. ¿Te lo perdiste? Déjame que te pasee por el segundo de esos días inolvidables. Ah, si tenés menos de 18 años no leas lo que sigue, que fue prohibido para menores. O mejor dicho, «solo apto para mayores de 18», no sea cosa que alguien interprete que aca se prohibe algo.
La idea primigenia de este BUE MIX es lo más: un par de noches con unos 6 escenarios, cada uno patrocinado por una bebida diferente. Todo a un par de cuadras de mi casa. A mi juego me llamaron.
La largada fue el viernes con un tímido y algo imponente escenario. Pero pueden leer un poco lo que pasó allá arriba, nomás. La segunda fecha… ¡Qué placer poder hablar de una de las noches en que uno más brilló! Aunque me confundieran un par de veces con el cantante de los Don Adams. ¡Ayayay! ¡Si supieran que mi corte de pelo fue el primero de esta clase en Argentina y que sigue siendo un estandarte para todos estos giles que recién empiezan! Me causan gracia. Anyway…
Mientras abrían las bandas nacionales, hice un rato de VIP. Está bueno eso de quedarse en un rincón, solo, esperando que pasen todos a saludarte. Es como ser el anfitrión. Y además tenés la posibilidad de capturar a los mozos apenas salen con las bandejitas llenas, siempre y cuando tu ubicación sea inteligente.
Newsflash: las drogas aspirables, inyectables, fumables y demás ya fueron. Las pastillas también. Ahora, más allá de Kate Moss y sus amigos rockeros, la posta está en el alcohol, de vuelta. ¡A ver si se avivan!
Con los blanditos Morcheeba de fondo, se dejaron caer Caleb Followill y Julián Casablancas, casi de la manito, con el Stroke Argentino atrás. El revuelo que se armó dentro del VIP no tiene nombre. A Emmanuel H, nuestro talento local, se le notó mucho el malhumor que le causó el haber coincidido su entrada con la de aquellos tres: lo hicieron por puertas difrentes y todos lo miraban a él mientras entraba, hasta que por la otra punta, pluc! aparecieron los tres chiflados. Nadie se acordó del pobre Emma. Todos giraron hacia las estrellas de la noche anterior. Me llamó la
atención que la bragueta de Julián está menos abultada que la de Caleb. La ropa que usan estos muchachos, la forma en que se despeinan las mechas para parecer casualmente chics, causan
mucha gracia. Cuanta producción, Dios mío. ¡Get a life!
Yo me quedé en mi rincón, esperando que pase lo que inevitablemente tenía que pasar: Casablancas giró su cabeza
después de un rato de hacerse el boludo y finalmente hicimos contacto visual. Ahí incliné un poco la cabeza, saludándolo. Me saludó a mí y siguió charlando con sus amigotes. Es como siempre digo, tener magnetismo es un don para pocos. Sisí, un Don Adams.
No hay nada mejor que saber que imponés modas. Ser una persona que se mueve entre sombras, que influye al resto sin que nadie lo note. Sí, ese es mi hobby. Años atrás, en el ’88, con un grupete de amiguetes empezamos a fijarnos como meta que los hombres se saluden con un beso. Lo logramos, más allá de que hubo varios que opusieron resistencia. Mínima, pero resistencia al fin. En el ’92 nos propusimos, con otro grupo, que la palabra «cool» se castellanizara. Nos parecía una de esas palabras sexies, fáciles de decir aún cuando estás borracho. Lo logramos.
Ahora estamos con otro objetivo, que de a poco lograremos incorporar a esta sociedad careta. Ya se van a enterar.
Quizás por este medio.
Volviendo al BUE MIX, las estrellas estaban sólo en el escenario. Aunque tampoco eran tantas como los organizadores pretendían hacernos creer. Por lo demás, las carpas VIP estaban pobladas de personajillos locales: Cerati acelerado como pocas veces lo he
visto; Fito e Iván Noble riéndose a carcajadas por ahí, copas obligatorias en mano; Nahuel Mutti y su chica en plan
Alfred E. Newman y Esteban Prol mirando por un agujerito (chiste idiota con un retraso de década y media, lo sé).
Hablando de chistes idiotas, los «destacados locales» tenían artillería pesada: desde el insufrible «more chivas» que le tiraban a los mozos, al idiota «cuando toque Cut Chemist me corto solo».
Los shows destacables fueron los obvios: el de Elvis Costello.
Brazilian Girls son más aburridos que en el disco, y lo único que pegó fue eso de «pussy, marihuana». Y cómo pegó…
Y me quedé a ver a M.I.A. sólo para verle las cachas. Valió la pena. Agradezco infinitamente mi memoria fotográfica. Y la seguiré agradeciendo al menos un par de visitas más al toilette.
Lo de Fischerspooner se merece un párrafo aparte. Ahí está.
En definitiva, el BUE MIX fue una fiesta. Eso sí, había como ¡8 mil músicos en escena! ¡5 escenarios! ¡9 horas de bandas y djs non-stop! Sólo faltó un poco de música.
Ah! Mi hermana Letizia me pasó el diario ese que volvió a salir los domingos, mostrándome una nota a Mónica Gonzaga hablando de su sobrino, uno de los guitarristas de los Strokes. ¡Qué tercermundistas que somos, hermano! Y que fuerte que sigue estando Moniquita… Un grito para entendidos: ¡MILF!.
Dijo Víctor: «»¿y? ¿vino Technotronic, o no?!!»
Ramiro S.