Qué terrible descubrir que generalmente, las películas más cumplidoras son las que tienen más posibilidades de estrenarse; mainstream, diría un amigo que considera mainstream todo lo que es conocido por alguien que hable español o inglés. En fin. En la ciudad, el nuevo opus del director de Krampack, es una obra cumplidora, que fuera del festival nos hubiera dado que hablar -va a dar que hablar, creo- un ratito. Si pensamos en el quilombo que se armó con El último beso, esa italiana que fue avanzando como en espiral, de semana en semana, y de repente todos nuestros amigos estaban hablando de ella cuando de entrada la habíamos considerado una comedieta romántica más, bueno, probablemente esta pegará más fuerte. Esta no es una comedia, eso sí. Es más bien amarga. Esquema simple, conocido: dos parejas de amigos, más una amiga soltera y un amigo separado, treintañeros ellos, y sus aventuras o más bien desventuras amorosas. No les va muy bien a estos chicos. Lo imaginable: incomunicación, soledad, familias (levemente) disfuncionales, y el sobrevuelo constante de los deseos que todos los días se frustran para mantener el statu quo. La peli tiene un trabajo interesante con las miradas, con la expresividad mínima que va revelando todo lo que los personajes barren bajo la alfombra. La peli deja un gusto bastante amargo, pero vale la pena.